Antonio Cuervas-Mons

Ñeti: «Tenemos mimbres para ganar la VOR»

«La vuelta con el "Telefónica" fue el peor trago que he pasado»

Ñeti Cuervas-Mons María Muiña

Pedro Sardina

Es el capitán del barco, así como el proa, pero tampoco se libra de hacerse cargo del timón en alguna que otra guardia. Ñeti Cuervas-Mons es una de las piezas fundamentales del barco español que participará en la próxima Volvo Ocean Race. Esta será su cuarta vuelta al mundo y la ilusión se le ve en los ojos.

—¿De dónde le viene la afición a la vela?

—De niño mi familia veraneaba en Ribadeo, mi abuelo ha navegado toda la vida y empecé a navegar con él en un barco de vela latina. Me gustó y me puse a navegar en Optimist, vela ligera y aquí estoy, nada más y nada menos que en un Volvo.

—Antes de aquella aparición en Alicante como tripulante del «Telefónica Negro», ¿quién era Ñeti?

—El Marítimo de Santander me ayudó a saltar a la vela profesional. Allí aprendí casi todo. Comencé a navegar en Vaurient, en la escuela de regatas, y luego, todos los fines de semana en First Class 8 con «Pichu» Torcida, «Talpi», Fernando Pereda... mucha gente compaginándolo con la vela olímpica, porque también probé en Tornado, y de ahí, a salir fuera. Gracias a «Nervio», que es un gran amigo, comencé a navegar en el «Bribón» en 2005. Dio la casualidad de que el táctico del «Bribón» era Bouwe Bekking y como en 2008 comenzó la regla de los menores de 30 años en la Volvo, pues nos fichó a «Patán» y a mi para el equipo. No me lo podía creer.

—¿Cuándo vio claro que se iba a dedicar a esto profesionalmente?

—Pienso que hasta que no hice la primera vuelta al mundo no vi claro que me iba a dedicar a esto. Primero compaginaba la vela con los estudios, aunque siempre me gustó navegar y quería dedicarme a esto. Empecé como profesional cuando estuve en el «Bribón» ya que lo dejé todo para ello, pero hasta que no acabé la Volvo, que fue lo que me unió a la vela internacional, porque me pude meter en el circuito de mega yates, minimaxis, no considero que hubiera sido un profesional a cien por cien.

—¿Cómo nació el movimiento «Ñetifans»?

—Comenzó gracias a mi pandilla de veraneo de Ribadeo, que les llamó la atención que alguien de sus «colegas», de repente, se pusiera a dar la vuelta al mundo. Vinieron a la primera salida en Alicante en 2008 y desde entonces se ha ido haciendo más grande hasta que han logrado pasar el centenar de personas.

—De jovencito inexperto a capitán del «Mapfre» en cuatro ediciones, ¿lo había soñado alguna vez?

—No. La verdad es que mi sueño era poder participar en una Volvo Ocean Race. Cuando tenía 14 años llevaba en las carpetas del colegio pegatinas del «Assa abloy» y del «Illbruck Challenge». Me parecía inaccesible poder hacer una cosa así, pero una vez hecha la segunda vuelta al mundo, ya se puso más a tiro. El puesto de capitán del barco va muy unido al puesto de proa, ya que tiene que ser una persona que conozca muy bien el barco, la maniobra, todos los sistemas... Tuve un maestro que fue Pepe Ribes, al que admiro muchísimo, y a partir de ahora a intentar ser tan bueno como él.

—¿Qué cosas cambian en un hombre que da cuatro vueltas al mundo?

—Lo que primero se te «descojona» es la espalda, eso sobre todo, pero sin duda te hace crecer como persona, aprendes a trabajar en equipo, a tragarte «sapos», a saber ganar y perder. Aguantaré aquí hasta que el cuerpo me lo permita. No creo que vaya a cansarme nunca de hacer esto. Dentro de la vela oceánica pertenezco a grupo de los más jóvenes y lo voy a aprovechar todo lo que pueda. Cuando llegue la hora, llegará.

—¿Cuál es su mejor recuerdo de la VOR?

—Cuando ganas las etapas. Eso te hace creer y deseas ganar más y más. Tuvimos la oportunidad en el «Telefónica» y no pudo ser. A ver si esta vez nos acompaña un poco la suerte y lo hacemos.

—¿Y el peor?

—La vuelta al mundo con el «Telefónica». Lo tuvimos en la mano. Fue un palo muy duro salir de Brasil con tantos puntos de ventaja y llegar a Lorient habiendo perdido la Volvo. Fue muy duro, más de lo que pueda pensar la gente.

