El Rocío 2019

Rocío de la mañana, luz de la aurora

La Virgen del Rocío entró en su Santuario pasado el mediodía, tras casi diez horas de comunión con sus hijos, dejando estampas para el recuerdo

Imagen de la aldea al amanecer Raúl Doblado

M. A. Jiménez / M. Humanes

La procesión de Pentecostés de la Romería de 2019 será recordada por muchas cosas. Será por supuesto la del Centenario de la Coronación - los tapices prendidos en las fachadas y ventanas de las casas se encargaban de hacer presente la histórica efeméride-, y será por supuesto la primera salida de la Virgen del Rocío en su recién estrenado Año Jubilar Mariano. Pero muy especialmente, la salida de ayer estará marcada por la formidable imagen que ha lucido la Patrona de Almonte con sus estrenos: la Corona de Amor con la que las hermandades filiales, no filiales y asociaciones rocieras han querido dejar eterna constancia de su devoción por la Blanca Paloma y el traje y el manto, amén de las bambalinas, elaboradas con exquisita maestría en el taller del jerezano Fernando Calderón.

Era justo lo que la Virgen necesitaba para que la visión ya de por sí sobrecogedora que ofrece la Patrona de Almonte al procesionar por las calles de la aldea adquiriese una brillantez suprema. Los almonteños eran conscientes y quizás por eso, por el disfrute que debían estar percibiendo en los miles de romeros que han atestado las calles del Rocío desde la noche de ayer, se esforzaban por mantener a su Señora bajo la luz del sol de una mañana que fue cálida pero amable.

Dejaron que el objeto de su devoción fuera Rocío de la mañana, como antaño describiera con versos breves en una popular sevillana Manuel Pareja Obregón. Aguantaron bajo las andas, resistieron la presión de una multitud que cada año intenta acercarse más a la Blanca Paloma hasta el punto de hacer imposible el avance; se rendían y se levantaban una y mil veces con un enjambre de infantes sobrevolando sus cuerpos extenuados para empaparse de la bendición del roce de su manto hasta que ya no pudieron más y tras casi diez horas de procesión, al final de la calle Almonte, y ante las numerosas caídas que estaba sufriendo la Virgen , echaron el resto para enfilar el último tramo, el de la calle Moguer, y devolver a la Patrona de Almonte a su casa a las 12:36 minutos del mediodía.

Fue precisamente en la calle Almonte donde la Virgen pasó una parte muy considerable de la mañana. En esta vía de notable anchura, el terno ofreció sus destellos más brillantes, sus colores más puros, sus matices más hermosos, convirtiendo a su portadora en una suerte de lucero que titilaba sobre un mar de devotos. La multitud se maravillaba una y otra vez de la visión extraordinaria que tenían delante, estallando en palmas, en vivas y en muestras de admiración con los resplandores que surgían en cada movimiento.

Miles de pétalos

Ante la Hermandad de Jerez de la Frontera, ciudad que ha obsequiado a la Virgen el terno del Centenario, la Señora de Almonte se entretuvo por largo rato , acercándose y alejándose de la casa de hermandad mientras desde sus balcones llovían miles de pétalos blancos de flores.

Sería una de las muchas petaladas que la Virgen del Rocío recibiría durante su caminar por la aldea. La otra, también de las más sentidas, la que se desparramó desde los altos de la Hermandad del Rocío de Rociana del Condado . La filial del municipio onubense, rociero hasta la médula, cumplía en esta romería nada menos que su centenario, y no dudó en mostrar su alegría desbordante al celebrar semejante hito.

Allí en el Real fue donde la Blanca Paloma se convertiría, con los primeros rayos de sol, en luz de la aurora, como la bautizó el añorado Rafael González Serna en el Himno del Centenario de la Coronación, cuya letra y melodía se han convertido en una oración recurrente que los peregrinos han entonado en esta romería.

Sería otro de los momentos más destacados de una procesión que empezaba a las 2:48 de la madrugada con el siempre imprevisible salto de la reja y que transcurriría sin incidentes ni sobresaltos y con mayor estabilidad.

Ahora, los devotos de la Virgen del Rocío ponen ya su meta en la próxima Venida que se producirá el 19 de agosto y en cuyos prolegómenos podrán vivirse momentos destacados de fe rociera como el que constituirá el próximo 22 de junio la exaltación del periodista de ABC Alberto García Reyes.

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