Leo Messi celebra la clasificación del Barcelona subido a una valla del Camp Nou
Leo Messi celebra la clasificación del Barcelona subido a una valla del Camp Nou - AFP

Barcelona-PSGDoctor Jeckyll y Mr. Hyde

Los azulgranas son capaces de mostrar dos caras diametralmente opuestas en la eliminatoria de Champions ante el PSG

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El Barcelona ha sido capaz de mostrar las dos caras de una misma moneda en la eliminatoria de octavos de final de la Champions ante el PSG. Hace tres semanas, los azulgranas regresaban de París sumidos en la depresión tras un varapalo que presumía impensable que el Barça pudiera acceder a los cuartos de final. Los síntomas que presentó el equipo culé eran preocupantes y el proyecto de Luis Enrique parecía agotado. De hecho, el técnico asturiano decidió anunciar que no seguía en el equipo la próxima temporada para relajar la tensión. Y lo consiguió. Pero no fue el único aspecto que explica el cambio de imagen entre el partido de ida y de vuelta.

La palabra triplete ha vuelto a aflorar al vocabulario catalán

después de la exhibición en el Camp Nou aunte el equipo de Emery. El técnico del PSG volvió a sufrir una derrota dolorosa y contundente que le deja muy tocado por la imagen ofrecida y el resultado encajado. La prensa francesa no tuvo piedad con el vasco, que volvió a chocar ante su peor rival. De las 24 ocasiones que se ha medido al Barça solo fue capaz de ganar el año pasado cuando entrenaba al Sevilla y en el partido de ida de Champions de esta temporada. No obstante, hay varios factores para entender esta metamorfosis azulgrana.

El triunfo de la fe

Es tal vez la gran diferencia con respecto al partido de la ida, dejando de lado cuestiones tácticas y deportivas. El Barcelona fue gestando un ambiente de grandes noches y empezó a preparar la remontada desde el mismo momento que abandonaba el Parque de los Príncipes. Las victorias ante Sporting (6-1) y Celta (5-0) ayudaron a recuperar la moral, la fuerza y la confianza. Se vio en los primeros minutos del partido. El primer gol de Luis Suárez a los tres minutos permitió soñar y el segundo, antes del descanso, creer en la gesta. Ni siquiera el gol de Cavani enterró la fe de un equipo que quiso lavar su imagen y dio un golpe encima de la mesa. « No ha habido nadie que haya dejado de creer, después de ver el despliegue del equipo, que ha estado espectacular, hemos tomado muchos riesgos pero al final lo logramos. Es la victoria de la fe», aseguró Luis Enrique, que dedicó el partido «a todos los que no han dejado de creer a pesar del 4-0 de la ida».

El momento de forma de Neymar

No estaba siendo su mejor temporada y se echaban de menos sus goles pero el brasileño llevaba varias semanas siendo el mejor del equipo. Lo cierto es que ha sido de los pocos futbolistas que se han librado de las críticas durante el bache que ha atravesado el Barcelona durante el mes de febrero. Ante el PSG estaba motivado, como probó el hecho que se hubiera apostado con varios futbolistas en el vestuario que sería capaz de marcar dos goles. No solo cumplió su palabra sino que participó activamente en otros dos, al sufrir el penalti que dio paso al tanto de Messi y dar en el último suspiro el centro a Sergi Roberto para que anotara el sexto gol. «Es el mejor partido que he jugado. por la historia, por los goles, por los equipos que éramos. La semana después del partido de París fue difícil, pero luego nos empezamos a animar, a jugar bien, y llevaba una semana que estaba loco para que llegara este partido», explicó el paulista al término del partido.

