ANÁLISIS

«Gears 5»: la saga se reinventa

La nueva entrega del videojuego de disparos en tercera persona recoge el testigo de la variedad de géneros

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Si algo funciona para qué tocarlo. Aunque a veces modificar algunos aspectos logras que algo sea más redondo. Esta es la visión que impregna «Gears 5», nueva entrega de la conocida saga de disparos en tercera persona que, en esta ocasión, defiende una trinchera marcada por la variedad de géneros. Muy centrado en el entorno online, la narrativa del título continúa algunos tramos de sus predecesores, aunque distribuidos en forma de porciones muy visuales.

El apartado multijugador es, sin duda, la joya de la corona, con varias propuestas que desencadenan una acción frenética en grupo. Tememoros de avanzar hacia nuevas mecánicas, la saga sí se ha reinventado en el planteamiento pero conservando sus principales atributos como son los enfrentamientos frenéticos , el intercambio de disparos a tutiplén y el aprovechamiento de las coberturas que, en su momento, movió a la industria del videojuego hacia sus compases.

No defrauda su potencia gráfica, aunque se echa en falta una mayor evolución. La saga se reinventa, por tanto, a nivel interno pero en su superficie se apoya en sus códigos y atributos icónicos; esto es, personajes representados de manera exagerada, armamento futurista de todo tipo y entornos, aunque siempre dominados por una fugaz linealidad, con grandes posibilidades.

Peca, sin embargo, de ciertas incoherencias narrativas (tiene una campaña en torno a las 15-20 horas de duración ) en donde los jugadores, al fin y al cabo, pueden perderse en la marabunta de opciones, desconocedores en realidad del propósito final que intenta transmitir el juego en conjunto. La presencia de Kait como protagonista también le confiere una mayor emotividad, de la que poco a poco se va profundizando en ciertos aspectos de su personalidad. Pero la verdadera gracia, de nuevo, es el puro entretenimiento centrado en la habilidad del jugador. En su reduccionismo, y cuando se sobrepasan las primeras horas que sirven casi de puesta al día de sus mecánicas, se trata de un juego de disparos que apenas pierde su identidad.

La presencia de un robot llamado Jack cambia las tornas; esta máquina se presta a realizar varias acciones en combate como despistar a los enemigos o a recoger objetos o material armamentístico por el camino. Un camino, por cierto, que se sentirse muy limitado y pasillero. Aunque se han dado pequeños pasos hacia una mayor libertad de movimientos, el juego se sostienen en un conflicto previamente marcado y distribuído sucesivamente por oleadas de pistoleros que, poco a poco, se van engrandeciendo.

El juego, en general, es muy espectacular y más grande que sus predecesores. Una ambición que, en ocasiones, puede perderse por el torrente de actividades y modos a disposición. Modos como «Horda» no son sino el mayor pulso hacia la intensidad de los tiroteos. Porque, eso es cierto, la acción frenética y desenfrenada en la que, sin embargo, y si vienes de nuevas, hay que adaptarse a su dificultad.

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