Fernando Alonso, durante el pasado GP de Austria
Fernando Alonso, durante el pasado GP de Austria - AFp
Fórmula 1

Fernando Alonso vive en estado zen

Pese a las calamidades del McLaren, los abandonos y un año sin resultados, el español se declara motivado y feliz

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«Mira, ahí le tienes. ¿Dirías que está alterado?». La pregunta procede del departamento de comunicación de McLaren y el punto de confluencia es una mesa de color gris grafito en la que se escuchan voces cantarinas y risotadas varias dentro del imponente pabellón de la escudería inglesa en el circuito Red Bull Ring. Fernando Alonso cuenta chanzas a un grupo de escuchantes, gesticula como si montase un par de esquíes, muestra la pantalla de su teléfono y todos concluyen la sesión con una carcajada coral. No ha empezado la carrera en la que, horas después, el piloto voló con su coche hasta la coronilla del Ferrari de Raikkonen en un golpe espeluznante. Pasado el tremendo susto y el soponcio de otro abandono, no hay llantos en la misma mesa gris pasadas las cinco de la tarde.

Han cesado las bromas, pero perdura el espíritu zen que el doble campeón del mundo ha impuesto en su regreso a McLaren. Pese a su cuarta retirada consecutiva, al noveno K.O. de los coches ingleses en ocho carreras, Alonso confía en un futuro mejor.

El asturiano se ha quedado en Austria porque esta semana tiene otra cita de vital importancia: entrenamientos, posibilidad de consumir kilómetros, dar vueltas y más vueltas a un circuito para afinar un coche primerizo y que se muestra frágil como el cristal.

La histórica escudería McLaren vive su peor curso desde 1966, cuando traspasó la frontera de la Fórmula 1. Desde entonces ha conseguido 182 victorias en 769 grandes premios. Ha levantado 12 títulos mundiales de pilotos y 8 de constructores. Solo Ferrari es mejor en cualquier estadística (títulos, victorias, poles, vueltas rápidas, puntos, podios, participaciones…). Alonso nunca había cosechado cuatro abandonos seguidos, ni en Minardi (2001). Y, sin embargo, no está disgustado.

La cantera y el fútbol

Estos días en Austria, el piloto ha explicado el momento con una metáfora deportiva. «En el fútbol puedes fichar a tres jugadores buenísimos en el mercado de invierno y cambia tu suerte, empiezas a ganar partidos. Aquí no. En la F1 tienes que hacer una cantera, construir campos, educar a los chavales y esperar que crezcan para que sean figuras», dijo a Movistar TV. Eso es lo que, según él, sucede al binomio McLaren-Honda.

El gigante japonés ha regresado a la Fórmula 1 con su modo de trabajo. Nunca dicen no, respetan las jerarquías y los tiempos y buscan las soluciones con sus ideas. Takahiro Hachigo, el nuevo presidente mundial de Honda, estuvo en Austria este fin de semana. No movió una pestaña cuando se retiraron los dos coches McLaren con su motor Honda. Impasible y silencioso, se fue por donde vino, siempre a la vera de Bernie Ecclestone.

Alonso participa del espíritu zen de los japoneses. La sangre caliente del piloto, la que comparte con su país, se ha atenuado en este «revival» con McLaren. Todo son buenas palabras y mejores gestos, por el momento. El pasado sábado, el piloto se clasificó el 16 en la parrilla y recibió un sinnúmero de felicitaciones por parte de su equipo. Las evoluciones aerodinámicas en el morro del coche habían funcionado. Un pequeño paso. Pero él sintió vergüenza por esos parabienes ante una conquista tan escasa: el 16 en parrilla. De la misma manera, ha agradecido hasta límites insospechados la comunión con el staff de McLaren. Más de una vez, los altos ejecutivos de la firma se han presentado en su camerino para lamentar en común la escasa fiabilidad del motor Honda. Gestos que ya, dice a sus íntimos, no encontraba en Ferrari.

Alonso es consciente de la atmósfera cargada respecto a su sambenito de gafe. Ahora que se va, Ferrari empieza a ganar, grita la onda expansiva. En realidad, gana Mercedes. Y Ferrari es el segundo equipo, de momento sin posibilidad de luchar por el título. Alonso había perdido la motivación por completo en la escudería italiana. Sintió que era como ir todos los días a la oficina a rellenar los formularios, sin expectativas, sin ganas.

El proyecto de McLaren-Honda representa para él algo así como la escuela de fútbol con los niños. Un plan desde cero con el que estamparse o ganar. Cree en la competencia de la escudería inglesa y en la laboriosidad de los japoneses. Ha comentado en su círculo privado que el margen de mejora es muy amplio: resulta más fácil generar caballos de potencia en el motor cuando se está tan abajo como ahora McLaren que exprimir un propulsor dominante, como el Mercedes. El motor Honda lleva tantas vueltas en ocho carreras como cualquier unidad de potencia de Renault al llegar al primer gran premio en Australia. Está en pañales, en pretemporada, pero la realidad decreta otra visión: para el resto del mundo se ha celebrado la octava carrera del año.

Esas dos perspectivas no hacen perder el paso, de momento, a Alonso, que entiende los mensajes optimistas de su equipo al principio de año y las críticas actuales de los medios de comunicación. Según él, la escudería inglesa ha optado por una camino arriesgado y rupturista que dará frutos a largo plazo. Cree que en septiembre, en el último tramo de la temporada, por Singapur o Japón, Honda y McLaren podrán estar en disposición de atacar con regularidad la Q3 y puntuar con frecuencia. Un vaticinio que, en boca de Alonso, suena a mensaje paciente y zen oriental en un año de obligada transición hacia lo desconocido.

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