Marín, desde dentro

Es un tipo correcto, afable, incluso austero en el vestir. Cuando llega a los actos públicos no levanta pasiones como otros alcaldes que ha tenido Chiclana. No suele gritar y alguna vez se le ha oído incluso presumir ante los suyos de tener «amigos hasta en el PSOE».

Ernesto Marín Andrade es alcalde de Chiclana por segunda vez en su vida desde el pasado mes de junio. Tras confesar abiertamente que ahora tiene «más experiencia en política» y que sabe «lo que significa estar al frente de una administración», lidera con mano firme el PP, un partido desunido históricamente en Chiclana, que él y su mano derecha, Nicolás Aragón (actual edil de Obras y recién elegido presidente de la Mancomunidad de Municipios de la Bahía), supieron rehacer hace unos años.

La frase que más repitió en la pasada campaña, y que todavía se le escapa de vez en cuando, es un categórico: «Yo quiero ser el alcalde que saque a mi pueblo de la crisis». Pero este objetivo no parece fácil. Agobiado por las deudas, que según el informe elaborado por los propios técnicos de la casa alcanza los 156 millones de euros, su equipo de Gobierno tendrá que luchar esta legislatura además de con la crisis, con su minoría en los plenos de la Corporación local.

«Somos gente con talante y hablaremos con todos», aseguraba el regidor nada más tomar posesión. Sin embargo, en los últimos meses, la realidad está siendo distinta. Marín debe soportar los ataques furibundos de la oposición, y su actividad al frente de Muñecas Marín están presentes en la actualidad política local casi a diario.

Él dice que esas críticas le harán «más fuerte», y se defiende con el incontestable argumento de haber sido el candidato más votado en las municipales. Además, hay quien dice dentro de su partido que Marín está «bien considerado» por el líder y próximo presidente del gobierno del PP, Mariano Rajoy.