Natalia Ginzburg, autora de «Léxico familiar», en su casa de Roma
Natalia Ginzburg, autora de «Léxico familiar», en su casa de Roma - Francesco Gattoni
LIBROS

Natalia Ginzburg, escritora de interiores

Coincidiendo con el centenario de Natalia Ginzburg, Lumen rescata sus principales títulos. Entre ellos, «Léxico familiar», sobre una historia que la autora conocía bien: la suya propia

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Natalia Ginzburg decía que los escritores son como los ríos, reflejan lo que pasa cerca de ellos: los árboles, las casas, los puentes. Este año, en la celebración del centenario del nacimiento de la autora italiana, la editorial Lumen reedita tres de sus libros: la autobiografía «Léxico familiar» y su versión ficcionalizada, «Todos nuestros ayeres«, y «Las tareas de casa y otros ensayos». Prologados los tres por la poeta Elena Medel, estas obras dejan constancia del río que ha constituido la escritura de Ginzburg, que parte de los detalles de lo cotidiano para reflejar lo que ocurre fuera.

Nacida en Palermo en 1916, creció en una familia de científicos y políticos judíos. Ginzburg, de nacimiento Levi, fue una pieza clave de la histórica generación de jóvenes intelectuales pertenecientes al «grupo de Turín» entre los que se encontraban Cesare Pavese, Felice Balbo o su propio marido Leone Ginzburg, de quien tomó el apellido.

Comprometida con la resistencia clandestina al fascismo, a lo largo de su vida experimentó situaciones tan duras como el destierro, el encarcelamiento y la muerte de Leone, asesinado a golpes por los nazis en la cárcel de Regina Coeli en 1944.

Sorda y ciega

La escritura es el hilo que guía la vida de Ginzburg. «Mi oficio es escribir, y lo sé muy bien y desde hace mucho tiempo»: con esta frase inicia el ensayo que dedica, en «Las pequeñas virtudes», a la tarea o arte de escribir y se hace patente la vocación de una mujer que conoce extraordinariamente bien las herramientas que la guían en su oficio pero que se siente sorda y ciega si hace cualquier otra cosa: estudiar una lengua extranjera, hacer un curso de taquigrafía, viajar. Autora de novelas tan importantes como «El camino que va a la ciudad», «Las palabras de la noche» y «Querido Miguel», lo más característico de Ginzburg es que consigue elevar a categoría filosófica los detalles, la vida pequeña que sucede de puertas para adentro.

Desdeñada durante años por dedicarse a asuntos menores, a lo cotidiano, su escritura, junto a la de Elsa Morante o Anna Maria Ortese, encarna lo mejor de lo aportado por las mujeres a las letras italianas en la segunda mitad del siglo. Italo Calvino calificó su literatura de «ejemplarmente bella pero tristísima», pero esa tristeza es más bien una afectuosa melancolía con la que es capaz de entrar dentro del lector y hacer que este se reconozca en lo que ella narra: «Escribiendo sobre sí misma, Ginzburg escribe sobre mí», apunta Elena Medel en el prólogo de «Léxico familiar».

Los límites entre ficción y no-ficción son siempre escurridizos. Su libro de memorias, «Léxico familiar», premio Strega en 1963, es particularmente insólito en cuanto al género al que pertenece ya que la autora está prácticamente ausente del texto. En este punto, el libro merecería un capítulo aparte en el género memorialístico, marcado por el uso casi abusivo del yo y de la autocontemplación.

Ver los comentarios