el fotógrafo jerezano emilio morenatti secuestrado en gaza

El perfil de Emilio Morenatti: Ojo de buey

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Cuando se habla de periodistas, la coletilla "de raza" es un tópico que las más de las veces resulta facilón y retórico, pero pocas veces puede aplicarse con tanta justicia como en el caso de Emilio Fernández Morenatti. Jerezano, nacido en 1969, tanto él como su hermano Miguel Ángel, que prescindieron del primer apellido para firmar fotografías, más que vocación sienten obsesión por la imagen. Autodidacta y precoz, el mayor de la saga aprovechó la primera ocasión que tuvo, recién estrenada la mayoría de edad, para embarcarse en la aventura periodística local que le dio una oportunidad inicial. El fallido proyecto de la ONCE en Cádiz (El Periódico del Guadalete, allá por 1988) y la posterior apertura de los periódicos del grupo Publicaciones del Sur (a través del Información Jerez, sobre todo), le permitieron demostrar un talento natural, también en otros medios y publicaciones locales o provinciales, para obtener fotografías oportunas, espectaculares, de esas que llaman la atención de los entendidos y los advenedizos, de profesionales y lectores, de las que no abundan en los periódicos cada día. Con ese aire inconformista, inquieto, algo bohemio, casi sesentero de los fotógrafos de novela, inició una carrera que no ha tenido interrupción hasta su momentáneo secuestro.

Su talento llamó la atención de la primera agencia informativa española, y EFE le reclutó para Sevilla y Andalucía Occidental antes de cumplir 25 años, con la excusa de los fastos de la Exposición Universal de 1992. Desde la capital andaluza se labró un prestigio sólido de proporciones nacionales. Sus impresionantes imágenes sobre los más graves sucesos, las mejores faenas de la Feria de Abril en la Maestranza o sobre las gestas deportivas más señaladas en los estadios andaluces y el Circuito de Jerez le abrieron hueco en la fotografía periodística española. Su brillantez era tal que provocó artículos monográficos y elogiosos de primeras firmas como la de Antonio Burgos. Las exposiciones anuales que organiza EFE siempre le reservaban protagonismo preferente y los responsables de agencias internacionales tardaron poco en echarle el ojo.

Desde 2001, y a través de una excedencia, Emilio Morenatti convirtió sus colaboraciones esporádicas con agencias internacionales en un compromiso estable con Associated Press, la internacionalmente conocida AP. Como todo se le queda pequeño a su cámara, quiso volar de Sevilla y buscar las fotos más difíciles. Así, recaló en Afganistán durante 24 meses en los que se jugaba la vida a diario (no hace falta estar en el frente para estar en riesgo en determinados lugares del planeta). Después, se trasladó a Israel. Entre el estado hebreo y Palestina se ha movido su insaciable objetivo durante los últimos 18 meses, hasta esta mañana, cuando unos milicianos por identificar le secuestraron a la salida de su residencia en Gaza, cuando se disponía a trabajar como cada día.

Acababa de confesar a su familia que estaba algo cansado de Israel y que le apetecía trasladarse a África, en busca de nuevos dramas que retratar para que el mundo les ponga cara. Este incidente, que todos sus parientes, amigos y compañeros saben que será breve y pasajero, servirá sólo para añadir una línea más en su currículo y precipitará su salida hacia otro rincón del mundo.

Siempre hay una desgracia que colocar ante la cámara para que los afortunados que viven bien sepan que existen problemas de verdad.