Reinventar el sistema de juego

Necesitaba Luis Enrique un revulsivo tras comprobar que todos los equipos empezaban a tomarle la medida. El partido en París fue donde quedó completamente patente pero ante el Atlético de Madrid en Copa o ante el Betis en Liga ya se vio que el clásico 4-3-3 empezaba a estar caduco. Los equipos quese enfrentaban al Barcelona presionaban muy arriba y ahogaban a los centrocampistas impidiendo la salida jugada del balón. Fue probando el técnico variaciones, con un 3-4-3 en ataque que expuso ante el PSG en su máxima expresión. Luis Enrique no se cortó y lo apostó todo al prescindir de laterales y afrontar el choque sólo con tres centrales en defensa (Mascherano, Piqué y Umtiti) que, además, jugaban muy adelantados y lejos de la portería de Ter Stegen. Esto permitió disponer de superioridad en el resto del campo. Iniesta valoró el juego ultradefensivo del PSG. «Es espectacular lo que hemos vivido, la gente ha estado impresionante. Este equipo tiene estas cosas: nos hemos sabido rehacer después del 4-0 en París y no ha sido nada fácil. Nos dijeron muchas cosas pero nos hemos ganado crédito para mucho tiempo. Depende de cómo lo veas, cuando tienes un 4-0 en contra te esperas lo peor pero sabíamos que si marcábamos les entrarían las dudas. Siempre ha habido una esperanza y nos hemos aferrado a ella con ayuda de la afición. Hemos creído hasta el final para tumbar a un equipo con una idea ultradefensiva y no ha sido fácil, hemos hecho lo prácticamente imposible», explicó el manchego.

La presión en la salida del balón

Es tal vez una de las grandes diferencias con el partido de la ida. La intensidad con la que los futbolistas del Barcelona impidió el juego de los franceses fue una de las claves. Tras la debacle de París, los analistas hablaron de baño táctico de Emery y hasta Iniesta y Busquets reconocieron que no tenían las ideas claras. La alineación de Rafinha y la pelea constante de Luis Suárez fueron claves para impedir que la defensa parisina pudiera pensar. Gerard Piqué ordenó la defensa y casi jugó en el centro del campo, cortando la salida del PSG. «Este club nunca había vivido esta historia, se puede hablar del 3-0 al Göteborg, pero aquel equipo no tenía la misma talla que este PSG, podemos hablar del gol de Iniesta en Stamford Bridge o del partido contra el Kaiserslautern, pero no creo que esta gesta sea comparable. Ha habido mucha gente que nos ha intentado enterrar. Es cierto que algún día dejaremos de ganar, que esta generación algún día abdicará, pero todavía nos queda un poco. Y vamos a intentar ganar todos los títulos posibles. A la gente que no creía, le digo que vuelva a hacerlo. Hace un mes parecía que no íbamos a ganar nada, ahora no queremos cargar con la presión de tener que ganar el triplete. Somos el único equipo español que lo ha ganado, el único que lo ha ganado dos veces», comentó el central.

Polémicas arbitrales

Aunque la prensa francesa no le dio ninguna trascendencia a la actuación del árbitro, es cierto que hubo alguna acción que podría haber cambiado el escenario del partido. Unai Emery se quejó tras el choque. «Hemos tenido el 3-2 y las decisiones arbitrales nos han perjudicado. Hemos perdido en los últimos minutos todo lo que habíamos trabajado. Al Barça le cobran dos penaltis que pueden ser dudosos y nosotros tuvimos uno que pudo ser», soltó el entrenador del PSG. Y completó: “Las decisiones arbitrales, no sé si acertadas o no, nos han perjudicado. En un área se ha pitado penalti y en la otra no», lamentaba amargamente el entrenador del PSG. Emery se refería, sobre todo, a una jugada en la que Mascherano derriba a Di Maria dentro del área y a la pena máxima señalada por un agarrón más que dudso sobre Luis Suárez. En este sentido, uno de los protagonistas de una de las jugadas reconoció el contacto y la pena máxima cometida que el árbitro Deniz Aytekin no señaló. «Está claro que hice falta a Di María, pero creo que ese no es el motivo por el que eliminamos al PSG», zanjó Mascherano.

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