Viajar

Las cinco mejores playas donde bañarse en la costa de Huelva

Rincones con encanto en los 120 kilómetros de litoral

Aguas caribeñas sin salir de Andalucía

Estos son los cinco mejores chiringuitos playeros de la provincia de Huelva

Los 15 mejores chiringuitos de Andalucía

Playa de Cuesta Maneli, en Mazagón ABC

Luis Ybarra Ramírez

De los casi 1.000 kilómetros de litoral andaluz, 120 pertenecen a la provincia de Huelva, donde se ubican algunas de las playas más populares para el veraneo y, también, algunas de las más recónditas. Son de arena fina. Sus aguas, a medida que nos adentramos en el Atlántico en dirección a Portugal, se enfrían, siempre con un color profundo que se hace claro en función de la marejada y el sol. Las mareas son grandes, y hacen que el entorno cambie considerablemente dependiendo de si es altamar o bajamar. Huelva es un destino turístico de primer orden y, descifrándolo, vamos a quedarnos con cinco de sus mayores encantos.

El primero de ellos, empezando por las proximidades con la vecina Sanlúcar de Barrameda, está en el Coto de Doñana , ese parque natural en el que las aves de todo el planeta hacen una parada en su largo periplo. Más allá de Matalascañas, la naturaleza ha ganado la batalla. Algunos recorren en bicicleta esa franja solitaria de la costa en la que pululan mamíferos y descansan pecios de viejas embarcaciones. Otros, andando, o bien en barco desde alguno de los puertos cercanos, ya sea en Cádiz o Huelva. La playa de Castilla , con la Torre Carbonero en su orilla, es uno de esos espacios para disfrutar de una Andalucía que la mayoría conoce a través de los anuncios.

Atardecer en la playa de Castilla ABC

Cerca de allí, en dirección a Mazagón , nos topamos con una fotografía singular: la de la playa de Cuesta Maneli . Entre matorrales y rocas, las tablas de madera descienden hacia una suerte de paraíso terrenal. Sosiego, calma entre olas. Una bajada que hace más hermosa si cabe la puesta de sol y completa falta de bullicio. No hay chiringuitos ni sombrillas agolpadas, pero, además, no es demasiado dificultoso el acceso. El Asperillo, esa de los conocidos acantilados, está a tan solo unos metros.

Playa de La Bota, en Punta Umbría ABC

Otra opción para buscar la tranquilidad la encontramos en La Bota , que pertenece al municipio de Punta Umbría. Los fines de semana y festivos, dado que es muy sencillo aparcar en la zona, aunque no haya nada construido, la playa se llena de visitantes, que llegan en coches y caravanas. Entre semana, como sucede en Los Enebrales, está muy poco concurrida. Como sucede en la playa del espigón de Punta Umbría, la arena, con la retirada del mar, parece no tener fin . Aquí el baño en calma está asegurado. Algunos que vienen desde lejos por el carril bici que sortea los pinos lo disfrutan doblemente. Cabe mencionar que también hay chiringuitos donde aliviar de otra forma la temperatura del cuerpo: Der Matías y Alma Beach.

Nueva Umbría ABC

Cuando la entrada a pie no es posible, o enormemente dificultosa, ocurren varias cosas: el lugar se vuelve desconocido, casi inhóspito. Solo los que llegan en barco, cruzando la ría, en este caso, pueden disfrutarla. El baño, así, es del todo solitario. Solo unos pocos afortunados lo disfrutan en la flecha del Rompido, que se abre con su arena blanca al océano. La zona de Nueva Umbría , es decir, la punta que queda entre el Río Piedras y el mar , parece un semicírculo perfecto.

Playa de Isla Canela ABC

Por último, rozando ya tierras lusas, Isla Canela nos deja otra de las estampas que atrae unos cuantos a sus aguas. El atardecer, frente al Algarve, tiene el color del vino de allí. Los veleros amenizan las vistas desde esta playa donde la gastronomía, como en Isla Cristina, como en todo el litoral, es uno de los grandes reclamos. Las aguas, digamos, son apacibles. Y la acumulación de arena ancha, lo que hace que, aunque sea urbana, no de en ningún momento esa sensación. ¿Cuándo se tarda hasta la orilla? Mucho, como sucede en Punta Umbría. Estas playas son enormes, Huelva es la menos habitada de todas las provincias y los baños, como pensaron los romanos, son prácticamente curativos.

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