Por qué el coreógrafo español Enrique Gasa Valga se enamoró de Innsbruck

Un recorrido por el centro histórico de la capital de los Alpes austriacos en compañía del coreógrafo y director de la Tanzcompany Innsbruck

Enrique Gasa Valga en el Tiroler Landestheater Florian Egger

Enrique Gasa Valga suele tomar un café a eso de las diez, antes de empezar un nuevo día de ensayos y trabajo como coreógrafo y director de la Tanzcompany Innsbruck . Ahí le encontramos esta mañana también, con el Tiroler Landestheater a su espalda, en pleno centro de esta capital de los Alpes. En su época de bailarín, Gasa Valga, barcelonés, recorrió medio mundo. Bailó en muchos teatros y conoció muchos países. Por eso es tan significativo que finalmente, hace ya trece años, decidiera instalarse en Innsbruck, cerca del Tejadillo Dorado y con las montañas blancas como telón de fondo. «Aquí se vive muy bien. La calidad de vida es muy buena, el amor por la cultura es enorme y a mí me gusta esquiar», resume.

En el comienzo hubo un poco de azar, como suele ocurrir en estos casos. A B rigitte Fassbaender, directora del Tiroler Landestheater, le gustaba mucho su trabajo como bailarín. Le conocía de Colonia. Un día le contrató como invitado, para seis meses, pero Gasa Valga pronto supo que iba a quedarse bastante más tiempo.

-Cuando quise dejar de bailar me ofreció la dirección para quedarme. Mi madre vino a visitarme entonces y me dijo: «Aquí te quedas». Estábamos debajo del Tejadillo Dorado. Le contesté: «No mamá, aquí no me voy a quedar, que es un teatro pequeño, las montañas». Y mira, ya llevo trece años. De hecho ahora vivo al lado del Tejadillo Dorado. Fue una premonición. Las madres no se equivocan. Llevaba muchos años de viaje. Quería volver a España. Pero lo cierto es que, después de bailar por todo el mundo, una ciudad que me encantaba era Innsbruck.

Tejadillo Dorado, en Innsbruck Florian Egger

El Tejadillo Dorado es el monumento más conocido de Innsbruck. Es un mirador cubierto por 2.657 tejas de cobre dorado que añadió Maximiliano I a la antigua residencia de Federico IV. Entre las dos luces del atardecer y el blanco azulado de los riscos, el tejadito desde el que el emperador contemplaba el trajín cotidiano de la ciudad siempre ha sido un imán para los turistas. Alrededor, las callejuelas, edificios hermosos como esa cercana fachada de estilo Regencia; la torre vieja, un punto de observación al que merece la pena subir a pesar del esfuerzo, 148 escalones y noventa y tres metros de altura, y el palacio Hofburg , reformado en estilo rococó durante la época de María Teresa.

-¿Qué le gustó más y a qué le costó hacerse?

-Innsbruck es una ciudad muy soleada. A mí el frío me preocupa menos que la luz y el sol. Aquí, aunque haga frío, hay muchos días de sol. Cuando está nevado y sale el sol, esa imagen te da una vitalidad brutal. Echo de menos las paellas de mi madre, el jamón y las tapas, pero aquí se vive muy bien.

-¿Qué le contaría a un español sobre Innsbruck?

-Primero le hablaría de la naturaleza y el esquí. Es un lugar ideal. Luego le diría que en Innsbruck hay 70.000 estudiantes y una vida nocturna que está muy bien. Es una buena mezcla entre una ciudad que no es muy grande, pero es suficientemente cosmopolita para que pasen cosas, con una oferta cultural brutal.

-¿La vida cultural en Innsbruck y en Austria es tan envidiable como parece vista desde España?

-Sí, es envidiable. Aquí el teatro y la música tienen una tradición muy fuerte. Se estudia música en la escuela. De cuatro austriacos, cinco tocan algún instrumento. Se valora mucho ser artista, bailarín o cantante. La cultura forma parte de la sociedad. En España eso no está tan arraigado. El teatro es mi casa. Es donde me siento bien, donde tengo la libertad de crear. Cada día hay una función de ópera, ballet o teatro, y luego siempre hay conciertos. Cada noche hay una opción para ver u oír algo.

