Ciclismo

Gloria y lágrimas de Valverde

El ciclista murciano conquista su cuarta Lieja-Bastogne-Lieja y le dedica el triunfo, desconsolado, a su amigo fallecido Scarponi

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Llegó Alejandro Valvede solo a la meta, tal cual es su costumbre, levantó los dos brazos al cielo y casi sin tiempo para festejar su cuarta Liega-Bastogne-Lieja, la decana de las clásicas ciclistas, colinas frondosas por los bosques de las Árdenas, arrebató el micrófono al entrevistador y se entregó a la emoción que lo embargaba. Gloria y lágrimas para el murciano en Ans. «Se la dedico a mi amigo Scarponi», acertó a decir de primeras, inconsolable en el llanto por el ciclista italiano atropellado y muerto el sábado. «Y dono el premio a su familia», sollozó.

El destino trágico del ciclismo siempre convive con la natural alegría de rodar en bicicleta, descubrir paisajes, disfrutar el calvario del ácido láctico en las piernas.

Unidos por un hilo invisible, las grandezas y miserias del ciclismo siempre se juntan.

Scaporni murió el sábado mientras se entrenaba, arrollado por un conductor amigo. Valverde no pudo reprimir las lágrimas después de sellar otro éxito incontestable, primer nivel mundial ante los mejores corredores del mundo. Su cuarta Lieja después de su quinta Flecha Valona.

Es la tercera vez que logra ese doblete, nueve títulos en las Árdenas. Números de Eddy Merckx para un ciclista que vive su segunda juventud con 37 años. Valverde solo está a una victoria del Caníbal.

En Lieja lo probaron todos. Henao, Daniel Martin, Formolo y muchos más antes de que Valverde midiese la distancia a la meta, diagnosticase que el ataque de Martin era el bueno y que la victoria estaba ahí, a su alcance. Hace fácil lo difícil, lo que es casi imposible para todos los ciclistas.

«Ha sido muy duro lo de Scarponi. Es un pena», decía Valverde, aún ahogado por el llanto.

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