Obtuario

Falleció Mario Palao

Sus cenizas se arrojaron en alta mar con el Juan Sebastián de Elcano rindiéndole honores de ordenanza

Cádiz Actualizado: Guardar
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A mediados del mes de febrero falleció en El Puerto de Santa María, ciudad donde vivía, Mario Palao Taboada, Capitán de Fragata de la Armada Española y uno de los hombres claves en el desarrollo de la vela de Crucero en la Marina, desde la Comisión Naval de Regatas de Baleares, con los hermanos Rodríguez Toubes bajo la supervisión y mandato del añorado almirante Marcial Sánchez Barcaiztegui.

Mario ingreso en la armada y tras varios destinos, finalmente aterrizo en la Base Naval de Rota donde fue uno de los pioneros en la flotilla de helicópteros de la Armada, desempeñando en las diversas escuadrillas varios cargos y funciones. Entre las anécdotas que siempre hacia referencia Mario, era las mil y una aventuras que vivieron en el Buque Escuela Juan Sebastian de Elcano, en su periplo de vuelta al mundo, donde ocupo plaza de oficial siendo el comandante el Capitán de Navío, Cristóbal Colon, descendiente directo del Descubridor y posteriormente asesinado por ETA.

En el aspecto deportivo, y tal como se muestra en la fotografía, fue seleccionado por su majestad el Rey D. Juan Carlos I, conjuntamente con otros oficiales entre los que hay que señalar a Jaime Rodríguez Toubes, para formar parte de la primera tripulación en la que competiría el por aquel entonces Príncipe de Asturias, hoy SM El Rey Felipe VI. Fue en la Copa del Rey Agua Brava del año 1984 a bordo del barco Sirius II. Junto al Príncipe de Asturias y Mario Palao, formaron los hermanos Rodriguez Toubes, Chimo Gonzalez Devesa, Fernando Marín, Jose Maria Dávila, Isidro Martí y Pedro Perello. El Príncipe de Asturias llevaba el carro de la mayor. Donde consiguió el tercer lugar en la clasificación general, no obstante el día de su debut y tras la primera prueba se clasifico como líder de toda la flota.

Poco después el Príncipe de Asturias cambio de tripulación y sus barcos de nombre. De la saga Sirius, donde había debutado, se paso a la de AIFOS. Aunque todos ellos con un denominador común pertenecían a la Comisión Naval de Regatas de La Armada, aunque las tripulaciones ya estaban casi todas formadas por compañeros de la promoción del Príncipe. Pero Mario siguió ocupando puestos de relevancia en las tripulaciones de los Sirius.

Mario dejo la armada y tras su boda, desempeño el cargo de director del casino de Budapest, que pertenecía a una sociedad española. Tras varios años en los que su pasión por el mar siempre estuvo presente, ejerció de piloto de los helicópteros de Helipsa en la base de Las Palmas. Unos años después se retiro a la isla de Fuerteventura, donde otros de los personajes míticos de la vela española, Quino Quiroga, le acogió y le acompañó en su faceta de armador de barcos chárter, que alquilaba para ejercer la pesca deportiva de altura. En la isla conoció a Margarita Castro que se convirtió en su segunda esposa y hoy su viuda.

Homenaje póstumo

La calidad humana de Mario Palao, nadie la ponía en duda y en su rol de amigos, estaban desde humildes viandantes y compañero de aventuras hasta antiguos miembros de la Armada que cubrían prácticamente todo el escalafón, desde suboficiales a almirantes con cargos importantes en el organigrama de la Armada.

Aprovechando la inminente salida del Juan Sebastian de Elcano de Cadiz, el 5 de Marzo para su crucero de instrucción un grupo de amigos entre los que figuraba José María Gutierrez Colosia, Carlos Parga y otros. Movieron sus hilos para arrojar sus cenizas en alta mar con el Buque Escuela de nuestra armada rindiéndole honores de ordenanza.

Tras ciertas reticencias iniciales, al final se conto con los permisos necesarios y cuando el Juan Sebastian de Elcano, ya fuera de las aguas de la bahía gaditana, redujo marcha en una maniobra coordinada desde el puente del buque escuela por el Alférez de Navío, Gonzalo Vallespin Terry, el velero “Cataviento” se situó por la amura de babor del Juan Sebastian de Elcano y con toda la tripulación formada, le rindieron honores, cuando su viuda arrojo al mar un ramo de flores, dado que la legislación actual prohíbe arrojar al mar las cenizas.

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