La llegada de los nuevos propietarios tendrá que servir de revulsivo para mejorar un servicio público muy deficitario y en decadencia. :: CRISTÓBAL
Jerez

La mala herencia de Cojetusa

Linesur tendrá que hacer frente a la abultada deuda, la caída de viajeros, la renovación de los vehículos y la inminente huelga La empresa certificará estos días el abandono del servicio después de 15 años

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Nada hacía presagiar en abril de 1995 que la despedida de Jerez de los propietarios de Cojetusa, la empresa de los autobuses urbanos que justo en esa fecha se hacía cargo de la concesión, iba a ser en tan malos términos.

No en vano, cuando esta semana se cierre la operación de venta de Cojetusa al grupo andaluz Linesur se pondrá fin a un periodo de 15 años tras los que el balance final sólo tiene malas lecturas: una sangría constante del número de pasajeros; una abultadísima deuda de alrededor de 24 millones de euros; una flota de autobuses avejentada y que pide a gritos una renovación; el enquistamiento de las relaciones con una plantilla que lleva casi dos años teniendo dificultades para cobrar las nóminas y que tiene convocada una huelga de 24 horas para la primera semana de febrero; y una mala relación con el gobierno municipal acrecentada en los últimos años por la falta de interés y de inversiones de la empresa matriz FCC en el servicio.

La situación está tan viciada que la propia primera edil, Pilar Sánchez, llegó a afirmar a finales de 2009 que iba a «agradecer profundamente que se vayan cuanto antes de la ciudad». Y parece que eso podría ocurrir esta misma semana.

La deuda millonaria

Los 24 millones de euros que el Ayuntamiento debe a Cojetusa son el germen de todos los problemas. Durante una década no se abonó ni un euro a la concesionaria, y ahora a duras penas se puede pagar el corriente para que los autobuses sigan en la calle. De ahí que el grueso económico de la operación que negocian estos días FCC y Linesur tiene que ver con esta deuda que tendrá que asumir la empresa andaluza a su llegada, que es la que se lo tendrá que reclamar al Consistorio jerezano.

Una flota antigua

El mal estado de los autobuses que circulan en la red de Jerez es más que evidente. Más de la mitad de la treintena de vehículos que la conforman debían haberse cambiado hace unos dos años -porque tienen más de 12 años de servicio-, mientras que en el resto los asientos desvencijados se dan la mano con las ventanas rotas, el aire acondicionado que no funciona, los motores agotados o y los fallos mecánicos. Desde el comité de empresa lo confirman y cuentan que la pasada semana un mecánico tuvo un choque con uno de los viejos autobuses al que le fallaron los frenos.

Y es que la empresa propietaria, FCC, «no invierte ni un euro» en los autobuses desde final de 2007, cuando no pudo vender la filial Cojetusa -al mismo tiempo que se deshacía de todas sus otras divisiones del transporte- por la millonaria deuda que arrastraba.

En esta situación, los nuevos propietarios no tendrán más remedio que invertir para comprar nuevos coches que puedan sustentar un servicio en el que 44 vehículos salen a la calle en el turno de mañana, mientras que otros 39 hacen lo mismo por la tarde.

La disminución de viajeros

Otro de los grandes retos que tendrá Linesur será el de recuperar, poco a poco, el número de viajeros, tras la sangría que se ha producido en los últimos años. Las 20 líneas que existen en la actualidad, y que se renovaron hace poco, no están exentas de críticas por parte de los usuarios, que son un millón menos que hace unos años.

Nuevos paros

También tendrán devolver la normalidad a las relaciones con los empleados, donde las huelgas o conatos de protestas se suceden un mes sí, y otro también, sobre todo por los impagos. El último fuego se apagó cuando la empresa abonó a los trabajadores la paga extra. Claro que todo volvió a echar a rodar semanas después, y hay otros paros previstos a partir del 1 de febrero.