Roger Federer celebra un punto en su partido contra Murray
Roger Federer celebra un punto en su partido contra Murray - AFP
Wimbledon

Federer, una maravilla

El suizo borda el tenis, supera a Andy Murray por 7-5, 7-5 y 6-4 y luchará por conseguir su octavo Wimbledon contra Novak Djokovic

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Roger Federer se mueve como los ángeles en la central de Wimbledon, superlativo a sus 33 años y dispuesto a estirar la leyenda más allá del infinito. En su jardín de Londres, impulsado por ese juego tan plástico y bonito, derrota a Andy Murray por 7-5, 7-5 y 6-4, asombroso de principio a fin y dispuesto a conquistar el octavo trofeo en la hierba bendita. Su rival será Novak Djokovic, capítulo 40 de esta rivalidad que está igualadísima. Son 20 triunfos para el suizo, 19 para el serbio.

Hay pocos placeres equiparables al de ver a Federer en la central del All England Tennis Club, una maravilla que se echará de menos cuando el genio suizo deje la raqueta.

Ante Murray, alentado por la campiña desde la lejanía, Federer vuelve a bordar el tenis y conquista el corazón de la grada, que le venera pese a que el local es el enemigo. En cierto modo, el campeón de 17 grandes es como si fuera de aquí y así se le trata. Federer es único.

Se juega un primer set a un nivel altísimo, puntos de calidad para cada uno de los contendientes. Van aguantando con su saque hasta que Federer pisa el acelerador y destroza a Murray cuando menos lo esperaba, un 7-5 directo al mentón. El escocés no se recuperaría jamás y a partir de ahí fue siempre a remolque.

Es comprensible porque cuando Federer se expresa de este modo se antoja imposible frenarle. Después de tres sets corridos, termina con 56 ganadores y, lo más llamativo, sólo 11 errores no forzados. Además, se dispara hasta los 20 saques directos y solo concede una bola de break en su contra, resuelta a la perfección en la única posibilidad de Murray en toda la tarde.

Hay golpes magníficos que recuerdan al mejor Federer, renacido en su enésimo regreso al pasado. Por mucho que se le entierre, el helvético siempre vuelve y hay motivos más que de sobra para creer en su octavo título en Wimbledon. Djokovic, una vez más, será su rival, repitiendo la final de 2014.

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