—¿Cuál de las tres VOR le ha llenado más?

—La del «Telefónica», sin duda. Se preparó con mucho tiempo y bien, el barco era un «pepino», teníamos un equipazo y se hicieron las cosas muy bien. Fue muy divertido. Creo que esta vuelta al mundo va a ser muy semejante a aquella porque tenemos un gran equipo. Miro alrededor mío y pienso «qué cojones hago yo aquí» porque lo que tengo al lado es insuperable

—¿Qué se piensa cuando se va navegando por el Sur?

—Cuando estás tan metido en una regata de estas características, tampoco te da tiempo a pensar en muchas cosas. Soy una persona que piensa mucho en las guardias que me quedan por delante. Nunca más allá del día siguiente porque te puedes volver loco. Mi amigo «Pekas» me dijo una vez, «tu piensa de guardia a guardia» y mi vida es la guardia que hago en cubierta y la que me toca dormir. No paso de ahí.

—¡Ah!, ¿las sirenas no existen en esos momentos?

—No sé si existirán o no en el mar, pero yo la única sirena que conozco la tengo en tierra.

—¿Este año toca ganar ya de una vez?

—Equipo hay para ganar, eso es seguro. Si que es verdad que creo que hay cinco barcos que pueden ganar perfectamente la Volvo Ocean Race. Si examinamos las tripulaciones, en todas hay un regatista ganador y varios que tienen la experiencia de otras vueltas al mundo. La vuelta es muy larga y todos vamos a ir a muerte, aunque tenemos claro lo que tenemos que hacer. Si no rompemos nada importante tenemos muchas posibilidades de llevárnosla. Hay que tener en cuenta muchos factores. Estar atentos durante todas las etapas para no fallar en alguna cosa irremediable. Hay que ser prudentes en las etapas que valen doble, porque un fallo te puede hacer perder la Volvo. Es muy complicado, pero sé positivamente que reunimos las condiciones optimas para ganarla.

—¿Cómo valora la regla de las tripulantes femeninas?

—Creo que es muy bueno para las chicas y también para la vela, porque les abre las puertas a navegar en este tipo de regatas. También es verdad que Volvo debería haber seguido el camino que comenzó la pasada edición de ir poniendo, poco a poco, barcos de chicas y crear una escuela de vela oceánica de la que nutrirse edición tras edición. No tengo ningún problema en navegar con mujeres, pero también hay que pensar que es mucho tiempo de convivencia. Creo que es malo que sea una regla obligatoria, porque creo que ellas pueden sentirse que vienen porque lo manda una regla, y eso no es nada bueno. También pienso que esta obligación es poner en un compromiso la participación de los tripulantes hombres, ya que cada año somos menos en las tripulaciones y si quitas al patrón, al navegante, a los dos menores de 30 años y a las dos chicas, ¿qué te queda para los regatistas como yo? También es complejo encantar chicas con experiencia en este tipo de regatas. Tenemos la suerte de que Támara se ha acoplado muy bien y todo lo que hace roza lo perfecto y, también, a Sophie, que ya ha dado una vuelta al mundo y da la talla. Son dos chicas espectaculares y lo digo de verdad.

—¿Qué cambiaría en la VOR?

—¿Yo?, volvería a los VO70. Me parece el mejor monocasco que ha habido en la historia. El cambio de recorrido me gusta mucho, es más divertido y menos duro porque lo de subir a Abu Dhabi era un infierno, pero lo que no sé si va a funcionar es lo de menos tripulantes —más IMOCA y menos Volvo—. No sé si lo que viene es el espíritu de la regata o lo es como yo la conocí.

—Eso de hacer la regatas «in Port» en catamaranes voladores ¿no le parece una chorrada?

—Es otra cosa más que entiendo poco, la verdad. Creo que es una incongruencia que llegues de hacer cinco mil millas y te hagan subirte a un cacharro que «vuela» levitando por el agua. No estoy convencido que vaya a ser así cien por cien y habrá que esperar haber que deciden. Soy solo un tripulante y no manejo los intríngulis que hay detrás de todo este montaje. Hay que acoplarse a lo que manden.

—¿En qué regata le gustaría participar?

—La regata que me gustaría participar y que aun no he hecho sería en la Transpac. Tiene que ser apasionante navegar por aquellas latitudes.

—¿Qué regata le gustaría ganar?

—Sin duda, la Volvo Oean Race, está muy claro.

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