Innsbruck, con los Alpes como telón de fondo Turismo de Austria

Enrique Gasa Valga suele crear tres producciones cada temporada. La actual empezó en septiembre con un trabajo alrededor de la figura de Rommy Scheneider , un ballet sobre el icono que encarnó a Sissi. Luego montó Terra Baixa , del autor catalán Ángel Guimerà, «que funcionó muy bien». Y a final de mes estrena Lorca . «En la compañía tengo tres bailarines españoles, entre ellos Josué Ullate, hijo de Víctor Ullate. Al austriaco le encanta la cultura española. En enero, por ejemplo, viene Nacho Duato como invitado».

A Gasa Valga le gusta escaparse a la montaña. «Creo que, al estar tan involucrado en la cultura, me gusta ir allá arriba a pasear o a esquiar», afirma, mientras mira a esas cumbres, habitualmente barnizadas de blanco, que protegen Innsbruck como si fueran una legión de fortachones gigantes, de riscos invencibles a dos pasos de la frontera italiana y alemana. «Pero también me gusta pasar por la ciudad, tomar un café en una terraza, todo es muy bonito, con una atmósfera muy interesante».

Innsbruck fue residencia imperial , circunstancia que ha dejado en muchos edificios y calles una pátina de grandeza. Era la ciudad de la que estaba enamorado Maximiliano, uno de los primeros senderistas de los Alpes, aficionado insobornable a la caza y a la montaña. El centro histórico que describe el coreógrafo español pide a gritos un recorrido a pie que puede comenzar en el arco del triunfo, al principio de la calle de María Teresa , construido en 1765 con ocasión de la boda de Leopold II, uno de los dieciséis hijos de la emperatriz, con la infanta española María Luisa.

Calle de la Emperatriz María Teresa Turismo de Austria / Innsbruck Tourismus

Gasa Valga se casó hace tres años con una tirolesa. «Creo que me voy a quedar», sonríe. Por eso, como habitante estable de Innsbruck, le pedimos una pincelada sobre algunos de los lugares más característicos de la ciudad.

-El Tejadillo Dorado.

-El lugar perfecto para tomar un café o un vino caliente. Es una plaza muy bonita desde la que admirarlo.

-La calle de la Emperatriz María Teresa.

-Un lugar de compras estupendo, y perfecto para buscar un sitio para comer o cenar. Es una calle con mucha vida en la que siempre pasa algo.

-El Palacio Imperial.

-Precioso. Es un lugar para profundizar en la historia austriaca, para retroceder al pasado y ver lo que une a este pueblo históricamente.

La Iglesia de los Hombres Negros, junto al monumento fúnebre de Maximiliano I Turismo de Austria / Innsbruck Tourismus

-Iglesia de la Corte.

-Le llaman la Iglesia de los Hombres Negros. Son unas figuras de bronce de tamaño natural que guardan el monumento fúnebre del emperador Maximiliano I. En realidad son figuras de mujeres, y el sarcófago del emperador está vacío, porque, a pesar de que el quería que sus restos reposaran aquí, murió en Viena.

-El Castillo de Ambras.

-Muy bien cuidado. Los jardines son espectaculares.

-El Trampolín de Bergisel.

-Cuando estás arriba en el trampolín, lo que ves delante tuyo es el cementerio. Los deportistas que saltan ven un cementerio. Es espectacular. Ver una competición en vivo es increíble. Me sorprendió muchísimo. El esquí me ha gustado siempre mucho. Aquí es el deporte nacional. El fin de semana suelo ir a esquiar.

Desde el banco de salida del trampolín olímpico de saltos de Innsbruck se ve el cementerio, en efecto. Antes de empezar su vuelo de más de ciento treinta metros sobre el vacío, estos deportistas seguramente quieran mirar a otro sitio. Por ejemplo, al casco urbano, más allá de las lápidas, o a los dientes de sierra de los Alpes, a la nieve, al reino de las montañas. El hogar elegido por Enrique Gasa Valga para disfrutar de su profesión y su vida.

https://www.austria.info/es

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