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La Bolsa china ha vuelto a caer este martes estrepitosamente - reuters
tras el lunes negro en las bolsas

La Bolsa china vuelve a caer pese a la inyección del régimen para comprar acciones

Tras el batacazo del «Lunes Negro», que arrastró al resto del mundo, el índice de Shanghái se desploma otro 7,6%

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Tras el batacazo de este lunes, que arrastró a todo el mundo a un «Lunes Negro», la Bolsa china ha vuelto a caer este martes estrepitosamente. Con un desplome del 7,6%, el índice Composite de Shanghái se ha hundido hasta los 2.964,97 puntos, por debajo del límite psicológico de los 3.000.

Con estas cifras, el parqué de Shanghái ya se encuentra un 22% por debajo de su nivel de la semana pasada y sus títulos valen un 40% menos que durante el pico alcanzado el 12 de junio, antes de que estallara la burbuja bursátil china. Como consecuencia, sus índices han entrado en números rojos y se han volatilizado los beneficios logrados este año a pesar de los intentos del autoritario régimen de Pekín de frenar el desplome.

Debido al pánico vendedor desatado en China, más de 700 empresas que cotizan en Bolsa han superado su límite del 10% de caída diaria, entre ellas sus poderosas petroleras estatales.

Para evitar un hundimiento aún mayor, el Banco Central ha inyectado este martes en el mercado 150.000 millones de yuanes (20.000 millones de euros) en los denominados acuerdos de recompra inversa (“repos”). Mediante dichas operaciones, el organismo emisor vende a los bancos acciones con la promesa de recomprárselas en una semana a un interés del 2,5%. Desde que estalló la burbuja bursátil a mediados de junio, el autoritario régimen de Pekín ha «intervenido» el mercado con el fin de impedir una debacle aún mayor. Además de obligar a sus empresas estatales a comprar acciones y de suspender la cotización de la mitad de las 2.800 compañías que operan en los parqués de Shanghái y Shenzhen, ha prohibido la venta de títulos a quien tenga más de un 5% de una firma durante seis meses.

Tras abrir con valores negativos, otras importantes Bolsas asiáticas, como la de Hong Kong y la de Tokio, se recuperaron durante la mañana y subieron en torno al 1%, mitigando ligeramente el batacazo del lunes. Pero, finalmente, el índice Nikkei de Tokio cerró con una caída del 3,9 por ciento, mientras que el Hang Seng de Hong Kong acabó con una subida del 0,55 por ciento. A tenor de Bloomberg, el pánico vendedor desatado en todo el mundo por el desplome de la Bolsa china ha barrido del mercado 2,7 billones de dólares (2,3 billones de euros

Antes, las crisis económicas y los «lunes negros» se gestaban en Wall Street y, debido a la diferencia horaria, se contagiaban al resto del mundo al día siguiente. Ahora, con el cada vez mayor peso de China por la globalización, cualquier estornudo de Oriente – que va por delante en los husos horarios – acatarra a Occidente cuando este se despierta un rato después.

Desde el año pasado, la Bolsa china había subido un 150% porque los medios estatales animaban a los pequeños ahorradores a invertir en ella. Con una inversión media del 20% de su dinero, el 85% de los 90 millones de accionistas chinos son pequeños ahorradores que, en ocasiones, acuden a la Bolsa como si fuera la ruleta de un casino. Hasta finales de junio, siete millones de inversores se sumaron a la Bolsa y se abrieron 40 millones de cuentas hasta mayo, justo antes de que estallara la burbuja.

Pero, a mediados de junio, varios días de caídas sumaron un desplome del 30% que provocó unas pérdidas de capitalización de 2,7 billones de euros, equivalente a un tercio del Producto Interior Bruto (PIB) chino. Con el fin de frenar su hundimiento, las autoridades «intervinieron» la Bolsa inyectando dinero del Banco Central para que las empresas estatales compraran títulos.

Con dicha actuación, la Bolsa repuntó un 15% durante las semanas siguientes, pero los inversores, temerosos de su volatilidad, han optado en los últimos días por vender rápidamente para recoger beneficios antes de una nueva caída. La semana pasada, Shanghái perdió un 11,5% después de que el régimen tirara la toalla y anunciara que sus empresas estatales no iban a seguir comprando acciones para mantener sus precios.

A todo ello se ha sumado la ralentización de la economía china, su brusca caída de las exportaciones en julio (un 8,3% con respecto al año anterior) y la inestabilidad provocada por la devaluación del yuan de un 4,6%.

En su último intento, Pekín anunció este fin de semana que permitiría a los fondos de pensiones invertir hasta un 30% de su capital en la Bolsa. De esta manera, pensaba captar parte de sus 3,5 billones de yuanes (472.000 millones de euros) para impulsar los precios de las acciones, pero las dudas sobre la economía china siguen arrastrando a la Bolsa.

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