De Meo, en un momento de la entrevista. INÉS BAUCELLS

«España tiene que volver a estar orgullosa de Seat»

Un año después de su nombramiento, el presidente Seat, Luca de Meo, se muestra convencido de llevar la marca «a otro nivel»

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Cuando Luca de Meo (Milán, 1967) fue designado, hoy hace justo un año, presidente de Seat, en plena crisis del «dieselgate», la automovilística española se encontraba ya en un cambio de rasante. Tras años de pérdidas, Seat abandonaba los números rojos a la vez que se disponía a acelerar comercialmente una ofensiva simbolizada con el lanzamiento del Ateca –una de cuyas versiones se presenta esta semana en el salón Motor Show de París–, el primero de una serie de vehículos con los que la marca aspira a elevarse a «otro nivel», cambiar de categoría.

—Un año después de su desginación, ¿qué ve en Seat que no conociera?

—Conocía la marca, evidentemente, pero siempre tienes un prejuicio. He descubierto una organización mucho mejor de lo que pensaba, con una base muy sólida.Cada vez estoy más convencido de que se puede dar a Seat una vuelta y llevar la marca a otro nivel.

—¿Qué ha cambiado para que esto pueda ser así?

—Cuando analizas la serie histórica ves que tuvimos muchos periodos de emergencia, donde la prioridad era sobrevivir. Ahora estamos en fase de consolidación, y mi reto, lo que se me pide, es llevar Seat a una nueva fase. Tenemos una ventana de oportunidad de dos, tres años, en los que estoy seguro de que seguiremos en números positivos. Esto es bueno psicológicamente, ya no estás de bombero, apagando fuegos, y te puedes concentrar en temas estratégicos: estabilizar la marca y posicionarnos no como un «follower», una marca que sigue a las otras, sino como líderes en al menos una o dos de las tendencias que van a marcar la industria del automóvil en la próxima década. Por primera vez Seat está en disposición de pensar qué quiere ser.

—Se da la paradoja de que en un mercado tan exigente como el alemán Seat tiene una excelente reputación y vende más coches que en España.

—Es un problema típico de marcas asociadas a una época histórica de un país... el mercado se globaliza y te quedas atrás, asociado a lo antiguo, al coche del padre, del abuelo... no es un fenómeno exclusivo de Seat. El problemas es que Seat no supo subirse a la modernidad. Tenemos que trabajar, ese es nuestro reto, para que España vuelva a estar orgullosa de Seat en cuatro o cinco años, intentar volver a ser líderes de ventas aquí. Es importante recuperar esa conexión, transmitir también la importancia que para este país tiene Seat, primer inversor de I+D industrial, responsable del 3% de la exportación española, líderes en formación... Es un proceso largo, y que tiene que ver, de manera principal, es obvio, con el producto que ofreces.

—En eso están centrados. ¿Qué impacto debe tener el Ateca?

—En un segmento, el de los SUV, de gran crecimiento, vamos al «core» del mercado. La ofensiva de producto que vamos a lanzar, tres modelos nuevos en los próximos doce meses, es muy importante. Antes teníamos una cobertura del mercado del 45%, y en 18 meses subiremos al 75%.

—¿El Ateca puede ser lo que el nuevo Cinquecento fue para Fiat en 2007?

—La percepción es esta, y aunque comercialmente es temprano, estamos vendiendo muy bien donde lo hemos lanzado. Ese subir a otro nivel al que me refería no se conseguirá solo con el Ateca, pero sí coloca a Seat en un segmento donde tiene que estar.

—El « dieselgate» pone el coche eléctrico como prioridad de las marcas. Hasta ahora no lo era para Seat.

—Seat tiene que jugar esa partida. Formamos parte de un gran grupo y eso nos da una oportunidad estratégica. Tenemos la ventaja de poder ir al supermercado del grupo y decir «esto nos interesa». Hace año y medio Seat apuntaba que esa no era una prioridad, pero ahora, tras lo sucedido con las emisiones, y cuando analizas los números, ves que incluso por una cuestión de cumplimiento de objetivos vamos a necesitar un coche eléctrico. De igual forma, si no participas en esa ola te quedas como marca de segunda, y eso yo no lo quiero para Seat.

—¿Cómo ha impactado en Seat la crisis de las emisiones?

—Estamos en fase de revisión de los vehículos: el 30% del total de clientes con vehículos equipados con el motor EA 189 ya han sido avisados. Hemos organizado una campaña histórica por sus dimensiones:700.000 clientes afectados, y hemos sido los más rápidos en organizar el proceso de revisión. En cuanto al impacto comercial, es difícil calibrarlo. Estamos por encima de las previsiones que se hicieron antes de que estallara la crisis. El público ha entendido que Seat no era responsable. Lo queremos ver de manera constructiva:eso está generando una energía para mejorar, para invertir en nueva tecnología. En Alemania y aquí. Soy alguien optimista, y lo veo como una oportunidad para que el grupo lidere todo ese cambio que se abre para el automóvil: coche eléctrico, conectado, autónomo...

—¿En qué medida Seat es libre para decidir su línea estratégica dentro del grupo Volkswagen?

—Trabajamos juntos cuando esto supone una ventaja, pero cada vez más las marcas tienen capacidad para buscar su identidad, su posicionamiento. Históricamente es un muy buen momento para estar en Seat. Creo que soy bueno creando cosas, marcas. Cada uno tiene su talento, y ese es el mío.

—Los sindicatos han expresado su inquietud por una futura disminución de la carga de trabajo en Martorell como consecuencia de la sustitución del Audi Q3 por el A1.

—Hay que mirarlo con una perspectiva más amplia: en seis años Martorell ha incrementado su producción un 60%. Es cierto que hace años tuvimos un problema de falta de carga de trabajo, pero eso ahora no pasa. No veo que haya un problema. Los sindicatos, con los que la relación es muy buena, hacen su trabajo, empujan en ese sentido, y en eso estamos alineados. Estamos pensando en el futuro, cómo transformar Seat.

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