Carlos Herrera, premiado en los «First Amendment Awards»
Carlos Herrera, premiado en los «First Amendment Awards» - Enrique Shore
15 años del Grupo Vocento

Carlos Herrera, voz de la libertad

El locutor también fue premiado y elogiado en los «First Amendment Awards»

Nueva York Actualizado: Guardar
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Si alguno de los premiados en esta edición de los galardones «First Amendment Awards» de la Asociación Española Eisenhower Fellows tiene una relación cercana con EE.UU., ese es Carlos Herrera. Es conocido el gusto del locutor por esta orilla del Atlántico, a la que se escapa cada vez que puede. Ayer, en la recepción de su premio «en reconocimiento por el compromiso con la libertad de expresión», deleitó a los asistentes con sus peripecias juveniles de los años setenta en la Universidad de Berkeley, a la que trató sin éxito de enrolarse como estudiante -«solo fui de oyente, les confieso, pero aprendí muchas cosas, entre ellas el peculiar ritmo radiofónico»- y otras aventuras en Miami, donde colaboró con Richard Kerstein, un consultor de medios con el que aprendió mucho de radio y poco de inglés: «Aprender inglés en Miami es como ir a Montana a mejorar el español», dijo entre las risas del público.

Herrera confesó los problemas culturales para explicarle a su jefe, en inglés, que tenía que volar a Sevilla para participar «en el besamanos de San Bernardo» «o en la ‘mudá’ del Herodes de la Amargura». También se puso serio para calificar de «un honor» el recibir un premio sobre libertad de expresión en el país “en el que está garantizada en su padrenuestro político”.

La intervención de Herrera ya vino calentada por la laudatio de su colaborador y columnista de ABC, David Gistau. «Pese a su sofisticación de hombre que todo lo ha vivido y viajado con apetito y con pasión, es un tipo que busca Triana hasta cuando te lo llevas a explorar los barrios de Buenos Aires, y todo lo mira un poco decepcionado, como si le faltara la cabeza de toro colgada de la pared», dijo sobre el locutor de «COPE», a quien definición como «andaluz profesional» (lo tomó prestado de un amigo que a su vez lo sustrajo del término que Borges inventó para García Lorca).

Entre bromas sobre Herrera, Gistau reconoció que el locutor merece el premio «especialmente» porque el precio mayor de la libertad de prensa «es jugarse la vida por ella, y él pagó ese precio, no hay forma mejor de legitimarse», dijo sobre el intento de atentado de ETA contra el periodista.

Gistau celebró a Herrera como «el último ejemplar de una gran estirpe de locutores radiofónicos» y destacó su capacidad para «hacer saltar los cerrojos interiores de la gente con su voz». El premiado «el cómplice, el confesor» de sus oyentes cada mañana, capaz de saltar «de lo dramático a lo costumbrista» y de convertirse «en una de esas comedias de puertas que se abren y se cierran por donde vamos pasando los demás mientras Herrera permanece».

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