La revolucionaria «supercárcel» donde los reclusos reciben ordenadores y smartphones

El enfoque de la prisión HMP Berwyn está causando un intenso debate en el Reino Unido

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¿Cómo imaginas una cárcel por dentro? Probablemente pienses, como casi todo el mundo, que se trata de un lugar desagradable en términos generales, desprovisto de comodidades, un edificio donde aquellos que han cometido delitos son castigados con la privación de libertad. Sin embargo, es posible que estos conceptos cambien en un futuro próximo. Todo depende de cómo resulten experimentos como el que se está llevando a cabo en la llamada 'supercárcel' HMP Berwyn, que ofrece auténticos lujos a los reclusos encerrados en ella.

El blog The Lad Bible nos presenta esta insólita prisión, la más grande de Reino Unido, con capacidad para acoger a 2.106 personas. Los cerca de 250 millones de libras (más de 290 millones de euros) que ha costado construirla servirán para que los presidiarios que acaben allí tengan acceso a una amplia gama de posibilidades y servicios: ordenadores personales, teléfonos móviles, televisores, acceso a Internet... cosas que jamás habrías pensado que podrías encontrar en un centro penitenciario.

El diseño y el enfoque de esta cárcel, ubicada en Wrexham (Gales), muy cerca de la frontera con Inglaterra, ha causado revuelo y controversia en el país. Un bloque de educación donde los internos pueden desarrollar y completar sus estudios, talleres para trabajar todo tipo de habilidades, áreas para practicar juegos y deportes, un campo de fútbol, un centro de salud y bienestar... no son pocos los que opinan que vivir allí puede resultar incluso excesivamente agradable para tratarse de un castigo.

Precisamente esa es la clave. La apuesta de la HMP Berwyn no pasa por reprender y reprobar, sino por rehabilitar a quienes terminan entre sus muros. «Pensamos que puede ser una prisión verdaderamente rehabilitadora, donde las personas puedan vivir en condiciones decentes para encontrar la oportunidad de vivir respetando la ley cuando se reincorporen a la vida en sociedad», explica Russ Trent, uno de los mandatarios de la peculiar institución.

La idea fundamental parte del convencimiento de que si los reclusos pasan sus condenas ocupados en actividades saludables, las posibilidades de que causen problemas o agredan a funcionarios se reducen de forma drástica. A menor tensión en el ambiente, mayores facilidades para poner el foco en su rehabilitación. Al menos, eso es lo que dice la teoría; el resultado en la práctica está todavía por descubrir.

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