Lydia Valentín, durante una competición
Lydia Valentín, durante una competición - EFE
Halterofilia

Lydia Valentín: «Del desconocimiento de este deporte llegan los prejuicios»

La leonesa, bronce en Río 2016, espera con ilusión su plata de Pekín 2008 y su oro de Londres 2012 mientras se centra en los Europeos de Croacia y fija su siguiente objetivo en el Mundial

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El grito con el que sale al escenario encierra la adrenalina del momento, la concentración contenida, la tormenta emocional antes de atacar la barra. Es una lucha interior, contra ella misma y su pasado, la levantadora que fue ayer, siempre peor que la que es hoy. Es oro, plata y bronce olímpica, en diferido las dos primeras medallas, que todavía espera recibir. A Lydia Valentín (32 años) Le robaron el podio, el momento, las ayudas, las atenciones, pero mira hacia su siguiente levantamiento con un discurso claro, construido en las batallas, como su cuerpo, de las que intenta salir triunfante y más sabia.

-¿Cómo está?

-Todo bien, ultimando los entrenamientos para el Europeo (hasta el 9 de abril, en Split, Croacia).

Tengo muchas ganas. Ahora mi día a día gira en torno al deporte otra vez: tres horas y media de entrenamiento por la mañana, tres horas y media por la tarde. Descansos, tratamientos... la vida del deportista.

-¿Ya recuperada de los problemas con los que llegó a los Juegos?

-Tras Río paré, había sido una preparación muy dura, quizá la más dura de mi carrera -las lesiones a principio de año la dejaron sin competir-. Fui sin recuperarme bien del todo.

-¿Hay un vacío después de los Juegos para los deportistas?

-Un vacío para nada. Al menos, yo. Somos conscientes de que los Juegos son cada cuatro años y que después, personalmente en 2017 tengo muchas metas: europeo y mundial. No vivimos cada cuatro años, es un camino y un recorrido con objetivos diferentes. Además del Europeo tengo un Mundial a final de año. Tengo plata y bronce, me falta un oro. Y vamos a trabajar a tope.

«En la selección estamos más chicas que chicos, para mí eso es un halago y un orgullo»

-Tiene 32 años y más de una década en la élite. ¿Cómo ha visto evolucionar su deporte en todo este tiempo?

-He competido en muchos mundiales y en tres Juegos, yo no soy la misma persona, por supuesto, que cuando fui a Pekín. Ahora mismo se conoce más la halterofilia por mí. En el equipo estamos entrenando más chicas que chicos y eso para mí es un halago y un orgullo. La halterofilia femenina está mandando. Es importante que se haya impulsado por este 2016 y por el bronce. Las medallas ayudan en este sentido.

-¿A pesar de la sombra del dopaje que sobrevuela la halterofilia?

-Ya lo he dicho en muchas ocasiones. Yo no entiendo el deporte así.

-¿Qué sabe de las medallas que ganó fuera de tiempo?

-Es cien por cien seguro. Siempre hay alguna duda de que realmente vaya a ocurrir, que te den la medalla que te corresponde, pero ya sí, es cien por cien. El problema es que ha habido muchos deportistas implicados, y el tema burocrático requiere tiempo -el COI y la Federación Internacional van caso por caso y hay que esperar a que las atletas agoten sus recursos-. No obstante, estoy tranquila, son mías, y Alejandro Blanco está detrás de que me las devuelvan. Me ha dicho que seguro este año, y que se hará un acto oficial. Quiero mi plata de Pekín 2008 y mi oro de Londres 2012.

-¿Cómo se enfrenta uno a un deporte con esta situación?

-El deporte es deporte y en los valores del deporte no entra el dopaje.

-¿Qué ha tenido que superar?

