Sergio Pérez, feliz nada más bajarse del podio en Mónaco
Sergio Pérez, feliz nada más bajarse del podio en Mónaco - EFE
Fórmula 1

La Fórmula 1 en modo español

Cuatro pilotos de habla hispana clasificados entre los once primeros cambiaron los hábitos en Mónaco

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En la plaza central del puerto de Mónaco no se hablaba solo inglés, el idioma único de este deporte. Tampoco era exclusivo el francés, concesión debida a la ciudad anfitriona. Ni siquiera se deslizaba el vivaracho léxico italiano, Ferrari noqueada en una pésima sobremesa. En el corazón de la Fórmula 1 desde 1950, ese embarcadero gigante con vistas al Mediterráneo, brillaba el español. Cuatro pilotos de habla hispana (Fernando Alonso, Carlos Sainz y los mexicanos Sergio Pérez y Esteban Gutiérrez) incrustados entre los once primeros clasificados del gran premio conferían otro aire a la estancia.

En la Fórmula 1 todo pasa por el inglés. Las ruedas de prensa, los comunicados oficiales o las entrevistas (incluso a los pilotos españoles) se ofician en el idioma de Shakespeare.

Es la lengua madre, obligatoria para manejarse en un reducto con hábitos británicos. Horarios, comidas, usos, costumbres, el té incluso presente en algunas escuderías. Inglaterra es la cuna de la F1: casi todos los equipos tienen su sede en los alrededores del circuito de Silverstone, próximo a Brackley y Milton Keynes. El inglés es el esperanto moderno, la única vía de comunicación en este deporte.

Inversores latinos

Sucede que la globalización de la Fórmula 1 hechizó a inversores latinos. El empresario Carlos Slim, considerado el hombre más rico del planeta, atrajo al Mundial a dos pilotos mexicanos, Sergio Pérez y Esteban Gutiérrez. Pérez empezó en Sauber, ascendió a McLaren y lleva tres años en la zona media del pelotón con Force India. En Mónaco logró el sexto podio de su vida. Para su compatriota Esteban Gutiérrez es el quinto año en la F1. Se estrenó en Sauber, siguió como probador en Ferrari, y tripula este curso un coche nuevo, el sorprendente Haas. En Mónaco fue undécimo.

El éxito de los mexicanos congregó a otras voces en el paddock de la F1. En vez de los modales suaves, el tono flemático y las sonrisas a media luz de los británicos, hubo pasión latina. Charlas cantarinas, risotadas espontáneas y fuertes abrazos entre los pilotos y sus acompañantes, los periodistas o los felices patrocinadores. «Ay, papito, aprenda usted el castellano», le decía una muchacha a su interlocutor.

Ambiente festivo

Pasa por el lugar Justin Bieber con su tropa de raperos y la atención se desvía unos momentos hacia esta estrella de la canción. Pero al instante vuelve el jolgorio latino. Sergio Pérez ha terminado la rueda de prensa oficial de la FIA (en inglés, «of course») y se abraza como un pulpo a unos amigos que quieren hacerse selfies a mansalva con uno de los triunfadores de la tarde. La comitiva de Esteban Gutiérrez es inconfundible: rostros barbudos y cetrinos en un séquito alborozado y chillón.

Fernando Alonso no ha ganado ni ha subido al podio, pero también participa en esa tarde jubilosa de lengua hispana. Mucha gente se acerca a estrechar la mano del asturiano, saludarle y abrazar ese cuello por la conquista de un resultado inesperado: quinto en Mónaco y subiendo. Expilotos, el presidente de la FIA, personal que rodea las carreras y patrocinadores lo cortejan. El tono de voz lánguido cambia esta vez hacia una ondulación más expansiva. En Mónaco, pasarela de colores y modos refinados, triunfó el domingo la energía hispana.

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