Juan Eduardo Cirlot
Juan Eduardo Cirlot
LIBROS

En el limbo de Cirlot

De ese limbo intentan sacarlo la biografía de Rivero Taravillo y una selección de su poesía a cargo de Elena Medel

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En la Literatura hay una especie de limbo en el que la historiografía literaria coloca todo lo que no sabe dónde situar. En él nunca ha dejado de haber obras y nombres importantes a la espera de una justa reivindicación. Juan Eduardo Cirlot (1916-1973) es uno de ellos y -pese a los intentos hechos por Clara Janés, Leopoldo Azancot y Enrique Granell- aún no puede decirse que su reinserción en nuestras letras se haya conseguido del todo.

Cualquiera que lea dos libros de memorias tan útiles para comprender la realidad cultural de la España de posguerra como son los de Manuel Arce -«Los papeles de una vida recobrada» (2010)- y José Corredor-Matheos -«Corredor de fondo» (2016)- podrá comprobar la relevancia y honestidad intelectual de Cirlot. En la del segundo se recoge una impresionante carta, fechada el 21 de enero de 1971, de la que me permito extraer el siguiente párrafo, que puede servir de clave para comprender la situación anímica del último Cirlot: «Si dices que mi ideología es nihilista acertarás.

Si te dicen que tengo un credo político mentirán. Yo limito conmigo mismo y nada más. Este es el secreto de mi soledad, de mi derrota, de mis sufrimientos, pero es el secreto de mi yo».

«Yo limito conmigo mismo y nada más. Este es el secreto de mi soledad, de mi derrota», escribió

Este testimonio transmite una imagen bastante exacta de lo que los demás pensaban, decían y opinaban sobre él y que generó una idea tan malintencionada como falsa que en parte todavía perdura. En «Cirlot. Ser y no ser de un poeta único» (premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2016; Fundación José Manuel Lara), Antonio Rivero Taravillo se ha esforzado por trazar un perfil biográfico que saque a Cirlot del ostracismo al que -como le dice a Gimferrer en una carta de 1969- desde hace años vive sometido.

Como un fastasma

La angustia metafísica que sufre se convierte en uno de los más definitivos y definitorios componentes de su poesía y empieza a verse «como un fantasma de sí mismo». La sensación -muy real, por justificada- de verse rechazado se agudiza cuando Carlos Barral no le publica su «Diario íntimo».

Rivero Taravillo nos aproxima a la intra y extrahistoria de Cirlot, al que convierte, acaso demasiadas veces, en un prototipo cernudiano. Pero tiene el mérito de reconstruir los referentes de su sistema poético y de su figura y ponerla a la luz. Incluye también una selección de versos y poemas que iluminan cada uno de los momentos que estudia, y comete algún que otro error como cambiar el nombre de pila de Valbuena Prat o afirmar que Marco Antonio fue un emperador. Sin embargo, cumple plenamente su propósito.

Un poema inédito

Distinta en su planteamiento es «El peor de los dragones» (Siruela),la antología hecha por Elena Medel, que contiene un extenso prólogo y una interesante y amplia selección, en la que se recoge un poema inédito. En una prosa ajustada y brillante afirma que esta obra «invita al desafío»; analiza sus distintas etapas y explica cómo esta creación funciona, toda ella, en ciclos o series que constituyen, cada uno, lo que su hija Victoria considera un «poema infinito».

Ojalá ambos libros logren rescatarlo del limbo en que tan injustamente su autor y su obra se encuentran.

Ver los comentarios