«Doom Eternal»: un «shooter» muy gamberro y absorbente

id Softwafe ha realizado una obra vertiginosa y digna sucesora de la popular franquicia de disparos nacida en los noventa

Videojuegos inmersivos para olvidarte del coronavirus y disfrutar en casa

Rodrigo Alonso

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Los videojuegos representan una vía de escape . Y ahora más que nunca. Durante las últimas semanas, mucha gente ha encontrado en el mando un sustento . Así lo demuestra, sin ir más lejos, el enorme aumento del juego online. Un incremento que, según Telefónica, ha sido del 271% entre el 13 y el 15 de marzo. A pesar de la paralización que se sufre en el cine y en las grandes editoriales, los videojuegos que se esperaban para estas semanas han llegado puntuales. Y, entre ellos, uno de los mejores títulos de disparos en primera persona de la presente generación: «Doom Eternal». Disponible en PlayStation 4 , Xbox One y ordenador y próximamente, aunque sin fecha, en Nintendo Switch.

Creado por id Software, el estudio detrás de sagas tan grandes como Quake o el primer Rage, el título funciona como una continuación directa del «reboot» de la franquicia nacida en los noventa, lanzado en 2016. Sin embargo, atendiendo al poco peso que tiene la historia, este detalle, prácticamente, carece de importancia. A diferencia de otros, «Doom Eternal» no tiene por objetivo cambiar la vida a quien se sumerge en su mundo postapocalíptico. No estamos ante un alarde narrativo como « Death Stranding », « Zelda: Breath of the Wild » o « The Last of Us ». Y ni falta que hace. Todo, o casi, se resume a pasar de pantalla en pantalla acabando con los demonios que pueblan la tierra muerta en la que se desarrolla la acción . Un planteamiento que puede parecer simple, pero no por ello menos brillante o falto de exigencia. Ni mucho menos.

La obra pone a prueba al jugador desde, prácticamente, los primeros minutos de la partida hasta los últimos. Para quien no esté muy hecho a la franquicia, será necesario un periodo de aprendizaje que puede ser mayor o menor. Todo depende de la capacidad de cada uno para moverse al ritmo vertiginoso que reclama la obra. Y es que, quien espere terminar «Doom Eternal» buscando coberturas, como en los Gears of War o los Uncharted , o cargando sin más, como en un hack and slash , lo va a pasar fráncamente mal. Por el contrario, se requiere una gran habilidad y muchos reflejos , así como conocer bien a los diferentes monstruos que pueblan las pantallas.

De este modo, si el jugador se mueve bien y esquiva los ataques enemigos, pero no sabe, por ejemplo, que para matar a un cacodemio lo mejor es utilizar granadas, no tardará mucho en quedarse sin munición y, por tanto, sin opciones. Lo mismo ocurre si conoce los puntos débiles de los diablos, y alterna bien entre el amplio arsenal, pero se queda quieto como una estaca en plena acción. Y es que, para avanzar, hay que jugar escrupulosamente como id Software quiere . Es decir, como se jugaba en los noventa al « Doom 2 ». Pero mucho más rápido. Y, precisamente, en ese proceso de aprendizaje encontramos uno de los grandes puntales de la obra. Un aliciente que la dota de una profundidad que, de primeras, no se espera. Consigue picarte en el orgullo para mejorar. Pero sin volverse exasperante. No estamos hablando de Dark Souls .

Una vez se aprende a jugar como es debido, el ritmo y la automatización de la estrategia, sumado a una música metalera que le sienta como un guante, hacen de la propuesta una de las más inmersivas, salvajes y gamberras que se han publicado recientemente. Gusta su variedad de armas , que van desde una escopeta hasta un rifle de largo alcance pasando por un lanzacohetes, un lanzallamas o, incluso, una motosierra, entre otras. Será importante que el usuario sea capaz de cambiar entre unas y otras cuando esté enfrenándose a las oleadas de enemigos. También que, a la hora de moverse por los escenarios, dedique, aunque sea un par de minutos, a explorar el terreno para no dejarse ningún coleccionable por el camino. Gracias a estos se puede mejorar las armas, pero también desbloquear otras opciones que hacen que la experiencia de juego mejore.

Respecto al diseño de personajes y niveles, el trabajo de id Software ha sido impecable. Cuando uno se sumerge en la partida tiene la sensación de que nada ha quedado al azar y, evidentemente, eso siempre es de agradecer. También lo es el nada disimulado empeño de la desarrolladora por poner en valor la jugabilidad y la estética de los FPS de principios de los noventa, como el propio «Doom 2» o el «Duke Nukem 3D». Obras que siguen siendo plenamente disfrutables. Lo suficiente para que el usuario pueda olvidar todo lo que queda fuera de la obra mientras agarra el mando. Algo que no es poco. Especialmente a día de hoy.

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