Nadal, en el partido contra Pouille
Nadal, en el partido contra Pouille - AFP
Tenis | Montecarlo

Nadal, listo para el bombardeo

El balear, muy mejorado en su estreno de Montecarlo y con nueva raqueta, se mide ahora al gigante John Isner

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Rafael Nadal sigue su camino en Montecarlo, feliz en este regreso triunfal a la tierra. Después de un esperanzador inicio contra Pouille, a quien derrotó cómodamente por 6-2 y 6-1, el balear se mide ahora a John Isner, imponente tenista que vive de su saque. Sin embargo, pierde fuerza en la arcilla, pero no deja de ser un peligro (sobre las 13.30 horas, C+Deportes).

Lo sabe Nadal, que en 2011 sufrió de lo lindo ante el americano en la primera ronda de Roland Garros. El balear necesitó cinco sets para superar esa tortura, aunque nada tiene que ver esa situación con el presente. El verdadero enemigo de Nadal ahora mismo es él y busca mantener la buena línea del miércoles.

Para el torneo monegasco, Nadal estrena raqueta, una herramienta con más separación en las cuerdas que le permite golpear con más potencia y darle más efecto todavía a sus impactos. Pierde control, eso sí, pero de momento está a gusto con su nueva Babolat y se espera que vuelva a utilizarla este jueves.

Hay síntomas de mejora en Nadal y él exhibe esa alegría en sus palabras. Ha pasado a hablar de ansiedad a pensar en positivo. «He jugado un partido sólido, mejor de los que he hecho en estos últimos tiempos. He tenido cinco días de entrenamientos aquí donde me sentía ya bien. Después de lo que pasó en Miami, estoy era una prueba para mí para ver lo que iba a suceder aquí», apuntó después de vencer a Pouille.

Contra el talentoso francés, Nadal tuvo unas estadísticas fantásticas. «No he encadenado errores (cinco no forzados en total) como pudo pasarme en los últimos meses. También he logrado algunos 'passings' que había pegado mal últimamente. No sé lo que pasará mañana pero llegaré al hotel con un buen sentimiento porque fue probablemente mi mejor partido del año».

Isner sube claramente la exigencia y se avecina un bombardeo, aunque la potencia del norteamericano se desbrava en la tierra. Pese a su altura (208 centímetros), se mueve con cierta gracia y tiene golpes. Nadal necesita mantener la chispa que ofreció en su regreso al Principado.

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