El filósofo y semiólogo Ronald Barthes se dispone, en enero de 1977, a dar una conferencia en el Collège de France
El filósofo y semiólogo Ronald Barthes se dispone, en enero de 1977, a dar una conferencia en el Collège de France - Jacques Pavlovsky
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Laurent Binet: el signo, asesinado

Laurent Binet convierte el atropello real de Roland Barthes y su posterior muerte en un asesinato. Una vasta conspiración internacional en torno a una hipotética «séptima función del lenguaje». Semiótica y lingüística al alcance de todos

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Hace muchos años que pienso que las personas que no saben nada de lingüística general y de semiótica carecen de una de las herramientas más importantes para comprender la sociedad contemporánea. El que las desconoce se ve abocado a una radical ingenuidad, a una comprensión literal y pedestre de los fenómenos. Encuentro que muchas de las opiniones de los llamados «materialistas», de los defensores de una supuesta visión «científica» de la vida, incluso de los llamados «ateos» o autoproclamados «ilustrados» (aunque la semiótica es, desde luego, hija directa de la Ilustración), se basan en una comprensión defectuosa, bidimensional y carente de matices porque no tiene en cuenta el signo y porque no se para a considerar la importancia (¡la existencia!) de los sistemas de signos.

Sólo por el hecho de convertir la semiótica en tema literario y de servirla en bandeja al ávido lector de novelas, sin duda culto pero probablemente no muy versado en estas músicas, ya me parece este un libro meritorio y digno de atención. Porque el lector de novelas debería estar al tanto de lo que significa la semiótica. Debería saber algo de semiótica del mismo modo que debería saber algo, y sin duda lo sabe, sobre la Teoría de la Relatividad o sobre Darwin, sobre el cubismo o el antisemitismo.

Al estilo Maigret

«La séptima función del lenguaje» es un triunfo del ingenio, la inteligencia y el humor. Lo más original de este libro sorprendente es que Laurent Binet (que con «HHhH» ganó el premio Goncourt) haya tenido de osadía de introducir los nombres de algunos de los pensadores más sofisticados del siglo XX, junto con sus libros, sus ideas, su jerga, su retórica, dentro de una trama policíaca. La idea es tan descabellada y tan brillante, que uno se maravilla de que a nadie se le haya ocurrido antes.

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