Balón de Oro 2015

Leo Messi es de oro

El jugador argentino del Barcelona conquista su quinto trofeo tras imponerse en las votaciones a Cristiano y Neymar

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La Gala de la FIFA de este 2016 reconoció la hegemonía culé en el 2015, un año sin Mundial. A estos efectos, para un club es mejor ganar en un año sin fútbol de selecciones. Luis Enrique fue elegido entrenador del año y Messi recibió su quinto premio, marcando una distancia con los Cristiano, Cruyff o Platini. Fue votado por el 47%, Cristiano recibió el 27% y Neymar el 7% de los votos.

¿Qué hubiese pasado si el Madrid hubiese estado en su sitio?

La Gala se abrió con un inclasificable número musical a cargo de un dúo de chelos eléctricos que tocaron el Thunderstruck de AC/DC, quizás la canción más oída en los estadios antes de los partidos.

Presentaba la escultural Kate Abdo

y un inglés de rostro inconfundible (un auténtico pasaporte, esa cara) haciendo de inglés.

Se eligió el mejor once del año. Neuer en la portería; Alves, Silva, Ramos y Marcelo en defensa; Modric, Iniesta y Pogba en la media y arriba los tres aspirantes al balón de oro. Empate de Barcelona y Madrid con cuatro cada uno.

Salió un muchacho danés a hacer una pregunta y eligió a Cristiano: ¿Qué harás cuando te retires? «Desarrollar mi marca». El futbolista, la persona y la marca empiezan a confundirse. Es uno y trino.

Cristiano estuvo encantador. En realidad, en estas galas es cuando más simpático está en todo el año. Es como si se reservase las sonrisas. Se le ve que disfruta. Cuando habló junto a Marcelo vimos claramente que está más moreno que el brasileño.

La Gala de la FIFA, con la alfombra roja, ha ido desarrollando dos cosas: el estilismo de futbolista, y la institucionalización de las WAGS. No estuvieron todas, y la más guapa fue nuestra Pilar Rubio (nuestra por nuestros posters, nuestros fondos de pantalla y nuestras ganas). Messi cambió Dolce Gabanna por Armani, la elegancia clásica, por fin. Su papel extravagante lo asumió Pogba, que parecía un árbol de navidad. Iba con su madre y una americana de brocado. No es habitual utilizar el adjetivo brocado en la sección de deportes.

Neymar, con un sombrero que no se quitó, fue la otra nota discordante. Se percibe aquí la nefasta influencia de Alves (siguiendo la asombrosa doctrina actual aceptada por la prensa barcelonesa, podría describirse el estilo de Alves como una p… basura y nada pasaría, pero no lo haremos).

Le preguntaron a un encanecido Van Basten (es curioso: nos sigue pareciendo el mejor. Seguimos hablando de Van Basten. Es uno de los temas de conversación entre hombres. Es la manera de romper el hielo entre hombres: Van Basten), le preguntaron qué hacer como entrenador con un once así: «Callarme y decir good luck». Todos nos acordamos de Benítez en ese momento.

Luis Enrique, ausente

Bilardo dio el premio a los mejores entrenadores. Jill Ellis en el fútbol femenino. Dio un discurso entrañable cargado de valores. Bilardo, detrás, ponía cara de no estar muy convencido. ¿Cómo seria una mujer entrenadora en el fútbol de élite? ¿Le harían la cama igual? Bilardo proclamo mejor entrenador a Luis Enrique, que se quedó en casa tocando el clarinete como Woody Allen. En su lugar salió Robert -antes Roberto- Fernández, que impostó la emoción del premiado. Bilardo, de nuevo detrás, tenía cara de poder sacar un alfiler en cualquier momento.

El premio Fair Play, que recibió Asamoah, estuvo vinculado a la ayuda a los refugiados. Algo tiene que hacer el fútbol, es verdad; está concernido porque los refugiados llegan a Europa vestidos sobre todo de futbolistas.

Ellis y Lloyd
Ellis y Lloyd - REUTERS

La Gala es bastante paritaria y se le dedica mucho tiempo a las estrellas del fútbol femenino. Siempre que lo vemos nos prometemos dedicarle un poco más de atención el año próximo, pero nos falta «cultura deportiva». Estados Unidos, Alemania y Japón son las potencias. Un compañero me dijo una vez una maldad: «El deporte femenino ni es deporte ni es femenino». Una barbaridad machista deplorable que no pienso en absoluto. Carli Lloyd, ganadora del Mundial, con hat trick en la final incluido, fue elegida justamente mejor futbolista del año. «Persigan sus sueños», nos exhortó.

El japonés Nakata (en la FIFA estamos todos) entregó el premio Puskas al mejor gol del año. Ganó una chilena acrobática a la media vuelta, una cosa de arte marcial, del brasileño Wendell Lira. Un jugador modesto. Lloró su mujer, y él se emocionó mucho. Lo primero que hizo fue acordarse de Dios. En realidad, fue el único que se acordó de Dios. Los demás hablaban del Fútbol como única deidad. Contó la parábola bíblica en la que él era David y los demás Goliat.

No fue el mejor gol, pero su emoción llevaba a Zurich la humildad del fútbol pequeño y meridional.

Kaká desveló el ganador

Finalmente llegó el gran momento. Kaká, el último futbolista ganador antes de Cristiano y Messi, fue el encargado de entregarlo. A su lado, un presidente en funciones de la FIFA, del fondo inacabable de directivos de la FIFA, que acusa el vacío de poder.

Messi recibió su quinto Balón de Oro. Se hace raro verle rodeado de gente sin driblar a nadie. Besó a Neymar, dio la mano a Cristiano y se mostró tímido y elegante. «Es más de lo que soñé cuando chiquito. Le doy las gracias a mis compañeros y sobre todo al fútbol que me enseñó todo». Las leyendas, llegado cierto punto, le hablan al fútbol directamente.

Messi es el gran monarca de algo que todo el mundo comenta, practica, o sueña.

La imagen de la gala fue el saludo sonriente de Cristiano a Antonella Roccuzzo, la mujer de Messi. Neymar, a su lado, miraba con recelo. Muy vigilante.

Sabíamos que se llevaban bien, pero no tanto.

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