-Muchísimas cosas. En la competición: jugar con gente que no juega limpio, con personas que sabes que están haciendo trampas o han hecho trampas. Todo lo que lleva el alto rendimiento: tener que aislarte de tu familia. Pero también en el día a día. No ha sido fácil, pero siempre he tenido el objetivo muy claro. Tener que luchar contra los típicos prejuicios: «eh, hola, sí, estoy haciendo halterofilia, y sí, soy una mujer». Sí, lo de demostrar que sí, que hago halterofilia, pero soy una chica es otra batalla que, creo, cada vez está siendo más natural. No soy la única mujer que hace halterofilia en este país. Del desconocimiento del deporte hace que lleguen los prejuicios. Ahora, en el centro donde empecé hay más chicas que chicos.

-¿Qué encontró en la halterofilia?

-Me gustaba mucho el deporte, hacía baloncesto, pero había un entrenador que se fijó en mí y vio que tenía cualidades. Me llevó a entrenar, me gustó el ambiente y los juegos. No se levantaban pesas, eran ejercicios para ver la capacidad: flexibilidad, fuerza explosiva. Entiendo que a la gente de fuera pueda parecerle extraño. No es como fútbol. Yo tuve la suerte de tener a este entrenador y de estar en un club que me ofreció la posibilidad de la halterofilia.

«No tengo que convencer a nadie de que haga halterofilia. Pero la sociedad debe implicarse en el deporte»

-¿La familia aceptó?

-Siempre han estado allí, apoyándome en cada torneo y cada decisión. Empecé con 11, y con 15 años mi sueño era ir a Madrid para estar con la selección. Tuvieron muchas reuniones para ver dónde me dejaban. Pero me dejaron venir sin ser egoístas. Están superorgullosos y me acompañan siempre, a Londres, a Río... Es una pieza fundamental.

-¿Qué les diría a los padres para convencer que dejen a sus hijos e hijas practicar halterofilia?

-No, no, yo no tengo que convencer a nadie. La gente que practica o ve halterofilia es porque le gusta. O te entra o no. No tiene intermedios. Yo no le diría nada a unos padres, salvo que lleven a sus hijos a practicar algo, lo que sea. Es importante que la sociedad se implique con el deporte. Hay que educar en valores y el deporte tiene esos valores. Yo no hago deporte sino que el deporte me ha hecho a mí. Lo que he aprendido, al menos cuando empecé, la vida no me lo hubiera dado. Es bueno para las generaciones que vienen que se transmita la práctica del deporte. Lo que le guste. Jugar y divertirse. Después todo viene rodado. Aunque el éxito sí viene con mucha constancia.

-¿Se gana bien la vida?

-Por mis resultados, he tenido una beca ADO, se puede vivir.

-¿Y los patrocinios?

-No es lo mismo cuando te dedicas a un deporte que tiene una cobertura que mueve más que a uno que no mueve tanto. Bridgestone me propuso la campaña y acepté porque me sentí superidentificada. El lema es como mi carrera: «Persigue tus sueños, supera los obstáculos». Y además con Javier Gómez Noya y Sergio Rodríguez. Es increíble, dos de los mejores deportistas de España, sobre todo, tan de verdad. Con un mismo fin: mucho trabajo detrás. Somos tres caras, pero queremos que sea un mensaje para todos, da igual a qué te dediques, hay que luchar por conseguirlo.

-¿Echa en falta visibilidad?

-La gente ve y consume lo que quiere. Está claro que cuando consigues un éxito tiene mucha repercusión, llega a más gente y es mucho mejor porque se reconoce el deporte, a los deportistas y lo que hay detrás. Pero yo hago deporte porque amo lo que hago, no por el hecho de salir en los medios o ser más popular. Eso será una consecuencia del éxito que yo tenga. Sabemos el deporte que hacemos, sabemos que no es mediático y que no hay competiciones todos los fines de semana para mover a grandes masas. Sabemos que cuantas más medallas, habrá más visibilidad, por eso vamos a seguir entrenándonos, y lo seguiremos haciendo con la misma pasión. Soy muy consciente del trabajo que hago.

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