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análisis

«Ori and the Blind Forest»: cuando las plataformas se disfrazan de luz y belleza

El juego propone una aventura donde prima el desafío

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Hay cosas que no pasan de moda. La vida es cíclica, lo que sube baja, lo que da vueltas vuelve a su lugar de inicio. Sí, como las modas. Las plataformas en los videojuegos nunca se fueron. Siguen apegadas al amante de los juegos, y cada año surgen nuevos títulos que apuestan por este concepto clásico mientras la industria intenta profundizar en mundos abiertos, en donde prima la libertad de movimientos y los escenarios interactivos.

Apostando por este género de vieja escuela pero intentando redefinirlo a su vez, «Ori and the Blind Forest» es otra de esas aventuras que, quizá sin hacer mucho ruido, tiene un gran recorrido para el futuro. Bello, de un apartado visual sorprendente y un estilo de juego, aunque clásico, muy adictivo, son las principales bazas que maneja.

Todo un espectáculo en movimiento que permite que el jugador sea consciente de ello nada más empezar, todo rezumando tintes de escuela Pixar.

Personajes sorprendentes y fascinantes forman parte del entramado de este juego de corte independiente. El personaje principal es un ser extraño, parecido una liebre o un conejo (vete tú a saber), cargado de luz, ágil, dinámico y cuya mecánica más potente es el salto, capaz de sortear diferentes obstáculos, ya se moviendo piedras ubicadas de forma estratégica o aprovechando los escenarios. Eso sí, no es tarea fácil, ya que requiere de una cierta precisión que se adquiere con la veteranía y la experiencia.

No obstante, tampoco estamos ante un ser inofensivo que intenta trabar supervivencia y miedo. Cuenta con algunos poderes para eliminar ciertos enemigos en su travesía para convertirse en héroe. Y ello conllevará a que podamos recobrar vida gracias a los elementos que nos encontramos. Porque esa es su verdadero objetivo, ya que nuestra misión es intentar evitar la desaparición del bosque al que llaman Níbel, una trama quizás muy explotada en otros títulos históricos y que no anima a prestarle demasiada atención.

Pero en su camino no solo se encontrará con plataformas de todo tipo, sino diferentes puzles y obstáculos que habrá que conocer ciertos elementos extraídos de una limitada exploración para resolverlos. No será siempre tarea fácil. La complicación aquí se torna menos entretenido y más seductor que propuestas similares. Habrá que repetir secuencias muchas veces, sin que por ello el jugador decida abandonarlo. Todo transcurre de forma directa. Cuenta, además, con un árbol de habilidades para mejorar el personaje. Sin embargo, y aunque cumple, puede pecar a ojos de algún jugador de repetitivo en ciertos momentos pese a contener grandes dosis de desafío y su inexistente capacidad para volverse a jugar pueden ser lastres par su iniciación.

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