Espectáculo de Contador

El Giro es un espectáculo y Alberto Contador su solista principal. El líder protagonizó otra tarde sobresaliente que vuelve a cautivar a los aficionados al ciclismo. Un ataque lejano, a 40 kilómetros de la meta, de apariencia alocada, que castigó sobremanera a Mikel Landa y al Astana. Un minuto más (1:12) que deja el Giro sentenciado, si es que no lo estaba ya. Landa está a 5:15. En Verbania, paraje estelar a la vera del lago Maggiore, ganó un campeón del mundo, Philippe Gilbert.

El puerto de Ologno, un primera de diez kilómetros y un nueve por ciento de desnivel, debutaba en el Giro. Y lo hizo a lo grande. Se viviñó una magnífica subida, que empezó como el otro día por un corte en una caída.

Mikel Landa se quedó atrás y Contador, al que no le gustó la actitud del vitoriano con su capitán Fabio Aru, decidió castigarlo.

Puso un ritmo muy alto Kreuziger y lanzó al líder del Giro hacia una aventura de incierto destino. 40 kilómetros por delante, con el puerto para el solo y un descenso peligroso hacia Verbania.

Iba un grupo de fugados por delante, cn gente poderosa como Gilbert -el que venció, como no podía ser de otra manera-, y Contador empezó a bailar sobre la bici, como si fuese un entrenamiento de calidad, sin exigirse al máximo, pero sin parar. Y a Landa le empezaron a caer segundos como granos de arena que acen por un tobogán.

Subió solo el Ologno, como los antiguos campeones a los que venera y honra con su valiente estilo ofensivo, y se alió con Hesjedal en el descenso. Tiró por detrás el Movistar par alejar a Aru, sin éxito. Tiró el Astana para acercar a Landa a Contador, sin éxito. El espectáculo y el Giro son propiedad del ciclista madrileño.