Ruta de Washington Irving: descubre la provincia de Sevilla atravesando la campiña andaluza

Antonio Távora

03/02/2022
Actualizado 08/02/2022 a las 13:04h.

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Muchas veces cuando leemos un libro o una novela nos acabamos sumergiendo en su historia como si hubiésemos estado allí. La magia de la literatura . Esa capacidad del autor para recrear sitios o ambientes en los que no hemos estado, pero que tan solo con recorrer algunas líneas de una obra que nos atrape, es capaz de trasladarnos al escenario donde se producen los hechos .

María Zambrano escribió que « una ciudad sin escritores queda vaciada de su esencia de ciudad ». Una esencia que en muchas ocasiones podemos captar en el mundo real a través de una ruta literaria. Y es que una ruta literaria consiste precisamente en eso, en percibir ese sentimiento del autor que tanto nos ha emocionado en la novela. Caminar por los mismos escenarios en los que se desarrollan las tramas, el lugar donde escribió la novela el autor o simplemente el sitio que utilizó para inspirar el universo de su historia. Es curioso comprobar qué ha sido capaz de imaginar nuestra mente y contrastarlo con la realidad .

Si existe una corriente o tendencia que recree con gran audacia costumbres y ambientes esa es el costumbrismo . A nivel literario, uno de los grandes referentes de este movimiento fue Washington Irving (Nueva York, 1783) . Su figura crea un precedente en la literatura ya que se trata del primer autor americano que se sirve de ella para caricaturizar la realidad, creando además el estilo coloquial propio de América que utilizarían más tarde autores de la talla de Mark Twain y Ernest Hemingway.

Irving se inició como escritor en diarios de Nueva York hasta que a mediados de 1815 se vio obligado a hacerse cargo del negocio familiar en Inglaterra. Tras tratar de rescatarlo financieramente, en 1817 tuvo que declararse en bancarrota y es a partir de entonces cuando se dedica en plenitud a la escritura. En 1825, en unos de sus viajes a París, conoce al embajador de Estados Unidos en España, quien le invita a Madrid para trabajar traduciendo al inglés una colección de documentos sobre Cristóbal Colón.

En 1828, Washington Irving realiza un viaje a Andalucía con el cónsul general de Rusia y con el secretario de la embajada rusa, con los que había entablado amistad. Fue tal la atracción de Irving por el paisaje andaluz que en abril de ese mismo año se instaló en Sevilla , iniciando una serie de viajes y excursiones narradas en sus obras que guardan fama aún a día de hoy.

En Andalucía, la Ruta de Washington Irving recorre los pasos que el escritor siguió a comienzos de mayo de 1829 con el príncipe ruso Dimitri Ivanovich Dolgorukov. Fascinado por la riqueza y el exotismo de la civilización hispanoárabe y unido a la admiración por la figura de Cristóbal Colón y el Descubrimiento de América, Irving inicia este camino que transcurre entre La Rábida, en la provincia de Huelva, Sevilla y Granada . Tres paradas obligadas de este viaje que durante la primera mitad del siglo XIX difundió la imagen romántica de Andalucía por toda Europa y América, atrayendo a multitud de artistas, escritores, curiosos y todo tipo de viajeros.

La ruta de Washington Irving se configura como una vía de enlace entre Sevilla y Granada , dos ciudades esenciales de la civilización hispano-musulmana. Se trata de un camino histórico que fue escenario de numerosos enfrentamientos bélicos, además de una vía comercial en tiempos de paz.

El itinerario que transcurre por la provincia de Sevilla se extiende a lo largo de la autovía A-92 que va de Sevilla a Granada, unos 250km de la que fuera una vía de comunicación esencial durante la Edad Media. La ruta abarca varias paradas en numerosos municipios de gran riqueza patrimonial , comenzando por la propia capital como escalón de entrada a una ruta representativa del romanticismo andaluz en la que el arte musulmán, barroco y popular se entremezclan en un rico patrimonio reflejado en multitud de palacios, castillos, fortalezas, baños y otros edificios públicos.

La ciudad de Sevilla , situada a orillas del río Guadalquivir, alcanzó rango de auténtica metrópoli durante sus casi 550 años de historia musulmana. La capital hispalense, lugar de residencia de Irving, hace visible la huella del pasado en el extenso casco antiguo y en sus innumerables rincones y edificios que invitan a una visita por la ciudad, como la Catedral y la Giralda, el Alcázar, el barrio de Santa Cruz, la Judería, Triana, la Torre del Oro o la Torre de la Plata.

