Hughes

El aeropenalti

El partido contra el PSG nos devuelve al mejor Cristiano europeo desdoblado en dos vertientes, la del goleador que bate récords y una menos conocida, la del creador

El partido contra el PSG nos devuelve al mejor Cristiano europeo desdoblado en dos vertientes, la del goleador que bate récords (goles 100 y 101 con la misma camiseta en la competición) y una menos conocida, la del creador.

Es difícil crear en el fútbol. Conocíamos el penalti de Panenka o el de Sócrates. Incluso habíamos visto el penalti indirecto de Messi para Suárez, pero Cristiano ha ido más allá. El análisis de la repetición nos demuestra que la pelota recibió un impulso vertical que parecía mágico pero que tiene explicación en su pisada con la pierna de apoyo (la zurda). Cristiano da un pisotón en el suelo y eso levanta el balón lo justo para que el golpeo posterior se haga sobre una pelota en el aire. De este modo, se inventa un penalti indirecto personal. Nadie le toca la pelota, ni siquiera él. Por Rio Ferdinand sabemos que no es casualidad, que es premeditado.

La época del Cristiano lanzador de faltas ya parece lejana, pero su golpeo trajo alguna innovación. Era más que una folha seca, un sube y baja, un tobogán. Ahora vuelve a innovar con el penalti. Cristiano es el que más ha aprovechado la creciente ligereza de la pelota. El balón se va haciendo más liviano y el futbolista más poderoso y muscular, de modo que las posibilidades de golpeo aumentan.

Cristiano ha sido comparado con un jedi. Parece mágico. El «exingol» de cuando éramos niños (fútbol soplado, de aire) o el soplido del Dios del fútbol. Hay acciones mágicas cerca de la ilusión óptica: la finta, el autopase, el efecto, el caño o el regate sin necesidad de tocar la pelota. Lo que no habíamos visto es mover la pelota sin necesidad de golpearla.

En su penalti se la puso a si misma botando, se la colocó a sí mismo. Cristiano prescinde del otro y se crea su propio «indirecto», como Juan Palomo del fútbol.

Cristiano es el primer jugador en hacerlo, y creo que es una virtud más de su prodigioso y fértil narcisismo. No es casualidad que haya inventado en la suerte solitaria por excelencia: el penalti.

Cristiano también le ha sacado un toque de más al fútbol, le ha extraído, con el entrenamiento, algo más al reglamento.

Pisar el suelo para que se mueva la pelota, generar un efecto en ella con la superficie no lo había hecho nadie.

En una divertida columna, Manuel Jabois habló del penaldo de Cristiano. En este penalti no engaña al árbitro, ni engaña al rival como sucede en el regate. En esta jugada logra engañar a la pelota, mover la pelota sin rendirse a tocarla. Esto ni lo ha hecho Garrincha ni lo ha hecho Pelé ni lo ha hecho Messi. Ni Maradona. Todos ellos eran genios fieles a ella, al servicio de ella. Pero nadie la había engañado así.

Mover la pelota sin necesidad de tocarla, sin plegarse a tocarla. ¡Es la mayor irreverencia y la mayor chulería de la historia del fútbol!

Es de dominador absoluto, de masculinidad absoluta y autoritaria sobre el elemento esférico. Al lado de Cristiano, Hugo Sánchez era un goleador feminoide. (¿Cómo nos parecía propio de La Quinta de los Machos con esa chilena seguida de voltereta?)

Esto es el equivalente legal a la mano de Dios. Legal y de un Dios distinto, sin justicia, de un dios mitológico que agita la tierra. Según los esquimales, golpeando la tierra es como se fue formando.

Pues eso, Cristiano es como un goleador mitológico e inuit que juega con lo elemental y entre él y la pelota usa de intermedio al terreno de juego. El terreno de juego ya no es mera superficie. Es materia susceptible de golpeo.

Esto yo creo que no lo ha hecho nadie y lleva al fútbol una sabiduría manga, fruto de un entrenamiento obsesivo y de una concentración que, pareciendo narcisista, consigue lo impensado. ¿Romario era un jugador de dibujos animados? Era un jugador Disney. Esto es Dragon Ball.

Habíamos visto a Cristiano y Messi devolver el fútbol al optimismo de los años 50. Pero este golpeo es muy anterior a Puskas. Es primitivo, es del primitivismo del fútbol, de cuando era sagrado y maya.

Cristiano con quien está emparentado es con Puskas, con Cañoncito Pum. Solo que él no engorda, sino que se va esculpiendo cada vez más. Pero con Puskas es con quien habrá que medirlo. Del tipo de goleador que no vivió para el gol y la portería, sino también para la pelota, puliendo su golpeo como un diamante intemporal.

¡Por eso Cristiano marca tantos hat tricks! Ahora entendemos del todo la sabiduría inglesa del fútbol: el delantero mejor es el que se quiere llevar la pelota con él.

Di Stéfano dijo de Butragueño que le agitabas y se le caían los goles. Cristiano ya estaba harto de agitarse él y ha agitado la superficie. Ha movido el balón golpeando la tierra como si la soplara un Dios subterráneo. ¡Qué barbaridad!

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