El mirador imprescindible para hacer la mejor foto de Las Médulas

Una ruta por la mina de oro más grande a cielo abierto del imperio romano, en El Bierzo (León), hasta alcanzar el impresionante mirador de Orellán

Vista de Las Médulas desde el mirador de Orellán
J. F. Alonso

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Las Médulas (El Bierzo, León) es uno de los paisajes más extraordinarios de España que, sin embargo, muchos viajeros suelen dejar para mejor ocasión. Queda a solo media hora del desvío de la A-6, a tiro de piedra de cualquier desplazamiento hacia el noroeste de España, y quizá por eso, un destino que muchos viajeros suelen ir aplazando una y otra vez. Un error. La antigua mina de oro del imperio romano aún provoca un impacto innegable entre quienes la recorren paso a paso.

Para visitar la mayor mina a cielo abierto de la época romana hay varias fórmulas que, esencialmente, se resumen en dos: participar de una de las rutas guiadas (3 euros por persona) que salen del centro de recepción en el pueblo de Las Médulas -una pedanía de Carucedo- o hacer el camino por libre. En el primer caso estas son las horas de salida: 11.00, 11.30, 17.00 y 17.30. Por ahora, no se puede reservar y en verano casi todos los días ha habido una importante afluencia de público.

Quien decida caminar por libre no lo tendrá difícil. Hay sendas para todos los gustos y con diferente exigencia. Por simplificar se puede optar entre una ruta larga, de unos once kilómetros, por el perímetro del yacimiento, y una corta, de unos cuatro kilómetros, en gran parte a la sombra de gruesos y centenarios castaños, que deja ver la esencia del yacimiento, declarada en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El original paisaje de lomas y picachos de tierra rojiza que ahora vemos se fue formando por la erosión producida por el agua, que se utilizó para desplazar colosales cantidades de tierra. A ese sistema de explotación intensiva se le llamó ruina montium , y permitió extraer miles de kilos de oro a lo largo de unos dos siglos. Sobre las cifras concretas hay diversos estudios y opiniones, aunque la estimación más modesta apunta a 5.000 kilos. Y lo mismo ocurre con los trabajadores que participaron en la odisea, entre 20.000 y 60.000.

El agua fue clave en la explotación minera y en la formación del paisaje que todavía nos asombra, dos mil años después. El imprescindible líquido se llevaba desde los cercanos montes Aquilianos hasta la explotación minera por una compleja red de canales de cientos de kilómetros excavados en roca. Algunas de las rutas que permiten hoy examinar más a fondo el paisaje pasan precisamente por esos canales.

Subida empinada al mirador de Orellán desde la senda de las Valiñas

Sea cual fuere la senda elegida, hay un punto imprescindible que no debemos olvidar, sobre todo en la primera visita: el Mirador de Orellán , el lugar donde se tiene la vista más amplia y espectacular de Las Médulas. Una vez allí arriba cuesta trabajo marcharse sin agotar la memoria de las tarjetas de fotos, sobre todo al atardecer, cuando una manta rojiza barniza el horizonte.

Al mirador se accede desde la senda corta (la de las Valiñas) o por la perimetral, la más larga. También se puede ir en coche desde la localidad de Orellán (el desvío está unos kilómetros antes de llegar al pueblo de Las Médulas). Esta última es la opción más cómoda. La más frecuente, como extensión de la ruta corta, tiene también una sorprendente dureza. «Solo es un kilómetro, pero con pendientes de un 20 por ciento» , advierten ya en el centro de interpretación.

La subida exige un esfuerzo a las piernas poco acostumbradas, pero el premio de las vistas compensa sobradamente. Es una senda empinada, de unos 900 metros (según el cartel colocado en el desvío) en zigzag. Conviene llevar agua y afrontar el paseo con calma, con tiempo para alguna parada, siempre entre árboles espigados que proporcionan una agradable sombra. El castaño es el símbolo de este rincón de El Bierzo , afectado en muchos casos por dos males persistentes, el chancro y la tinta.

Y, de repente, el sendero abandona la zona de árboles y aparece la meta: el mirador de Orellán, con el enorme espectáculo de la explotación minera en el horizonte, con sus barrancas y picachos. Si se puede elegir, lo mejor es ir a primera hora de la mañana o al atardecer, cuando la luz realza los tonos ocres de las cumbres de tierra. El paisaje entonces adquiere matices inolvidables.

Quien haya subido en coche hasta el aparcamiento de Orellán encontrará pronto la entrada a las Galerías de Orellán , una forma de ver por dentro esta obra de ingeniería romana. Es una galería de unos cien metros, un antiguo conducto de agua, que conduce a un balcón en medio de un corte vertical de la montaña. El último regalo para la vista en esta escapada corta a una obra gigantesca.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación