Viajar

Diez rincones de la provincia de Cádiz que no te puedes perder

Sierra, mar, pueblos blancos, atardeceres, monumentos, nieve...

Zahara de la Sierra L.V.

Luis Ybarra Ramírez

Dicen que es la luz de sus atardeceres, pero no es verdad. Es el escenario donde los rayos inciden o se despiden del mundo, otro día. La cal y la piedra que se encienden, a veces solo de blanco, a veces de mil colores, cuando el sol las apunta con el dedo. Y esa imagen, tan poderosa, se ha convertido en un tópico, una estampa entre idealizada y real de la marca Andalucía. Real porque existe. Idealizada porque ya la quisiéramos extender por toda la comunidad y en todo momento: el caballo trotando por la playa, el marisco, las vacaciones, el coto… Esa imagen, la primera de las diez que le proponemos en la provincia de Cádiz, no es otra que la de Sanlúcar de Barrameda .

Doñana queda como telón de fondo de los que brindan con manzanilla con la intención de solucionar el mundo. Allí acuden propios y extraños a charlar al sol de la buena calidad de vida que se tiene por esos lares. Sería inapropiado no llevarse una foto; ya sea usted de Sevilla, de Kiruna, al Norte de Suecia, o del pueblo de al lado. Es que da igual: a Sanlúcar se va en peregrinación de las tortillas de camarones y del vino. De un paseo frente a un río que de pronto tiene afán de mar y de un sol que cada noche se suicida en el mismo sitio, ahogándose entre las barcas.

Sanlúcar de Barrameda ABC

Pero Cádiz, una ciudad abierta por sus puertos al resto del planeta, no solo mira hacia el agua. En el interior, son muchos los pueblos blancos que se han ganado ser el centro de atención de muchos curiosos de toda Europa. También de Estados Unidos y otras partes del globo. Dos de los rincones más preciados, uno con más popularidad que el otro, pero igualmente imprescindibles en esta ruta, son Vejer de la Frontera y Setenil de las Bodegas . Ambos tienen algo en común: sus blancos dominantes, sus empedrados llenos de paisanos y turistas escrutando las paredes con los ojos y la naturaleza que les invade. En Vejer, por sus vistas, hacia fuera. En Setenil, cruzada por el río Guadalporcún, hacia dentro. Incrustada en una montaña, la propia piedra sirve de techo a algunas de las calles y crea un entramado singular repleto de miradores.

Vejer de la Frontera ABC

Grazalema , en el corazón de la sierra que lleva su nombre, se presenta como una alternativa a los anteriores. La nieve la cubre con su manto algunos días de invierno, aunque no demasiados. Su casco urbano está declarado Conjunto Histórico. En sus alrededores, donde disfrutar del remoto Dolmen de la Giganta o el Puente del Cabrero, son dos puntos de interés. ¿Y si prefiere algo aún más desconocido? Pues tal vez el castillo de Arcos de la Fronter a, construido por los musulmanes en el siglo XI y modificado durante su posterior ocupación cristiana; y el cementerio de Villaluenga del Rosario , ubico en los vestigios de una iglesia en ruinas que se ha prestado al vaivén de la maleza.

Entre la sierra y el mar

Los tonos celestes del embalse de Zahara-El Gastor, en Zahara de la Sierra , se vuelven añiles al caer la tarde. Los piragüistas crean líneas sinuosas sobre su superficie, haciendo de esa acumulación de agua dulce el reflejo voluble de una cebra. El lugar guarda una enorme extrañeza. Desde allí se ve el pueblo, algo más elevado. Desde el pueblo, donde un mirador asoma con claridad diáfana sus ojos, se ve él, quieto cuando está solo, nervioso si es el aire, o la piragua, quien le hace cosquillas.

Caños de Meca ABC

Como naufragando por un verso de Jorge Manrique, nuestra ruta va a parar, ya de vueltas, al mar. El frío no dicta demasiadas sentencias por el Sur de España, ni siquiera en enero, cuando cualquier día nos sorprende con una manga corta cervera a mediodía. Eso surge lejos, muy lejos, de la sombra más cercana. Por eso Caños de Meca , con el Cabo Trafalgar como testigo del mayor desastre de nuestra armada, es un sitio idóneo para cualquier época del año. Ni el faro molesta; todo allí es tranquilidad, como en La Caleta , ya en Cádiz capital, donde el tiempo se detiene con mirada de poeta. Y a la contra, por aquello de lo bullicioso, de Rota . En verano, esta localidad pionera al recibir el rock anglosajón en primicia en la península por su base militar americana, multiplica su población. En invierno, al contrario, conserva algo de vida, pero su gente parece jugar al recogimiento. Aproveche, que no hay nadie, y fotografíe la Puerta del Mar . Última estampa gaditana.

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