Dejando la capital, la ruta prosigue por otras localidades sevillanas como son:

Alcalá de Guadaira , a 16 kilómetros de Sevilla, ofrece como tarjeta de visita una estampa de una belleza antigua y evocadora. Un imponente castillo sobre un elevado cerro a cuyos pies se extiende el municipio hasta llegar al río Guadaíra, que le da apellido a la localidad. Los almohades levantaron una gigantesca fortificación que integra, además de sus dos castillos, los diferentes molinos de harina e interesantes iglesias, como las de Santiago y San Sebastián . Tras bordear la aldea de Gandul, se puede encontrar un mágico paraje con un torreón almohade junto a un palacio barroco , y tras ello se llega a Carmona, localidad que se dotó de fuertes murallas en los tiempos de al-Andalus.

A sólo 30 km. de Sevilla, y sobre la última cota de importancia de los Alcores a 235 m. de altitud, dominando la dilatada Vega del Corbones, está la ciudad de Carmona . En ella dejaron numerosas huellas romanos y árabes, como es el caso de la Necrópolis Roman a que se encuentra a las afueras de la ciudad y la antigua fortaleza musulmana, hoy Parador Nacional. A este período corresponde el trazado de su casco antiguo, así como numerosas obras, entre las que sobresalen el Alcázar de Arriba, el Museo y una multitud de casas solariegas, iglesias y conventos . Igualmente destacables son las ermitas del municipio , entre las que sobresalen la de San Mateo, del siglo XIV, y la de Nuestra Señora de Gracia, del siglo XVI.

Más al sur está el municipio de Marchena , que se encuentra situado a una altitud de 150 metros sobre el nivel del mar y a 64 kilómetros de la capital de provincia, Sevilla, en la comarca denominada La Campiña. Se trata de una localidad con un patrimonio artístico asombroso , que alcanzó plena identidad a partir de la época andalusí. Cabe señalar el Castillo de la Mot a , una fortaleza levantada por los almohades en los siglos XII y XIII, y el templo de San Juan Bautista , que atesora un museo de Zurbarán. También destaca su Plaza Ducal y el recinto amurallado, en el que sobresalen las puertas de Morón y de Sevilla , esta última también conocida como Arco de la Rosa.

El itinerario prosigue por la campiña sevillana hasta llegar a Écija , capital de distrito de la Bética romana, que mantuvo su importancia en época andalusí. La historia de Écija es tan amplia como su riqueza artística, ya que la fundación de la ciudad se sitúa hacia el siglo VIII antes de Cristo, en el ámbito de la civilización tartésica. Écija encierra en su interior uno de los conjuntos monumentales más ricos de la provincia sevillana, también conocida como « Ciudad de las Torres », conservando aún importantes muestras en el recinto amurallado construido por los almohades. Destacan también los palacios de la localidad, entre los que sobresalen el de Benamejí o el de los Marqueses de Peñaflor . Su amplio casco histórico la convirtieron en una de las capitales del barroco andaluz.

Tras dejar Écija, nos adentramos en Osuna , municipio que alberga uno de los más ricos conjuntos arquitectónicos y artísticos de la península. Osuna encierra un gran patrimonio artístico, arquitectónico y cultural tras tantos siglos de historia. En lo más alto del municipio se distinguen testimonios de su pasado, como las canteras y necrópolis romanas, el edifico de la Universidad o la Colegiata . A sus pies se encuentran el convento de la Encarnación y el Museo Arqueológico . Cuesta abajo se abre la Plaza Mayor y largas calles llenas de iglesias y nobles casas-palacio. Osuna además se encuentra ubicada en una situación privilegiada, en el centro de Andalucía, junto a las principales arterias que vertebran las más importantes zonas humanas y económicas de la comunidad, la A-92 y la Nacional IV a su paso por Écija.

Cerca de los límites de la provincia de Sevilla se llega a Estepa , situada en una estratégica posición. El origen de Estepa hay que buscarlo al final de la Edad del Bronce, entre los siglos X-IX a. C., cuando un gran movimiento de pueblos que afectó a buena parte de la actual Andalucía culmina con la fundación de numerosos poblados. En la actualidad destaca del conjunto arquitectónico del municipio su castillo, la iglesia de Santa María y el convento de Santa Clara . Igualmente destacable son la Torre de la Victoria , su recinto amurallado y sus numerosos edificios históricos de carácter civil y religioso. No hay que olvidar probar sus dulces navideños, ya que Estepa es conocida, además de por su aceite de oliva, como la ciudad del mantecado.

En medio de campos de olivares y famosa por su producción de aceite de oliva resalta La Roda de Andalucía , justo antes de cruzar a la provincia de Málaga. Por ser una de las mejores rutas naturales que comunicaba el Mediterráneo con el Valle del Guadalquivir, La Roda fue desde tiempos remotos un lugar de asentamientos humanos. Destaca de su conjunto arquitectónico la Iglesia Parroquial de Santa Ana y la Capilla de las Esclavas . Cabe señalar que La Roda es un importante nudo de comunicaciones ferroviarias , lo que facilita su visita. El AVE atraviesa el término municipal así como diferentes líneas de tren convencionales, y junto con la Autovía del 92 y la Nacional 334 (SE-MA-GR) conforman su red comunicativa.

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