Así es Casa Cacao, el lujoso y caro hotel boutique de los hermanos Roca

Jordi Roca, el responsable de los postres de El Celler de Can Roca, y su cuñada, Anna Payet, están detrás de este hotel, obrador y chocolatería que acaba de abrir en Gerona

Terraza de Casa Cacao, en Gerona Josep Oliva

Ana Luisa Islas

La primavera está al caer y, con las flores y los nuevos pajaritos, llegó también Casa Cacao . Cuatro años ha estado este proyecto en la cabeza de Anna Payet y Jordi Roca , el genio detrás de los postres de El Celler de Can Roca . Los pájaros nacen con la primavera, después de una corta gestación; por motivos varios, al hotel boutique, tienda, obrador y chocolatería, ubicado en la plaza Cataluña de Gerona, le tomó cuatro vueltas al sol nacer. «Lo tenemos demasiado pensado, hicimos una película, sacamos un libro (Planeta Libros), y, por fin, es una realidad», explica conmovido el cocinero. «Cuando quitamos los papeles a las ventanas del obrador y a la entrada del hotel, fue como abrir un regalo, un regalo que llevábamos muchos años esperando», comparte.

Anna Payet, su cuñada, esposa de Joan, coincide. «Fue muy emocionante» . Payet es una profesional de la hospitalidad que ha hecho carrera en la docencia y que dirige el hotel. «Abrir Casa Cacao era un tema pendiente para mí; desde pequeña me apasiona atender bien a la gente , cuidarla; con este proyecto, por fin, hago realidad uno de mis sueños profesionales», confiesa. «Tengo 53 años, mis hijos han crecido, tengo la teoría, la experiencia y toda la energía», agrega. Otros piensan en recalar o dejan sus sueños en un cajón. Payet y su cuñado, no. En eso se parecen, además de tener don de gentes, son tozudos. «Hubo un día, un día solo, que se me pasó por la cabeza cancelarlo todo; me miré al espejo y me dije, venga, sigue adelante», comparte la profesora de turismo.

Junior Suite Cacao Origin del hotel de los Roca en Gerona Joan Pujol-Creus

Los permisos, la burocracia interminable, así como restos de la antigua ciudad, que encontraron en el sótano, fueron tan solo algunos de los tropiezos que casi los hacen claudicar. Sin embargo, a pesar de que aún faltan algunos detalles por aquí y por allá, el hotel ya tiene huéspedes y la cafetería no ha dejado de estar a reventar desde que abrieron. «Antes de inaugurar al público, lo hicimos para los vecinos, para que conocieran el espacio, pues ellos, como nosotros, también sufrieron las obras», explica la novel directora del hotel. «Iban pasando de 10 en 10, pacientemente, se formó una fila larguísima; fue hermoso, hemos tenido una recepción maravillosa », apunta. No es para menos, el edificio de cuatro plantas, en las que se ubican 15 habitaciones de lujo , así como un obrador de chocolate, una tienda y una chocolatería, llevaba muchos años abandonado y, la pequeña calle con la que colinda, era un callejón oscuro, poco transitado. Todos prefieren el olor a cacao...

Muchas personas han peregrinado hasta Gerona para conocer la cocina de los Roca, y han descubierto una ciudad hermosa. Desde la terraza del hotel, reservada para huéspedes, se pueden disfrutar vistas de la antigua muralla y la catedral . En ella, se sirven los desayunos, incluidos en el precio de 250 a 300 euros la noche , por una suite para dos personas, y algunos aperitivos durante el resto del día. Jordi Roca está a cargo de la gastronomía, que incluye versiones muy suyas de clásicos hoteleros como el Club Sándwich. La investigación y técnicas que han llevado a la excelencia en El Celler de Can Roca se respiran por todos los poros de esta nueva aventura.

Jordi Roca y su cuñada, Anna Payet, en la terraza de Casa Cacao INÉS BAUCELLS

Cuando los pájaros comienzan a volar, van aprendiendo las vicisitudes del vuelo. Así han sido estos primeros días en el hotel . Al salir la tarta del horno, cuando los sueños toman forma, se puede saber si hay que echar más o menos azúcar a la receta. Con respecto al azúcar, uno de los demonios de la actualidad, Jordi, que siempre ha reivindicado los postres como el último plato que se come y el que más se recuerda de una comida gloriosa, explica que, a pesar de la mala prensa que tienen hoy en día los edulcorantes, «cargamos con mucho estrés, debemos permitirnos, aunque sea, un espacio para una indulgencia, para una alegría ». En Casa Cacao, sobran las indulgencias, pueden pedirse en forma de bombón de chocolate, elaborado con cacao con trazabilidad; de farttone (fartón elaborado con masa de panettone) mojado en una taza de chocolate, que sale de un tirador, como de ensueño; o, al recostar la cabeza en una de sus almohadas de pluma de oca. Para los no chocolateros o diabéticos, aunque el nombre anuncie lo contrario, hay también alternativas: cafés, infusiones, pastas y más.

Así como a Payet le cuesta recordar desde cuándo soñaba con abrir un hotel, a Jordi le cuesta hacer memoria de su primer encuentro con el chocolate. Sonríe cuando recuerda que una tía les regalaba por Navidad una caja roja de bombones. Desde entonces, para él, los bombones significan familia, celebración, amor. Así lo ha querido transmitir en cada uno de los rincones del hotel boutique , con los vecinos, que se acerquen a chafardear por las ventanas o a tomarse una taza de cacao, pero también con los extranjeros que vengan desde el otro lado del mundo, a probar sus desayunos: familia, celebración y amor. ¡A volar!

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