El presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, junto al presidente ruso Vladimir Putin
El presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, junto al presidente ruso Vladimir Putin - REUTERS

Una «red mafiosa» gobernaba el fútbol mundial

Detenidos siete de los nueve directivos de la FIFA acusados de cobrar 140 millones en sobornos. Entre ellos figuran dos vicepresidentes de Blatter

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Acusada de corrupción, blanqueo de dinero, extorsión y fraude electrónico, la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) quedó ayer sacudida por una ola de arrestos sin precedentes. En la red corrupta están implicados de momento cinco empresarios y nueve altos directivos de la FIFA, entre ellos dos vicepresidentes, a los que la Fiscalía de Estados Unidos acusa de haber amañado la designación de distintos torneos, entre ellos el Mundial de Sudáfrica de 2010 y la Copa América de 2016, así como la elección del presidente de la FIFA de 2011. La red corrupta habría recaudado gracias a los sobornos cerca de 140 millones de euros. Paralelamente, la justicia suiza ha abierto otra investigación relacionada con la concesión de los Mundiales de 2018 y 2022

a Rusia y Qatar.

Todo comenzó a primeras horas de la mañana de ayer en Zúrich en una rocambolesca escena que tuvo lugar en el lujoso hotel Baur au Lac, donde se celebrará la Asamblea de la FIFA. Una docena de policías suizos se presentó en la recepción con una demanda de detención cursada por las autoridades norteamericanas. Fueron pidiendo las llaves de las habitaciones de los dirigentes de la FIFA implicados. En ese momento, detuvieron a siete de los acusados que, según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, durante 24 años habrían logrado «lucrativos derechos de comercialización en los medios y mercadotecnia en los torneos internacionales».

Orden de registro

En paralelo, las autoridades suizas protagonizaron otra operación en el edificio que alberga la sede de la FIFA en Zúrich con una orden de registro tras la que se llevaron numerosos ficheros informáticos con datos relativos a la atribución de las próximas Copas del Mundo que tendrán lugar en 2018 en Rusia y en 2022 en Qatar. Esta operación es diferente a la anterior y se enmarca dentro de un procedimiento que arrancó el pasado 10 de marzo por irregularidades en el funcionamiento del organismo.

La ola se iba haciendo cada vez más grande, y la FIFA quiso pararla con una conferencia de prensa en la que su director de comunicación, Walter de Gregorio, puso al organismo como víctima. Lo primero que hizo De Gregorio fue aclarar que ni el presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, ni su secretario general, Jérôme Valcke, están implicados en el escándalo y que las elecciones tendrán lugar mañana como está previsto. Además, aseguró que la FIFA coopera plenamente con las autoridades suizas y norteamericanas. «La FIFA -afirmó- es víctima de esta situación y facilitaremos toda la información solicitada. Por nuestro interés y por el bien del organismo, todas las preguntas serán respondidas, sobre todo las que se refieren a la limpieza que hemos emprendido en los últimos años». Horas más tarde, la FIFA anunciaba que suspendía provisionalmente a once de los implicados, entre ellos dos vicepresidentes: Jeffrey Webb y Eugenio Figaredo.

Suiza colabora

Por su parte, las autoridades suizas no han dudado en intervenir, a pesar de que la FIFA goza de toda una serie de inmunidades en territorio helvético, por tratarse de una asociación regida por el derecho civil suizo. Desde hace años, el Ministerio Público de la Confederación Suiza (MPC) investiga la opacidad que envuelve el funcionamiento de las organizaciones deportivas internacionales y concretamente la FIFA.

Como si fuera ajeno a todo el revuelo, el actual presidente de la FIFA, Joseph Blatter, declaró ayer en una reunión celebrada a puerta cerrada en un hotel de Zúrich que «se muestra confiado» ante la elección.

Por su parte, el Comité Ejecutivo de la UEFA pidió suspender el congreso que celebrará hoy la FIFA y aplazar seis meses las elecciones presidenciales que el organismo que dirige Joseph Blatter tiene programadas para mañana. La institución que dirige Michel Platini afirmó que el Congreso corre peligro de convertirse en una «farsa», por lo que las asociaciones europeas tendrían que considerar «asistir» y advertir de que si este sistema no se para, «matará al fútbol». Asimismo, la UEFA afirmó que estos hechos muestran que la corrupción «está profundamente enraizada en la cultura de la FIFA».

En este ambiente de tensión, la prensa suiza desveló ayer que tanto el único adversario de Blatter, el príncipe jordano Ali bin al Husein, como otro de sus antiguos rivales, Michael van Praag, fueron espiados por la candidatura de Blatter. Según estas informaciones, las escuchas telefónicas habrían sido efectuadas por una sociedad india de seguridad regida por la hija del actual presidente.

Espionaje al rival

Tanto Corinne Blatter como Sepp Blatter desmintieron categóricamente ayer haber vigilado al príncipe jordano. «No sé quién está detrás de todo esto, pero claramente es una maniobra para afectar la reputación de mi padre», declaró Corinne a la prensa.

El 65 congreso de la FIFA, que se inagurará hoy en el Hallenstandion de Zúrich, estaba previsto que fuera una gran fiesta transmitida en directo en la que Blatter sería reelegido. Sin embargo, esta reunión de la familia del fútbol se ha visto empañada por un escándalo sin precedentes que pone en entredicho, más que nunca, a la imagen de Blatter, quien soñaba con un quinto mandato consecutivo al frente del «estado más grande del planeta».

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