Hamilton consolida su asalto al liderato

Brillaba el sol en los prolegómenos de la gran salida. La lluvia, protagonista en la clasificación del sábado, había decidido que no era su día. Había llegado el momento de que pilotos y escuderías dieran el callo. Los 306 kilómetros que tenían por delante atestiguarían si Mercedes continuaba siendo dueña y señora del campeonato, si Raikkonen conseguía rascar algo saliendo decimocuarto, o si los españoles eran capaces de dar un golpe sobre la mesa y pelear por los puestos de arriba, toda vez que habían logrado una buena posición en la parrilla de salida. Fernando Alonso, en su circuito talismán, el mismo que le vio ganar su primer mundial a los mandos de aquel dominante Renault de 2005, partía de una séptima posición que le acreditaba para soñar con una puntuación en dobles dígitos.

[Así fue el Gran Premio de Hungría en directo]

Los 53 grados bajo los que ardía el asfalto amenazaban de muerte a los neumáticos. Lo estrecho del recorrido forzaba a los pilotos a apurar al máximo el trazado si querían tener opciones para adelantar. Esto, unido a la temperatura, conformaba un cocktail fulminante no solo para las gomas de los bólidos, sino también para la condición física y mental de los conductores.

Rosberg veía como su liderato en carrera duraba apenas unos segundos: Hamilton le adelantó en la misma recta de salida. Hizo lo propio Alonso con su compatriota Sainz. McLaren impuso el «all in» al piloto asturiano al ver que Button, que rodaba octavo, se descolgaba por culpa de problemas técnicos en su coche. Mientras tanto, Raikkonen, que veía como Ricciardo y Vettel le superaban virtualmente en la clasificación general del campeonato, emprendía su remontada. Marchaba decimoprimero cuando no se habían cumplido ni diez vueltas. Ferrari tenía esperanzas.

Vettel inauguró el baile de paradas en boxes en la vuelta 15. La dificultad para adelantar de Hungaroring revestía a la estrategia de las escuderías de un valor especial. Ir a dos o a tres paradas se antojaba decisivo. Ferrari aprovechó el envite para afianzar a sus dos pilotos en la parte alta de la carrera. Vettel, que rodaba cuarto, veía como Raikkonen alargaba su repostaje para ejercer de tapón sobre su perseguidor inmediato, el Red Bull de Verstappen.

El ritmo lo marcaba Hamilton, que tras varias vueltas rápidas decidió aminorar la marcha, quizás buscando oficiar una disputa por el segundo puesto entre Rosberg y Ricciardo que le permitiese seguir liderando la carrera con cierta tranquilidad.

Fue entrar a boxes el piloto finlandés de Ferrari y comenzar a volar sobre la pista magiar. Salió entre los dos españoles, pero Alonso apenas aguantó el vertiginoso ritmo de los superblandos que vestía Raikkonen, que ya era sexto. No contento con ello, apuntaba a Verstappen: era el más rápido sobre el asfalto. Terminó rompiéndose el saco, y con él, el alerón delantero del nórdico. Se tocaron cuando el de Ferrari trazaba un adelantamiento.

La carrera lució por la astucia de los equipos. La estrategia de cada uno, como previamente se podía intuir, resultó fundamental para el devenir del Gran Premio. Red Bull jugueteó con los tiempos de sus paradas para tratar de alcanzar a los Mercedes, que seguían apurando kilómetros como quien tiene prisa por terminar. Únicamente los doblados aportaron una pizca de emoción a la cabeza de carrera.

Consolidó Hamilton su toma del liderato en Hungría con su quinta victoria sobre el circuito húngaro. Superado el ecuador del campeonato, aventaja a Rosberg en seis puntos. Los españoles no pudieron mejorar lo logrado el sábado. Fernando Alonso finalizó séptimo, igual que salió. No puede estar descontento el ovetense si tiene en cuenta que solo había puntuado en otros dos circuitos. Carlos Sainz volvió a llevar al límite a su Toro Rosso y repitió su puesto de las últimas dos carreras, octavo.