Rafael Spregelburd, durante la obra
Rafael Spregelburd, durante la obra - Hernán Corera

«En Argentina el Estado piensa que la cultura no es un trabajo que deba ser remunerado»

El dramaturgo argentino Rafael Spregelburd presenta en el festival de Otoño a Primavera de Madrid su obra «Spam»

Madrid Actualizado: Guardar
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Uno de los quehaceres más fastidiosos del hombre contemporáneo es borrar los correos basura: el spam. De este molesto virus de nuestros días, y de la basura en general, habla «Spam», una obra escrita, dirigida e interpretada por Rafael Spregelburd, y que se presenta en los Teatros del Canal del 19 al 22 de enero, dentro de la programación del Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid.

Spregelburd es una de las voces más destacadas del teatro argentino actual (y el autor de «La estupidez», que concluye estos días en los teatros Luchana de Madrid su gira española). Con estas funciones madrileñas cierra por ahora la vida de «Spam», una pieza estrenada hace tres años en Buenos Aires, y que define como «ópera hablada». Comenzó a escribirla en 2012, cuenta, y la concluyó después de nacer su primer hijo.

¿Eso cambió la obra de una manera consciente?

Creo que la orientó. Es una obra muy preocupada por el futuro y por la preservación del planeta, por la contaminación y la producción de basura física... Y claro, el hecho de convertirte en padre modifica todos tus puntos de vista.

¿Por qué eligió la estructura de «ópera hablada»?

«Si hago un texto con una sesuda reflexión sobre Freud y el trauma, y le pongo música de Britney Spears, el efecto es un chisporroteo eléctrico que es lo que persigo»

La «sprech oper» es muy común en los países de habla alemana, no tanto en los de lenguas latinas. Yo necesitaba para contar esta historia, que es muy farragosa y muy complicada, un narrador con múltiples posibilidades. Por momentos es omnisciente, por momentos sufre lo que está pasando y lo vive en carne propia, por momentos opina, y me parecía que la música me permitía -tanto como en el cine, con la música incidental, o la novela- la operación de reforzar o negar lo dicho. Si yo hago un texto con una reflexión filosófica muy sesuda acerca de Freud y el trauma, que requiere de una intelectulización muy grande del espectador, pero lo musicalizo con Britney Spears, el efecto es de un chisporroteo eléctrico. La música me permite ese tipo de perversiones, la mezcla de polos opuestos. Es una ópera porque la música ocupa el cien por cien del espectáculo, y yo me tengo que ceñir a los tempi y los ritmos de la música construída por Zypce. El texto está escrito en verso y por momentos la música es el texto. Es una ópera aunque no se canta.

¿Siempre pensó en interpretarlo usted?

Sí. Lo que ocurre es que la manera de financiar mis espectáculos -cada vez más frecuentemente- es a través de producciones con festivales internacionales. Yo escribí el texto para ser estrenado por Lorenzo Gleijeses, un actor italiano, en Nápoles, bajo mi dirección, y así pude financiar la producción en Buenos Aires. Fue un encargo para un actor, pero tenía siempre en mente hacerlo yo.

¿Son los encargos un acicate para usted a la hora de escribir lo que uno lleva en la cabeza?

El teatro requiere de recursos muy concretos, y en la escena independiente, que es en la que yo me manejo -en Buenos Aires, mi teatro no es ni comercial ni estatal; en muy escasas ocasiones estoy en un teatro público-, el encargo es la mejor manera de organizar la producción. Pero siempre escribo la obra que me gustaría hacer. Los encargos europeos hacen hincapié en el tema, pero nunca sobre la forma o el estilo. Nadie me obligó a hacer una ópera hablada.

¿En «Spam» habla de la basura: física, moral, mental, política...? ¿Cuál es peor?

«Pretender que la representación de la cultura argentina en España sea la de aquellos grupos que hayan aceptado viajar y trabajar gratis es gravísimo»

Una es reflejo de la otra. Somos capaces de hablar de basura moral o de pensamiento simplemente porque estamos invadidos por la otra basura. El ejemplo concreto de que el nylon, el plástico que produce el planeta, ha generado, por el fenómeno de las corrientes marinas, una isla en el Pacífico Norte, nos hace reflexionar en cómo estamos pensando el mundo. Creo mucho en esta función reflectafórica de las imágenes; a veces una imagen, por caprichosa, arbitraria y contundente, arroja luz sobre otra zona del pensamiento. El espectáculo habla sobre todo de la basura virtual, y no tanto de la basura real, que es el camino para comprender el concepto. El hecho de que el ochenta por ciento del correo que yo recibo sean métodos para alargar el pene a mí me inquieta un poco... ¿Hay alguien que pretenda conseguir mi direccion de correo a partir de este método tan estrafalario? Pero ya nos hemos acostumbrado a borrar esos mensajes y seguir adelante. ¿Por qué se sigue produciendo esa basura? La broma del espectáculo es que el protagonista responde a un mail como si fuera spam y resulta ser cierto, y alguien deposita en su cuenta 4.700.000 dólares para salvarlos de una herencia, y él se encuentra con que de pronto tiene que explicarle al fisco italiano cómo hizo ese dinero. Ese es el argumento inicial de la obra.

La Piara, una compañía de su país, ha sido invitada a trabajar en España por el ministerio de Cultura argentino, pero a cambio de no cobrar su caché. ¿Qué le parece?

Así funciona el Estado argentino. La cultura es algo tan automático en nuestro país, está tan arraigada en el espíritu de las personas, que el Estado se aprovecha. Como todos hacemos cultura y hay un público ávido de consumirla, parece que esto no es un trabajo que deba ser remunerado. Lo de ARCO es un escándalo. Pretender que la representación de la cultura argentina en España sea la de aquellos grupos que hayan aceptado viajar y trabajar gratis es gravísimo. ¿Qué carta de presentación es esa?

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