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Nairo Quintana, larga vida a los escarabajos

El colombiano reconcilia a los aficionados con el ciclismo y honra la tradición de su país en este deporte

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Nairo Quintana cuenta esta anécdota que ilustra su personalidad. Su padre conducía una vieja camioneta repartiendo fruta en el municipio agrícola de Combita y tenía un palo para medir el tanque de la gasolina. Don Luis, el agricultor, introducía la vara en el depósito y sabía los kilómetros que le quedaban en el reparto. “Yo conozco mi cuerpo, igual que mi padre su furgoneta“, sentencia Quintana en la metáfora que explica su infancia rodeada de dificultades económicas, un padre discapacitado por un accidente y un trasiego diario para acudir a la escuela. Nairo debía cruzar un puerto de 16 kilómetros con una vieja bicicleta acompañando a su hermano Dayer y tirando de un cuerda de la bici de su hermana Esperanza.

Quintana tenía cinco años cuando por la puerta de su casa pasó Miguel Induráin para abrochar las medallas a su cuello en el Mundial de Colombia, oro en la contrarreloj de Tunja y plata en la ruta de Duitama. (Lee el post completo)

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