El Real Madrid se da un festín antes de la final

El Real Madrid volverá a luchar el domingo por volver a brillar en Europa y levantar la Euroliga que le ha sido esquiva en las últimas cinco citas. Un trofeo que lleva veinte años persiguiendo y que, de nuevo, tiene al alcance de la mano. Solo una victoria más separa a los blancos de su ansiada novena Copa de Europa, tras un partido de semifinales en el que el Madrid firmó un trabajo casi perfecto ante el Fenerbahçe. Un festín que le sitúa como favorito de cara a la final con permiso de un Olympiacos que ya le arrebató la gloria en 2013.

El Fenerbahçe llegaba por primera vez a una Final Four, pero tenía un as en la manga para hacer frente a su inexperiencia.

En el banquillo, dirigiendo las operaciones, contaba con Zeljko Obradovic, un seguro sobre una cancha de baloncesto. Ocho títulos en su vitrina particular, tantos como el Real Madrid, transformaron la bisoñez de su equipo en apenas unos segundos. Le ayudó el ambiente multicolor de las gradas del Palacio, donde el amarillo turco predominaba por encima del resto, sobre todo a la hora de hacerse notar. Un auténtico infierno que le pasó factura al Real Madrid en los primeros minutos.

Decisivo Ayón

En ese desconcierto inicial, Vesely y Zoric aprovecharon para ir sumando puntos al tiempo que encendían más la caldera turca, causa a la que por entonces se habían unido ya los aficionados del Olympiacos, por la cuenta que les tenía. Sufría el Real Madrid por dentro, con Reyes camino del banquillo tras su segunda falta personal, lo que dejaba a Ayón huérfano en la zona. Le entrada de Slaughter puso en marcha el entramado defensivo del Madrid, que aún así se marchó al primer descanso por detrás en el marcador (20-21).

La irrupción de Sergio Rodríguez cambió la cara al equipo, sobre todo en el apartado ofensivo. El Madrid comenzó a ser el Madrid, con un juego alegre y vistoso, al que esta vez sí acompañó el acierto exterior. Rivers y Nocioni encabezaron el festival desde el perímetro (6 de 8 en el segundo cuarto) con el que el Fenerbahçe sacó bandera blanca. Un parcial de 22-6 puso a los blancos quince arriba (42-27) y encendió las alarmas en el banquillo de Obradovic, que tenía tantos fuegos por apagar que no sabía por dónde empezar.

Uno de los focos más importantes se llamaba por entonces Ayón, que ya había dado rienda suelta a su talento. Imponente el mexicano en la zona, con 16 puntos y 5 rebotes al descanso, solo Vesely le hacía sombra y mantenía a su equipo en el partido, aunque la distancia al descanso empezaba a ser descorazonadora (55-35). Las figuras turcas no hicieron acto de presencia hasta la segunda parte. Bjelica –MVP de la competición–, Goudelock y Bogdanovic trataron de reflotar al Fenerbahçe tras el descanso. Un estirón que puso a los amarillos a 14 puntos (67-53) con un cuarto y medio aún por jugarse.

La diferencia entre este Real Madrid y el de campañas pasadas es que esta vez a nadie le temblaron las muñecas. Siguió jugando con la misma determinación que antes, esperando que el paso de los minutos le devolviera la inspiración del segundo cuarto. Nocioni, que se estrenaba en una Final Four a pesar de su veteranía, fue otra vez el detonante para desatascar el juego ofensivo del Real Madrid, más lejos de su versión espetacular, pero igual de efectivo.

Nervios en la pista

Recuperada la ventaja del descanso (81-61, min. 31), el Fenerbahçe comenzó a desesperarse y se desataron los nervios en la pista. Bjelica, que no había estado brillante, y Zoric, la emprendieron a golpes y los árbitros tomaron protagonismo. Un partido resuelto se transformó en una batalla campal que puso en peligro la integridad física de los jugadores blancos. Laso optó por mover el banquillo y no poner en peligro a sus jugadores y poco a poco el choque fue diluyéndose entre las protestas, los golpes y la falta de respuesta turca, que deja al Real Madrid ante su enésima oportunidad de coronarse campeón de Europa.