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Kobe deja a los peores Lakers de la historia

¿Se imaginan al Real Madrid en los últimos puestos de la Liga durante tres temporadas consecutivas? Eso está sucediendo ahora en Los Ángeles

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Todo era felicidad en el último partido de Los Angeles Lakers. En el último capítulo de una despedida interminable, Kobe Bryant anotó 60 puntos en un partido que solo podía haber firmado él, y en el que su impulso anotador del último cuarto le dio la victoria a su equipo. Aficionados, famosos, excompañeros y todo el mundo del deporte se rindió a un Kobe feliz en su último día como jugador. Nadie habría dicho que ese fue el último acto de la peor temporada de la historia de los Lakers.

En los últimos cinco meses la histórica franquicia de Los Ángeles ha acumulado más derrotas que nunca, metidos de lleno en la peor crisis que conocen: ¿se imaginan al Real Madrid en los últimos puestos de la Liga española durante tres temporadas consecutivas? ¿Al Barcelona perdiendo cuatro de cada cinco partidos que juega? Esto es lo que está sucediendo con los Lakers, el segundo equipo con más títulos (16 campeonatos, uno por detrás de los Celtics) y que ahora acumula derrota tras derrota por toda la NBA.

Los Lakers han cerrado la temporada con 17 victorias y 65 derrotas, el peor registro de su historia. El año pasado habían firmado 21 victorias y 61 derrotas, la que entonces también fue la peor marca de su historia, y el anterior 27 y 55, que en ese momento fue el peor balance desde que se mudaron a Los Ángeles. Nunca habían encadenado tres años seguidos sin jugar los playoffs; de hecho, desde 1960 hasta 2013, solo se habían perdido las eliminatorias por el título en cuatro ocasiones en total. Los Lakers eran el único equipo que siempre estaba en Playoffs. Ya no.

El año ha sido desastroso y no solo por las derrotas. Byron Scott, entrenador del equipo –antes había jugado junto a Magic en los míticos Lakers de los ochenta–, se ha pasado el curso acusando a los jugadores jóvenes del equipo de no jugar duro, no ser maduros, o no ser tan buenos como él pensaba. Scott ha sido especialmente duro con la esperanza de los Lakers, D’Angelo Russell, un base de 20 años que fue número dos en el último draft.

D'Angelo Russell, a la derecha, el rostro más joven de los Lakers
D'Angelo Russell, a la derecha, el rostro más joven de los Lakers - AFP

Hasta hace unas semanas, el año de Russell se movía entre los partidos decepcionantes (lógicos por su edad), los palos de Byron Scott y algunos destellos de su talento. Entonces se reveló que Russell había grabado a su compañero Nick Young sin su consentimiento mientras le preguntaba por las infidelidades que había cometido (la novia de Young es la famosa artista Iggy Azalea, con quien está prometido).

La grabación se publicó en internet y se montó un comprensible incendio en el vestuario: los veteranos hacían el vacío a Russell, incapaces de confiar en él, y los propios aficionados le abuchearon en su primer partido en el Staples Center tras el incidente. Es difícil imaginar un entorno más hostil para un jugador joven, lo que no es ideal si estás intentando construir un equipo en torno a él.

Los desastrosos últimos años de Bryant

Los tres cursos de penurias han llegado tras la devastadora lesión de Kobe Bryant, que en abril de 2013 se rompió el tendón de Aquiles. Desde entonces se ha perdido 139 partidos y en los encuentros que sí ha jugado tampoco ha sido muy útil para su equipo. La mejor versión de Kobe quedó enterrada con aquella lesión: los dos últimos años de la leyenda han sido una colección de tiros fallados –ha promediado un 36,3% de acierto cuando la media de su carrera es un 44,7%– que nadie se ha atrevido a frenar.

