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«Assassin's Creed IV: Black Flag», un gran abordaje

El videojuego recorre el mar del Caribe del siglo XVIII a manos de Edward Kenway

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Se aferra a su nueva nueva vida Edward Kenway en su aventura marítima en «Assassin's Creed IV: Black Flag», en la que se adentra en la corte de los «assasins». El título, lanzado recientemente para PlayStation 3, Xbox 360, tiende las velas sobre lo divertido y se desliza por una historia profunda y adictiva.

El detalle de los barcos, meticulosos. Todos los escenarios abrazan casi la perfección. El entorno naval está muy detallado. Este título es, posiblemente, el primero que consigue que la próxima generación de consolas, que dará comienzo a final de mes con los lanzamientos de las nuevas Xbox One y PlayStation 4, merezca la pena, aunque si bien es cierto que en las consolas actuales tal vez ofrece un rendimiento algo dispar.

En las próximas el realismo tomará a la gloria por bandera.

La historia, sangrienta y vibrante, se mueve entre el presente y el pasado, que quedan entrelazados de dos maneras singulares al permitir ir descubriendo poco a poco el juego. El personaje es el padre de Haytham y abuelo de Connor, que estuvieron presentes en las anteriores entregas. Mientras eso pasa, en la actualidad comienza a trabajar en la empresa Abstergo para investigar la vida del propio Edward a través de un sistema informático que le traslada al siglo XVIII. Allí se encuentra en ese tiempo a un personaje que se mueve en primera persona hasta que salta al control del marinero, ya en tercera persona, que alterna tierra y mar.

Si bien el título no es totalmente perfecto, tiende los puentes para ello. Los jugadores se encuentran con barcos enemigos de seis clases diferentes, cada uno de ellos con cinco niveles de dificultad, lo que convierte las batallas en el agua en una experiencia sensacional. También el sistema de abordaje ha cambiado. Entra en un nuevo nivel. Los jugadores pueden saltar de una nave a otra con gran libertad de movimiento y es así donde la intensidad genera gran emoción. Incluso se puede utilizar un catalejo, lo que permitirá examinar el resto de barcos para decidir si atacarlo o permanecer en cautela. El escenario, sublime, azota las vivencias en el mar del Caribe. La Habana es el primer punto de partida.

Gráficamente, el juego es alucinante, tiene una luz asombrosa. Los escenarios son impresionantes, variados, muy detallados y se amplían las posibilidades de conseguir trofeos y las oportunidades son múltiples. Es una verdadera fotografía histórica de aquel tumultuoso periodo histórico. Vegetación, animales y casas de tintes marítimas intercambian sus quehaceres diarios para generar una atmósfera estupenda en el que desenvainar el florete.

Pero en el centro de todo, el personaje. No es un juego simplemente de piratas, es más que eso. Es un juego de asesinos donde el sigilo y la estrategia se unen para apuntalar unas secuencias maravillosas. Es una experiencia pirata convincente y cautivadora que favorece aún más con una banda sonora muy cuidada.

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