Morabanc Andorra, del infierno a la Copa

Ayer, cuando la fortuna del bombo emparejó al Real Madrid y al Morabanc Andorra en la Copa, Gorka Aixás echó la vista atrás. El duelo con el campeón en cuartos de final cristaliza el regreso del club andorrano a la elite tras 20 años de lucha. Dos décadas largas que encierran un descenso doloroso en 1996, una travesía complicada por las categorías más bajas del baloncesto nacional y un regreso lento, pero ilusionante, entre los grandes del baloncesto español.

«Yo era un pívot bajito. Muy malo, aunque peleón», confiesa a ABC el ahora presidente del Morabanc. Aixás, jugador del equipo en los momentos más duros, lleva toda «una vida ligado al club». Desde aquel descenso que obligó a empezar desde abajo hasta la clasificación copera de este fin de semana han pasado 22 años de trabajo en la sombra.

Dos décadas de alegrías contenidas para devolver al equipo a la élite del baloncesto europeo. «En aquellos años de jugador ni me imaginaba que ahora pudiéramos estar jugando la Copa de nuevo... pero tampoco lo imaginaba hace tres años. Desde el ascenso hasta hoy hemos ido trabajando igual que lo venimos haciendo desde que llegamos a la directiva. Tratando de dar pasos pequeños cada año para mejorar y crecer sin cometer los errores del pasado», señala el dirigente en referencia a los desmanes del club que obligaron a hacer borrón y cuenta nueva en 1996.

De hecho, «hubo un tiempo en el que no importaba ganar, porque todos los esfuerzos estaban destinados a erradicar la deuda», apunta Aixás, orgulloso por haber dejado ese capítulo atrás y presidir un club saneado que después de tres años en la ACBha vuelto a clasificarse para la fase final de la Copa. «La llegada de Fracesc Solana a la dirección deportiva y la de Joan Peñarroya al banquillo marcaron el cambio de rumbo del club hace siete años gracias a su ambición y capacidad de trabajo», apunta.

El técnico, que apenas contaba con experiencia por entonces, ha sabido crecer de la mano del club. «La filosofía de humildad y lucha es la misma desde el principio, pero hemos ido añadiendo mimbres cada temporada para ser mejores», señala Aixás.

Uno de ellos es David Navarro, que tras pasar por varios equipos de LEB y ACB llegó en 2013 a Andorra para echar raíces. «Somos un club diferente, porque representamos a un país y porque vivimos en una ciudad que es muy pequeña, así que todos nos conocemos. Es un ambiente muy familiar y muy tranquilo», señala el jugador, uno de los referentes del vestuario. La extensión de Peñarroya en la cancha.

De las nueve victorias del Andorra esta temporada, ocho han llegado en casa, donde incluso cayó el Barcelona. «Es un pabellón pequeño y tenemos una afición muy ruidosa que nos ayuda mucho para decantar partidos igualados», afirma Navarro. El catalán ha encontrado la estabilidad en el País de los Pirineos, donde no descarta seguir creciendo. Sin límites, pero con los pies en el suelo. «Ganar al Real Madrid será muy complicado, pero vamos a intentarlo. Es uno de los mejores equipos de Europa y, aunque en liga estuvimos a punto de vencerles, el choque de Copa no tendrá nada que ver porque hay un título en juego», señala el escolta.

Shermadini, la figura

En Vitoria, el Morabanc tratará de exprimir sus opciones ante el campeón con las mismas armas que le han llevado hasta allí. Un juego alegre y veloz –muy parecido al de los blancos– en el que Shermadini acapara los números. El georgiano es el ejecutor ofensivo de un equipo de rendimiento coral con mucho peligro que se mira en el espejo de otros modestos que alcanzaron la gloria como el Herbalife Gran Canaria. «Esto no es un milagro. Es consecuencia del trabajo de muchos años. Claro que nos gustaría parecernos al Herbalife. Y al Iberostar Tenerife o al UCAM Murcia. Todos, modestos que lo han hecho muy bien», apunta Aixás, ambicioso y realista al mismo tiempo.