Para muchos usuarios el nuevo sistema aún arroja demasiadas dudas. / CRISTÓBAL
Jerez

Malestar en Porvera por la 'zona naranja'

Un mes después de la implantación del nuevo sistema en la céntrica calle jerezana, los vecinos y comerciantes no se muestran satisfechos con la medida

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«¿Tiene cambio para el tícket del coche?». Ésta es una de las preguntas más comunes que llevan haciendo, desde hace poco más de un mes, las personas que entran a algún comercio de la calle Porvera. La falta de monedas sueltas se ha convertido en uno de los principales problemas para algunos comerciantes de la zona, y el desconocimiento de cómo funciona este nuevo ORA ha llevado a muchos a arriesgarse y dejar su vehículo sin previo pago.

A finales del pasado mes de mayo la zona naranja de esta céntrica calle comenzó a funcionar como medida del Ayuntamiento para facilitar el aparcamiento, un sistema que tan sólo permite aparcar por un tiempo máximo de 30 minutos para vehículos de personas no residentes.

Sin embargo, son pocos los jerezanos que han apoyado esta medida y que creen que se pueda obtener alguna ventaja con ella. A pesar del poco tiempo que lleva implantada, la mayoría de los comerciantes y vecinos se muestran muy descontentos con la situación, ya que se trata de una de las principales entradas al centro de Jerez. A ello se suman los continuos cambios que esta calle está sufriendo desde principios de año, por lo que los empresarios muestran su incertidumbre y cansancio ante tantas modificaciones de señalización y sentido del tráfico.

La falta de información es uno de los principales inconvenientes con los que los usuarios de la vía se encuentran. «La gente suele venir a preguntar cómo va y también van con miedo, porque con media hora no le da tiempo a nadie a hacer ninguna gestión», explica Fernando Orellana, propietario del bar La Cañita. «Ha habido casos en los que la gente ha entrado al bar, me ha preguntado por el sistema y se han ido sin aparcar porque no les da tiempo», añade este empresario.

No obstante, hay diferentes posturas respecto a este nuevo funcionamiento. Algunos, incluso, se muestran algo positivos. Es el caso de Antonio Calvo, de la frutería Antonio, a quien el nuevo sistema le ha beneficiado. «Para mí esto ha sido mejor porque de esta manera hay más movimiento. De la otra forma no se podían parar y era más complicado, pero comprendo que para otros sea más negativo», explica.

En la misma línea se muestra el farmacéutico Juan Sevilla, quien reconoce que para ellos no ha habido diferencia y todo sigue igual en cuanto a clientes.

«Como antes»

Por su parte, los vecinos y clientes de los comercios de la Porvera no tienen buenas expectativas. «Lo mejor era como estaba antes, aunque evitando la doble fila. Yo soy conductora y residente de la zona y defiendo que lo mejor era lo que había antes. Ahora tardamos en cruzar la calle mucho más que antes, concretamente desde la iglesia de La Victoria hasta el final de la Porvera tardo hasta seis minutos por mi reloj. Esto ha sido una perogrullada, es la locura de las locuras», asegura Rosario Prieto, vecina de la zona. «Además, ahora viene menos gente al centro y esto ha perjudicado a los comercios. El tráfico está más fluido pero porque la Porvera está muerta», añade.

Pese a todo hay que recordar que en su momento la alcaldesa, Pilar Sánchez, propuso que esta medida sería experimental para comprobar su funcionamiento.

Los problemas de aparcamiento en la Porvera comenzaron el pasado mes de enero, cuando se puso en marcha el polémico Plan de Movilidad, que también incluía cambios en la red de autobuses, y que no fueron muy bien acogidos por los ciudadanos y usuarios del transporte público.

Con la puesta en marcha del carril-bus se cambió la forma de circular y la posibilidad de aparcar en doble fila, una manera muy común con la que los conductores de esta zona acudían al centro para realizar sus recados.

Otro de los problemas importantes de la calle ha sido el deterioro de los socavones que se han ido implantando a lo largo de estos últimos meses, resultando algunos, incluso, bastante peligrosos. La poca resistencia de la calle al peso los vehículos más pesados, como pueden ser los autobuses, ha supuesto que el malestar de los vecinos aumentase.