Una de las fotos de la exposición «Archivo Bolaño. 1977-2003» (Matadero-Madrid, 2015)
Una de las fotos de la exposición «Archivo Bolaño. 1977-2003» (Matadero-Madrid, 2015) - EFE/Fernando Alvarado
LIBROS

¿Merece la pena leer otra novela más de Roberto Bolaño?

La respuesta es sí, aunque «El espíritu de la ciencia ficción» sea un libro de aprendizaje, un experimento que no llega a cristalizar. Pero en él está ya todo el universo del autor de «2666»

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Siempre me resulta curioso tropezarme con personas a las que no les gusta Bolaño. Suelen moverse dentro del mundo de la literatura, en sus tres vertientes, la dulce, la salada y la amarga, quiero decir, la academia, la crítica y la creación, y sus argumentos nunca me convencen. Sobre todo porque no suelen tener forma de argumentos, sino más bien de sensaciones que atacan algún órgano personal. Formas de la irritación. Fantasmas de la desesperación por no poder lograr nunca llegar tan lejos. Y ese horrendo temor que persigue a todos los escritores, especialmente a los escritores, el temor de caer para siempre en el olvido. Claro que no todos los autores gustan a todo el mundo, pero en el desprecio a Bolaño casi siempre me parece detectar un algo de angustia y desconsuelo.

Inevitable reconocer que yo, que le admiro como se admira una estrella lejana, siento lo mismo.

Salto a la Vía Láctea

Hay algo en Bolaño que produce irritación a muchos de nuestros críticos y escritores. Uno se pone a pensar que si Bolaño no hubiera logrado dar el salto al inglés, y de allí al mundo y a la Vía Láctea, los nuestros intentarían por todos los medios acabar con él y enterrarlo. Pero ha escapado de su tumba. Es un fantasma libre.Se ha convertido en un mito. También esto para muchos será motivo de desdén o desprecio: si es tan famoso, si le gusta a todo el mundo, no puede ser bueno. Su fama inmensa es precisamente la marca de su pobreza artística. Angustia, angustia. Y desconsuelo.

Al final de « El espíritu de la ciencia ficción», los editores nos regalan con nada menos que veinticuatro páginas de facsímiles de los cuadernos y libretas donde Bolaño escribió su novela. Son bocetos, planes de estructura, notas para el argumento o los personajes, primeras versiones llenas de correcciones, versiones pasadas a limpio del texto final. Qué gran fascinación produce tener el privilegio de ver todo esto.

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