Emilio y Valentín Bravo, hijo y padre, ambos alcaldes de Mora
Emilio y Valentín Bravo, hijo y padre, ambos alcaldes de Mora - ana pérez herrera
cuando la alcaldía se vota (y se hereda)

«Los Bravo hemos dado mucho al PP»

Valentín pilotó la Transición en Mora y fue alcalde durante tres legislaturas, bajo las siglas de tres partidos (UCD, GIM y PP). El testigo lo tomó su hijo Emilio en 2011

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A sus 77 años, «casi todos los días» Valentín Bravo (1937) se sigue dando el capricho «de ir al campo». Pilotó la Transición en Mora y ha sido alcalde durante tres legislaturas (de 1979 a 1987 y de 1991 a 1995). Sin embargo, él es un agricultor. Así se presenta y es probable que ni siete universidades le hubieran enseñado de política lo que él aprendió sobre el terreno.

No lo dice directamente, pero lo expresa, mientras cuenta su noviazgo con esto de los votos. Su verbo es un torrente de afirmaciones de perro viejo: «La política es un rosal: llegas y está todo muy bonito, pero detrás están las espinas»; «La política tiene un riesgo y es profesionalizarla, porque si es el único medio de vida que tienes, te quita la libertad.

Creo que los políticos son (o deberían ser) como las aves de paso: vienen y se van».

«Yo, desde chiquito, he vivido la política en casa, donde veía lo que era trabajar con ilusión por tu pueblo, y siempre digo que quien más me ha enseñado de política es mi padre». Ahora el que habla es Emilio Bravo (1964), hijo de Valentín y alcalde de Mora desde 2011. Antes estuvo 27 años en la Caja Rural, de la que se encuentra en excedencia.

En el ecosistema moracho, la familia Bravo son los «zahoríes» (significa: adivino) de toda la vida. «Así le llamaban a mi abuelo», dice Valentín, y añade: «Aquí los nuestros nos quieren y los que no, nos respetan». «Siempre que nos hemos presentado a unas elecciones hemos obtenido el respaldo de la gente. Es más, conozco a familias que me han dicho: ‘Al PP no puedo votarle por mis raíces pero, si fueras independiente, te votaria’», le interrumpe su vástago Emilio.

El idilio de los Bravo con el bastón de mando empieza en 1977, cuando el alcalde de entonces dimitió y, de entre la propia corporación, a Valentín le nombraron sustituto. «Recuerdo que mi pobre madre me dijo: ‘Pero, hombre, después de lo que hemos sufrido en la guerra, ¿por qué te metes en política?’. Y la contesté: ‘Voy a trabajar porque en mi pueblo haya entendimiento y no enfrentamiento’. Creo que lo hice y aquí, como dijo Adolfo Suárez, la concordia fue posible».

En principio, el pacto de Valentín con su familia era que se retiraba cuando llegaran las primeras elecciones, en 1979. Pero ¡Ay, Carmela!, «se formó un revuelillo en el pueblo y algunos vecinos me pidieron que no me fuera. Incluso desde la izquierda, que era muy fuerte, sobre todo el Partido Comunista, me decían: ‘Valentín, contigo nos entendemos’».

Así que se presentó bajo las siglas de la UCD, pero independiente. Remarca lo de independiente porque «no tenía afiliación alguna». De hecho, hasta enero de 1988 no se adscribió a un partido político (PP) y es por ello que tiene el ¿récord? de haber sido alcalde con tres siglas diferentes: con la UCD (1979-1983), el GIM (Grupo Independiente de Mora, 1983-1987) y el PP (1991-1995).

Con este currículum vitae es inevitable que surja el debate de hasta qué punto influye la marca. «La marca PP te consolida y te ayuda a ganar las elecciones. Bien es verdad que hasta 2011 el PP nunca había ganado en Mora las elecciones generales. Siempre para ganar unas municipales ha hecho falta el apoyo de mucha gente que no votaba al PP, pero hoy no sería alcalde sin las siglas del PP», explica Emilio. «Hay que diferenciar dos épocas. Cuando yo me presenté, aquí nunca había ganado el PP. Sin desmerecer al partido, los Bravo le hemos dado mucho al PP», afirma con orgullo Valentín.

—¿En qué coinciden y en qué discrepan?

—Val: «Emilio ha dado seriedad al Ayuntamiento, que buena falta le hacía».

—Emi: «Muchas veces discrepamos porque coincidimos demasiado. Sus consejos, aunque él crea que a veces no le hago caso, siempre ahí me quedan y la mayoría de las veces suelo tenerlos en cuenta».

—¿Qué ventajas y desventajas tiene ser ‘hijo de...’?

—Emi: «A mí no me ha traído ninguna desventaja. Y ventajas… en 2011 yo era el hijo de Valentín Bravo y seguro que ese recuerdo me dio algún concejal».

—¿Hay en camino una tercera generación de alcaldes Bravo?

—Val: «Tengo seis nietos, dos de cada hijo, y de los seis veo en uno la posibilidad, pero no le voy a decir quién es».

—Emi: «Para haberla te tienen que votar los vecinos y para ello es imprescindible que yo, como alcalde, deje ese buen gobierno que dejó mi padre. Con lo cual, en principio debo estar a la altura. Y luego tienen que querer y les tienen que votar».

—¿Qué les dirían? ¿Les haría ilusión?

—Val: «Lo mismo que le dije a Emilio: que si se presentaba, estaría con él y que, por encima de todo, había que tener mucho respeto, mucha dedicación y muchas ganas de hacer cosas por los ciudadanos».

—Emi: «A mis hijos ni les animaré ni les quitaré la idea. Si alguien quiere, tendrá que decidirlo él y, si da el paso, yo encantado».

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