Los históricos almacenes británicos BHS cierran sus puertas con polémica

11.000 personas pierden su empleo y su fondo de pensiones en una quiebra que salpica al magnate de la moda sir Philip Green

LONDRES Actualizado: Guardar
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Adiós a los clásicos almacenes británicos BHS (British Home Stores), cuya quiebra ha sido definida por el Parlamento Británico como «el rostro inaceptable del capitalismo». Este domingo abrieron por última vez sus puertas sus 22 establecimientos que resistían abiertos, entre ellos su tienda señera londinense de Oxford Street.

La oferta de BHS se había quedado rancia, por falta de inversión en innovación por parte de sus dueños. Además, no supo incorporarse a la venta a través de internet. Tras una suave decadencia, ha llegado a su extinción en medio de una gran polémica, debido al comportamiento abusivo de sus dos últimos propietarios, el magnate de la moda Philip Green y el pésimo empresario Dominic Chappel, un ex piloto de coches segundón, a quien Green regaló BHS el año pasado por una libra.

Desde que la firma entró en concurso de acreedores en marzo habían cerrado ya 141 de sus almacenes. BHS tenía a sus espaldas 88 años de historia y deja en la calle a once mil trabajadores, que pierden además su fondo de pensiones, vaciado con un agujero equivalente a 730 millones de euros (la deuda total de la compañía era de 1.600 millones de euros). El cierre salpica a su penúltimo dueño, sir Philip Green, de 64 años, propietario de Top Shop, Miss Selfridge y Dorothy Perkins, entre otras marcas. Lo acusan de desvalijar BHS en los catorce años en que fue su propietario. La oposición y parte de la prensa han reclamado que Green sea desposeído de los honores reales que recibió en 2006, cuando era el paradigma de emprendedor de éxito hecho a sí mismo.

BHS fueron fundados por inversores estadounidenses en Brixton (Sur de Londres), en 1929. Su filosofía inicial fue apelar a las clases humildes y su lema original era que allí no se vendía nada por más de cinco peniques. Los almacenes fueron adquiridos por Green en 2010, por 200 millones de libras. Tras vaciar la compañía durante quince años y no invertir para modernizarla (se dice que ganó con ella casi 500 millones de libras, que transfirió a su mujer a Mónaco), Sir Philip la malvendió por una libra a un arribista, que la quebró en menos de un año. El comprador fue un consorcio de un pequeño grupo de inversores llamado Retail Acquisitions. Su cabeza visible era Dominic Chappell, ex piloto de Fórmula 3000 y que ya presentaba dos quiebras en su palmarés. La aventura de Chappell ha acabado como se esperaba, en ruina. Tras el concurso de acreedores de marzo han fallado todas las gestiones para encontrar un comprador y evitar el cierre que ha llegado hoy.

El mes pasado, sir Philip hubo de dar cuenta en la Cámara de los Comunes de la quiebra de BHS. Allí, en medio de una agitada controversia con dos diputados laboristas, el temperamental Green prometió colaborar para salvar el fondo de pensiones, algo que ha incumplido. Además se desentendió con una florida metáfora de lo ocurrido tras regalar BHS por una libra a un expiloto con pésima fama empresarial: «Si yo te doy un avión porque tú me dices que eres un gran piloto, y luego chocas con la primera jodida montaña. ¿Es culpa mía?», les preguntó Green a sus señorías.

Mientras se consuma el drama de los 11.000 trabajadores de BHS, sir Philip acaba de botar este verano su tercer yate, que ha bautizado como «Corazón de León» y con el que navega por aguas del Mediterráneo junto a su mujer Tina, asentada en Mónaco. Ella figura como titular del emporio de Green, Arcadia, con lo que el magante esquiva al fisco inglés, a priori en una maniobra legal. El yate es una mansión flotante de cuatro plantas y noventa metros de eslora, con cuarenta tripulantes.

Se da la ironía de que en 2010, nada más llegar al poder, David Cameron nombró a Green, al que veía como un empresario modelo, una suerte de zar para mejorar la eficiencia de la administración británica. Tras sus primeros estudios, Green alertó con jactancia: «Si llevásemos mi negocio como esto [la administración pública], mañana apagaríamos las luces».

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