En su tour de despedida, Kobe ha tirado más veces a canasta que nadie ( 21,5 tiros por cada 36 minutos, líder de la NBA) pese a ser el segundo jugador que más lanzamientos ha fallado por partido esta temporada. En un equipo normal, lo lógico en los malos tiempos es darle libertad y espacio a los jóvenes para que progresen. Los Lakers, en cambio, han dejado que el adiós de Bryant secuestrara su temporada, aunque en realidad ya lo habían hecho al firmarle un contrato de 24 millones de dólares al año –el más cuantioso de la liga– solo ocho meses después de su grave lesión.

El gigantesco contrato de Kobe –justificado en el fondo por la necesidad de devolverle todo lo que le había dado a los Lakers– es una entre las numerosas gestiones discutibles en torno a la plantilla del equipo. En 2012 contrataron a Steve Nash, un movimiento que debía convertirles en candidatos al título si se sumaba a la adición de Dwight Howard. Nash se lesionó de gravedad en su segundo partido como Laker y Howard se fue un año después, peleado con Bryant. Por el camino se quedaron las cuatro elecciones del draft –la ceremonia en la que se eligen a los jugadores jóvenes que llegan a la liga– que mandaron a cambio del jugador canadiense, ya retirado.

Steve Nash, un fiasco para los Lakers, junto a Ricky Rubio
Steve Nash, un fiasco para los Lakers, junto a Ricky Rubio - AFP

Una buena elección en el draft es la recompensa para los equipos cuando pierden muchos partidos en la NBA. Los Lakers podrían ver como sus 65 derrotas de este año no se materializan en ninguna joven estrella a la que formar. Si en el sorteo que determina el orden de elección en el draft –el peor equipo es el que más posibilidades tiene de elegir primero, el segundo peor es el segundo que más tiene y así sucesivamente– los Lakers caen más abajo del tercer puesto (tienen un 45% de opciones de que suceda esto), su elección irá a parar a los Philadelphia 76ers.

Las bolas de ping-pong que deciden el orden del draft nunca habían sido tan importantes para los Lakers, y en sí mismo esto es una derrota para la marca más popular del baloncesto mundial. Las malas acciones llegan desde abajo hasta arriba: unas semanas antes de que el tendón de Aquiles de Kobe se partiera, murió Jerry Buss, el histórico propietario de la franquicia desde los exitosos ochenta.

Tomó las riendas su hijo Jim, sobre el que han llovido críticas por varias razones, y no solo por la mala marcha deportiva del equipo. Se le acusa de mantener a los Lakers anclados en los métodos del pasado, mientras toda la NBA recibe con brazos abiertos la revolución estadística que dicta los designios de los equipos más exitosos del momento. El pasado verano, los Lakers se reunieron con el jugador más deseado del momento, LaMarcus Aldridge, para intentar contratarle; se filtró que tras ella, Aldridge salió tan espantado del encuentro que organizaron una segunda reunión para limpiar la imagen de todos.

Y aun así, hay esperanza

Pese a todo, los Lakers consiguieron reunirse con la estrella de ese momento, lo que es un testamento a la grandeza que retiene su nombre. Hay motivos para pensar que aun sumergidos en el desastre, el equipo de oro y púrpura puede rearmarse pronto. Kevin Durant es la gran estrella que quedará libre este verano y nunca se ha dejado de rumorear que, aunque los Lakers hayan perdido tantos partidos, podría terminar allí.

Probablemente no lo haga, pero Durant al menos lo considerará, igual que la próxima estrella que termine contrato y que la siguiente. O quizá los Lakers tengan suerte con las bolas de ping-pong y su próxima estrella sea Ben Simmons, el australiano que apunta a ser el mejor jugador del próximo draft y que fue al instituto con D’Angelo Russell. O quizá el propio Russell supere su incidente con Nick Young, madure y se convierta en un All-Star perenne.

Cuando juntas la ciudad de Los Ángeles y el apellido de Lakers, la próxima oportunidad de crear un equipo ganador siempre está más cerca. Pero en el barro de las últimas 65 derrotas y del enorme vacío que deja Kobe Bryant –tan grande que hasta se llevará dos números, el 8 y el 24–, los Lakers tendrán que luchar más fuerte que nunca para no convertirse en otra franquicia más.

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