Turismo

Tres torres de Sevilla

Conocemos los secretos, leyendas y curiosidades de la Torre de los Perdigones, la Torre del Oro y la de Don Fadrique

Torre de los Perdigones Rocío Ruz

Luis Ybarra Ramírez

Para reducir Sevilla a tres torres hay que pedir perdón y permiso a la Giralda y a todo el patrimonio que como espigas se eleva sobre su núcleo urbano. No son ni las tres más altas ni las tres más antiguas, pero tanto la Torre de los Perdigones como la Torre de Don Fadrique y del Oro guardan bajo sus piedras acontecimientos y curiosidades que merecen una atención especial. Particularidades que las convierten en únicas y diferencias que nos permiten contar tres relatos distintos pero relacionados . Con la vista en los tejados y las azoteas, nos acercamos a la atalaya de la historia más añeja y más reciente de la ciudad.

La Torre de los Perdigones y su cámara oscura

La torre de la antigua fábrica del empresario Manuel Mata se puso en pie en el año 1885 . Pero su nombre propio, el de San Francisco de Paula, pasó a un segundo plano y fueron los materiales y productos que en ella se fundían los que le dieron el pseudónimo con el que hoy se conoce a este emblemático edificio del barrio de la Macarena. No se llamó Torre de Zinc ni de Balas, sino de los Perdigones. Los jardines que la rodean, mucho después del abandono de las instalaciones, sufrieron la ocupación de un asentamiento chabolista hasta convertirse en un pequeño pulmón frente a la Facultad de Odontología. El dato más curioso, sin embargo, es que con tan solo 45 metros de altura, en el 2007, se convirtió en el punto con mejores vistas de la ciudad . Al menos, probablemente.

Resulta que en su interior custodia una de las pocas cámaras oscuras de gran dimensión que pueden encontrarse en Europa. Por ello, algunos se refieren a ella como «la cámara de fotos más grande de Sevilla» . Aunque la instantánea es efímera, se emplea una tecnología similar a la que se utilizaba para tomar fotografías en sus orígenes. De este modo, puede observarse desde dicha cámara y sobre un plato hondo lo que acontece en las calles de hasta varios kilómetros de distancia y a tiempo real . Como si Google Maps nos facilitase la opción de «Street view» en vídeo y al momento. Los lunes permanece cerrada y puede visitarse el resto de días de la semana durante la mañana y parte de la tarde.

Torre del Oro, testigo en solitario

Juan Flores

A la vera verde del Guadalquivir, la Torre del Oro ha sido testigo de los cambios de una ciudad medieval que mucho después de que esta se levantara se posicionó al centro del mundo durante el descubrimiento, que creció y sufrió, que se transformó y mantuvo parte de su idiosincrasia de manera intacta sin atender del todo al paso del tiempo. Una ciudad que se modificó a su alrededor hasta que ambas se convirtieron en dos perfectas desconocidas . Esta edificación de 36 metros de altura se erigió a comienzos del siglo XIII con un solo cuerpo por el gobernador almohade Abù I-Ulà. Más tarde, en el XIV, se construyó su segunda fase y, finalmente, una tercera, la de la cúpula, en el XVIII.

¿Por qué lo de perfectas desconocidas? Porque hasta el 2005 se creía que su nombre se debía al brillo que producían unos azulejos ya desaparecidos al reflejarse en el agua. Desde ese año, sin embargo, se atribuyen los destellos que producía sobre el río a una mezcla de mortero de cal y paja prensada. ¿Y lo de solitaria? Pues porque estamos ante una torre albarrana . Es decir, un edificio anexo a la muralla de defensa que en el pasado estuvo unido con la Torre de Plata y El Alcázar. En su interior, alberga al Museo Naval , que cuenta con una terraza panorámica y dos plantas visitables en las que conocer grabados, mapas, cartas e instrumentos náuticos, algunos de ellos relacionados con la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano.

Torre de Don Fadrique, a la sombra del medievo

Juan Florez

Según reza una inscripción en la entrada, esta torre fue construida en el año 1252 en las huertas del palacio de Don Fadrique, hermano de Alfonso X «El Sabio» e hijo del rey Fernando III «El Santo». Su estilo está influenciado por el románico propio de la época y el gótico más temprano. Y, a pesar de su belleza, sobrevive sometida al sigilo en el corazón del Espacio Santa Clara . No alcanza gran altura y la ciudad le ha superado en muchos de sus puntos, haciéndola invisible desde la mayoría de las calles que se le acercan. La zona ajardinada donde se encuentra, que en estos momentos está siendo reformada, tiene antiguos laureles, naranjos y olivos. A la sombra del medievo en el que se cimentó, le acompañan ahora sus leyendas.

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