Fernando Montes, madrileño, en su ruta hacia China
Fernando Montes, madrileño, en su ruta hacia China - FERNANDO MONTES

Qué lleva a un madrileño a dejar un trabajo fijo para ir en bici a China

En dos meses y medio ha recorrido ya más de ocho mil kilómetros en bicicleta

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Fernando Montes, un madrileño de 27 años, salió en bici el 13 de julio de su casa en Collado-Villalba (Madrid) y ya anda por Lanzhou, capital de la provincia de Gansú, al noroeste de China. A lomos de su bicicleta, con la que arrastra un pequeño remolque donde lleva bidones de agua y una tienda de campaña, en estos dos meses y medio ha recorrido más de 8.000 kilómetros en busca de una aventura vital para salir de la rutina y ver mundo.

«Tenía un trabajo indefinido en la cadena de ropa deportiva Decathlon y llevaba una vida normal, pero sentí la llamada de la aventura porque me apetecía probarme a mí mismo», explica por teléfono a ABC desde un hotel de Lanzhou, donde hace noche para descansar y ducharse tras varias jornadas en la carretera.

Pedaleando cien kilómetros diarios y acampando donde le pillara la noche, Fernando ha atravesado la mitad norte de España, Francia, Alemania, la República Checa, Polonia, Ucrania, Rusia y Kazajistán antes de llegar a China. Un periplo que está narrando en su blog «MadridChinaByBike», donde da buena cuenta del paisaje y paisanaje del camino. Su última entrada, donde relata cómo lo recoge un amable pero pésimo conductor de autobús chino, con el que no puede intercambiar una palabra, es descacharrante.

Esta es la bici y el remolque utilizadas para el aventurero español
Esta es la bici y el remolque utilizadas para el aventurero español - FERNANDO MONTES

«Los mejores momentos han ocurrido cuando me he relacionado con la gente local. En Polonia tuve una avería grave en la bici. Gracias a la red social de viajeros CouchSurfing.com, un chico me invitó a dormir en su casa, donde me trataron como a uno más, y al día siguiente me ayudó en la reparación. Estuvimos media hora de risas, mezclando idiomas, y al final lo conseguimos», recuerda el joven, quien pasó otra noche memorable acogido en una granja ucraniana.

Tras asegurar que en ningún momento ha pasado miedo, Fernando destaca que «la mayor conclusión que estoy sacando de este viaje es que casi todo el mundo es buena gente y siempre habrá alguien dispuesto a ayudarte». Además de animar a viajar, da una consejo de lo más acertado para moverse por el mundo: “El mejor lenguaje es una sonrisa; con eso ya tienes medio camino hecho”.

Fernando Montes, en San Sebastián
Fernando Montes, en San Sebastián

Eso no significa que no haya sufrido percances, ya que ha tenido varias averías y cayó víctima de la picaresca kazaja en la estación de Aktobe, donde le timaron 10.000 tengue (25 euros) solo por subir su bicicleta al tren. Estas pequeñas anécdotas no le quitan el buen sabor del viaje, ya que Fernando ha atravesado valles, montañas y desiertos pedaleando por autopistas y carreteras secundarias o a bordo de trenes de otra época.

Con el fin de viajar de una punta a otra del continente euroasiático, se había preparado físicamente porque cada día pedaleaba 100 kilómetros para ir al trabajo. Más dura resulta la adaptación mental y la añoranza de la familia, sobre todo ahora que las redes sociales están bloqueadas por la censura de internet en China. «Mi madre fue quien más sufrió al irme y ahora es mi fan número uno. Hablamos todos los días por WhatsApp porque es importantísimo el apoyo de la familia cuando estás tanto tiempo solo», concluye Fernando antes de reemprender su viaje. En un par de semanas, su destino final será Hong Kong, donde se reunirá con unos amigos… ¡para seguir viajando a Vietnam y Camboya! Pero ya de mochilero, sin bicicleta.

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