Fragmento de la película «Terminator: Genesis»
Fragmento de la película «Terminator: Genesis» - ARCHIVO

La tecnología que plantea «Terminator»

Materiales que se autorregeneran, híbridos entre hombre y máquina y el poder de la Inteligencia Artificial basa el argumentario de esta popular saga cinematográfica que intenta reflexionar acerca del futuro

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La célebre saga cinematográfica plantea un mundo distópico en donde las máquinas acechan a los humanos. Es un argumento muy propio no solo del cine, sino también del mundo de los videojuegos. Allí, la Inteligencia Artificial ha desembocado en la perdición de la Humanidad. Los robots y los ciborgs -acrónimo en inglés de cybernetic organism- se han aprovechado eliminando toda forma de vida inteligente.

Y hacia allí nos movemos; hacia una sociedad en donde los procesos informatizados han cambiado radicalmente la forma en la que los ciudadanos se relacionan entre sí y desempeñan las tareas laborales. Para bien o para mal, sí es cierto que los ordenadores y las máquinas se han adentrado en nuestras vidas como si tal cosa, aunque sus efectos perniciosos y apocalípticos aún están por ver.

en cualquier caso, comienzan a aparecer sistemas autónomo que desarrollan funciones sin la total dependencia del hombre para tomar decisiones gracias a software y sensores integrados.

Ahí es donde los gurús de la tecnología y la ciencia debaten y no se ponen de acuerdo. Mientras figuras reconocidas como Stephen Hawkings y Elon Musk alertan de los posibles riesgos de la Inteligencia Artificial, otros como Mark Zuckerberg lo quiere abrazar como un futuro prometedor. La película «Terminator», cuya nueva entrega, « Génesis», se acaba de estrenar en los cines españoles, es un fiel reflejo de esa reflexión alternativa donde las máquinas se han revelado.

El sistema Skynet es parte fundamental dentro del imaginario e influencia de la historia central. Es el nombre que recibe la Inteligencia Artificial y que lidera el ejército de máquinas superavanzada. Es capaz, además, de controlar el arsenal militar norteamericano con independencia de los seres humanos, lo que eleva una situación en pantalla difícilmente asumible por la moral actual.

Pero si algo se ha asomado en todas las entregas es la evolución de los materiales y software que se utilizan para la confección de los robotos. Así, uno de los primeros modelos que aparecen es el T-800 -interpretado por Arnold Schwarzenegger-, que se sirve de piezas de metal y un sistema mecánico para hacerlo funcionar. El metal está formado por una aleación de titanio-tungsteno y una especie de tejido humano sintético ejerce de coraza.

El T-1000, una versión superior, se fabrica según el argumento de la película con una aleación de mercurio y metal líquido, una combinación que se plantea como un material capaz de regenerarse, mientras que la concepción del T-X, formado por un endoesqueleto, se sirve de la nanotecnología y es capaz, además, de expandir virus informáticos, algo que sí está presente en la sociedad actual.

Precisamente, esta visión es la que quiso aprovechar una empresa denominada Carbon3D que, aprovechándose del tirón de la impresión tridimensional y sus posibilidades, ideó este año una impresora 3D líquida. En España, por ejemplo, desde Centre for Electrochemical Technologies (CIDETEC) se planteó hace un par de años un polímero capaz de «sanar» por propia cuenta.

En el caso del «exterminador» T-950 que aparece ya en «Terminator Salvation» y que se trata de un híbrido entre hombre y máquina, que mantiene algunos signos vitales como el cerebro y corazón del ser humano aderezado de biotecnología. En ese sentido, brazos biónicos que no solo aparecen reflejados en este tipo de películas comienzan a ser realidad en el caso de algunas prótesis capaces de tener comportamientos similares a las de una extremidad humana, un avance que podría eliminar de un plumazo los problemas de las apuntaciones.

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