Estado de las entradas a las unifamiliares que han sido totalmente desvalijadas. :: C. C.
SAN FERNANDO

Las unifamiliares del Mirador del Puerto no sobreviven a la crisis

A pesar de que un nuevo promotor pretendía entregar las viviendas en 2011, las casas siguen en un estado de abandono y deterioro

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Entre la resignación y la rabia. Es lo que le quedan a los que iban a ser propietarios de una de las unifamiliares de lujo de la promoción Mirador del Puerto cercana al muelle de Gallineras. En primer lugar porque ya poco pueden hacer por salvar las viviendas y en segundo por todo el esfuerzo invertido por conseguirlas. La pena acuchilla al resto de sentimientos cuando se comprueba el estado en el que se encuentran actualmente.

El primer golpe llegó cuando estaban a punto de finalizarse esta promoción, de hecho ya se había certificado el 90% de las unifamiliares de lujo, que sólo esperaban a la acometida de la electricidad y el asfaltado de sus calles. Cambios de proyectos, denuncias judiciales y multitud de cambios de manos en la propiedad, han convertido el golpe en una auténtica paliza para los afectados que ven como sus casas cada vez están peor.

Los nuevos inversores que se hicieron cargo de la promoción estaban dispuestos a erradicar esta situación y se pusieron en contacto con una entidad bancaria para cubrir los desperfectos y reanudar los trabajos. Su intención era que el abandono no se prolongara en el tiempo y el objetivo entregar las casas en el 2011. Pero, ya es abril de 2012 y todavía no se tienen noticias del futuro que le aguarda a esta promoción cuyas casas estaban en venta por unos 250.000 euros. Ahora esconden basura por todos los rincones de personas que se cuelan en el lugar en busca de cobijo o para realizar otro tipo de actividades. Hay boquetes por las paredes, pintadas, a lo que hay que sumar la falta de material porque han sido totalmente desvalijadas sin contar ya con sus cierros, ni con las puertas, arrancadas de cuajo. Aunque la falta de mantenimiento también ha hecho su trabajo con suelos encharcados, paredes llenas de humedades y calles repletas de matorrales. Desperdicios e incluso restos de fogatas.

El problema es que nadie sabe lo que van a ocurrir con unas viviendas que estaban a punto de concluirse, que habían superado el 90% de obra y que ahora están muy lejos de ser lo que un día se recogió en los planos del proyecto.