Real Madrid-Barcelona

Valverde: tímido, analítico y lleno de inquietudes

Desde su sensatez, el técnico ha apaciguado el polvorín del Barça en apenas seis meses

Ernesto Valverde durante una rueda de prensa EFE / ATLAS

SERGI FONT

Es muy difícil encontrar un futbolista argentino que no arrastre un apodo con el que se le conozca en el mundo del balompié. Ernesto Valverde no es argentino pero sus amigos le conocen como « txingurri ». Se lo debe a una ocurrencia de Javier Clemente , que le bautizó con este alias cuando le fichó para el Español en 1986. «Yo tenía un barco que se llamaba Txingurri, que en euskera significa hormiga . Cuando Ernesto tenía 22 años era delgadito y pequeñito, por lo que le llamé así. Igual no le gustó y le hice una faena porque se le ha quedado para siempre...», explica socarrón el exseleccionador. No iba desencaminado Clemente con el sobrenombre porque el técnico del Barcelona reúne todas las cualidades del trabajador himenóptero , más allá del tamaño que le confieren sus 169 metros de altura.

Los que le conocen destacan que es un estudioso del fútbol , analítico y que sabe delegar en su equipo de trabajo. La prueba es que para preparar el clásico ha visto hasta la saciedad los dos partidos de la Supercopa de España de este pasado verano. « Durante toda la semana va hablando con los jugadores sobre el siguiente partido insistiendo en las labores que quieren que hagan. Sus charlas son muy buenas, son breves, pero muy directas», explica un oyente habitual de sus indicaciones. El empate del Real Madrid en San Mamés (0-0), la visita del Borussia de Dortmund (3-2) o la goleada ante el Sevilla (5-0) fueron seguidas y analizadas «in situ» por sus colaboradores. El informe para este clásico lo completan los dos partidos del Mundial de Clubes.

Amante de ir en bicicleta , de la lectura , del ajedrez y de la fotografía (ha publicado un libro, «Medio tiempo», con sus instantáneas y expuso en el Pireo), es considerado por todos los que le conocen como un futbolista atípico . En el trato y en el físico. «Una vez fue convocado por la selección española y llegó al hotel de concentración con su gabardina, sus gafitas estilo Ghandi y una especie de bandolera donde guardaba su cámara de fotos y no le dejaban pasar porque nadie se creía que fuera un futbolista », explica a ABC un testigo de aquella anécdota.

Poco amigo del «tercer tiempo», sabe separar el trabajo de su vida familiar . Instalado en un piso de Sarriá, reconoce que «en casa no se habla mucho de fútbol». Tremendamente obsesionado con mantener a su mujer , Juncal Díez, y a sus tres hijos fuera del foco mediático, asegura que todos «están ilusionados» con esta nueva etapa.

Mantiene a sus amigos de siempre . Incluso aún tiene un grupo de whatssapp con los compañeros del Español con los que perdió la final de la UEFA ante el Leverkusen, aunque participa poco. Pichi Alonso , uno de ellos, explica: «Nunca se quejaba, ni siquiera cuando supo que no iba a jugar aquel partido. No era un cabeza loca, se juntaba con los vascos y era más de escuchar que de dar voces ».

Este perfil lo suscribe Jaume Langa , fisioterapeuta del Barcelona cuando Valverde cruzó la Diagonal y se vistió de azulgrana. « Era muy introvertido y agradable en el trato . Correcto y educado. Siempre iba con su cámara, como si fuera un zurrón, y aprovechaba cualquier momento. Era muy querido en el vestuario. En una época en la que los jugadores iban en Mercedes o BMW, él iba en un Dos Caballos . Era fantástico, pero como no era holandés...», explica.

Precisamente, las escasas oportunidades que tuvo en el Barça son algunas de las espinas que aún tiene clavadas. « Lo único que le puedo echar en cara a Cruyff es que no me ha dejado fracasar », explicó en su momento.

Seis meses le han bastado para ganarse a la masa social azulgrana, al vestuario y a todos los estamentos del club, que destacan su carácter campechano y conciliador incluso en cuestiones espinosas y su capacidad para pilotar un vestuario con grandes egos. El ejemplo más claro es la naturalidad con la que Messi aceptó su suplencia en los dos últimos partidos de la Champions League , ante la Juventus y el Sporting de Lisboa. Las diferencias con Luis Enrique son abismales. Incluso Gerard López lo confirmó al ver al Txingurri en las gradas del Mini Estadi: «Es la primera vez que el entrenador del primer equipo viene a vernos en dos años y medio», soltó. Valverde ha traído paz donde antes había crispación . Buena parte del mérito lo tiene su lema: «El fuego no se apaga con gasolina».

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