Edmund Hillary y Tenzing Norgay hicieron historia en el Everest el 29 de mayo de 1953
Edmund Hillary y Tenzing Norgay hicieron historia en el Everest el 29 de mayo de 1953 - AP
ALPINISMO

¿Habría que cerrar el Everest para protegerlo?

La periodista que contó la expedición de Hillary hace justo 62 años aboga por convertir el techo del mundo en un santuario

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La tragedia acaecida en el Everest como consecuencia del terremoto que ha asolado Nepal, unida a otras catástrofes históricas en el techo del mundo, el deterioro medioambiental de la montaña y el caos turístico en que se ha convertido su entorno han provocado que algunos especialistas se planteen la posibilidad de establecer controles más rigurosos o, incluso, prohibir escalar el coloso. Es el caso de Jan Morris, historiadora y escritora galesa, la periodista que contó el histórico primer ascenso de Sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay, cuyo 62º aniversario se celebra precisamente este 29 de mayo.

Morris es un personaje peculiar. Nació en Inglaterra hace 88 años como hombre (James Humphrey Morris), se casó en 1949 y tuvo cinco hijos, y en 1964 empezó el tratamiento médico para cambiar de sexo, que culminó sometiéndose a cirugía en Marruecos en 1972.

Antes, en 1953, se encargó de enviar a The Times las crónicas de la hazaña de Hillary y Tenzing. El evento coincidió con la coronación de la reina Isabel II.

En un artículo publicado en NewStatesman.com, Morris critica duramente el descontrol que se ha instalado en el Everest y pide que se deje de escalar y se convierta en un santuario para convertirla en un santuario. «¿No es el momento para el Chomolungma de ser reconocido no sólo como un lugar Patrimonio de la Humanidad, sino como un lugar de santidad universalmente reconocido, dejado solo allí en su etérea majestad, fuera de los límites de todos los seres humanos y nunca violado de nuevo por las rudezas de la fama, el beneficio económico, la rivalidad sectaria o el orgullo nacional?», se pregunta.

«Podría permanecer como silencioso memorial, quizás, para toda la gente de Nepal que perdió su vida en la tragedia de 2015. El Pico de la Bondad, lo llamaría, un nombre que se traduciría a multitud de lenguas y sería citado desde lejos», añade la octogenaria periodista. Una sugerencia romántica, pero poco realista, ya que la montaña es como la gallina de los huevos de oro para Nepal.

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